Al paso que vamos todos cantaremos 'It's raining men'.

En la próxima década unos 40 millones de hombres no encontrarán pareja femenina. El infanticidio y el aborto selectivo de niñas en cuatro de los siete países más poblados del mundo (India, China, Pakistán y Blangladés) no sólo está provocando un desequilibrio demográfico de graves consecuencias (hombres condenados a la soledad, nuevos flujos migratorios, caravanas de mujeres, aumento de la prostitución y la violación, entre otros), sino efectos tan perversos como la proliferación de bandas dedicadas al secuestro y venta de ciento de miles de niñas y mujeres al año.

Para solucionarlo, las autoridades de estos países anuncian que empezarán a perseguir a quienes realicen pruebas para conocer el sexo del bebé antes de su nacimiento, se han endurecido las penas por dar muerte a las niñas al nacer, así como exigen pagar elevadas tasas a los extranjeros que se casen con una mujer de su país. Medidas tardías porque la mafia que nace al abrigo de esta situación es un lucrativo negocio. A todo este drama añadimos la escalofriante noticia que denuncia el Fondo de Población Mundial de Naciones Unidas: unas 70 mil niñas mueren al año por complicaciones en el embarazo o parto (un 90% dentro del matrimonio; es decir, menores obligadas a casarse con adultos).

Sumo y sigo. Cada cinco minutos asesinan a una mujer en el mundo. La prevalencia media de homicidios en Latinoamérica dobla, por ejemplo, la media mundial. En 2009, Afganistán aprobó la eliminación de la violencia contra la mujer, pero los talibanes actúan a escondidas de las autoridades; crímenes que no son distintos a lo que se desencadenan en el resto del mundo. Guatemala, Colombia y México son los países donde se asesina a más mujeres al año. Una violencia que nada tiene que ver con la religión, sino con el deseo de control de la mujer.

Esa percepción universal de la mujer devaluada obedece a algo interiorizado y contradictorio en el hombre de manera casi ancestral: el miedo a la mujer. La Historia está plagada de hechos que lo confirman en todas las épocas y culturas. En breve, más que un himno gay, 'It’s raining men' será un drama de alcance global.

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