Harto del menú festivo de la derecha nuestra de todos los días, he decidido adoptar medidas, (pese al autismo de los míos y de mí mismo sobre los míos), y volver a ingerir lomo rojo dubitativo, especie singular contemporánea. Bueno, por aclararlo, lo confieso sin pudor: soy un iluso.

Pronuncien mi nombre ante cualquier burgués idiotizado, (oh Orwell!) y sabrán a que historial gastronómico respondo. Decido volver a las andadas hasta que el calambre umbilical de los neoliberales y su argumentario se evapore en el aire de la minoría pudiente (grandes dosis fascistas de camisa nueva). ¿Ilusiones?: carta de desarmados y vencidos: Sobre la tierra caliza levantina adobo, sofrío, hiervo, pocho, fritangueo, tapeo, menudeo y pico sesos, costillas, ombligos , criadillas, muslos de organizaciones ecólogas, sindicales, compromisarios, feministas, eurocomunistas de alirón, libertarios con diente largo, bolcheviques exóticos, socialdemócratas apolillados y podemistas llenos de podemos que ya veremos. Sé que es dieta omnívora contraproducente dado el chabacano españoleo que nos españolea, más son tiempos límites, así que explosiono escepticismo crónico para creer en lo imposible, dios de la nada y del todo social. Confiéselo el lector más avezado: Devorar a Saturno padre plutócrata Rajoy y a su banda extrema sin ser devorado (eructando a la vez) tiene un punto, aunque sea a fuego lento, gran cocción de ideas. La revolución sin pirólisis. Glup.