Ayer descubrí en mitad de la avenida marítima de la ciudad en la que vivo, escondida entre las rocas que dan al mar, una cruz con una nota que dice: 'Mamá se casa con papá'.

Me senté allí casualmente, a contemplar caer la tarde y el puerto atlántico iluminado por su tráfico de barcos, cuando de pronto vi la cruz. Salté por las rocas para acercarme un poco más, y al llegar me di cuenta de que el material, el dibujo y los colores utilizados para la invitación a la boda eran infantiles, como si hubiese sido elaborado por niños, pero había otra nota más pequeña que decía: 'Cada día contigo fue un regalo'. La sencillez del texto me atravesó el costado.

Quien ha perdido a un ser querido sabe que la muerte te da la medida exacta de cuán importante era para ti. Tomas entonces plena conciencia de lo que necesitabas sus besos, sus palabras, su presencia. Relacioné la frase con las imágenes de un bombardeo que aún me visitan en mitad de mis sueños. Entre los cientos de niños muertos, una mujer joven llora desconsolada sobre el ataúd de su hija y repite en árabe a modo de oración: 'Mi niña me regaló diez años de su vida'. Eso es amor. Cuando la vida del otro es un regalo para ti.

Al regresar a casa, entré en la hemeroteca de un periódico insular y descubrí que hace unos años un accidente de moto tuvo lugar justo a esa altura de la avenida marítima, donde me senté a contemplar el mar. Dos adolescente fallecieron: la chica de la imagen y un muchacho (su novio, quizá). Por eso la cruz tiene dos cuencos, preparada para dos ofrendas florales.

Sentada en aquella roca, imaginé a los tres hermanitos colocando con dificultad la invitación a la boda de sus padres, para que ni el viento del Este ni las inmensas olas de septiembre arrastraran la nota hasta el mar, y me conmovió lo importante que era para ellos sujetar a su hermana en un espacio y tiempo, anclarla a la familia, a una historia con continuidad. Y me sentí acorralada entre las rocas, ante a la inocencia de unos niños que me daban la primera lección de este curso escolar: aprender a decir te quiero.

(Este texto es especulación, pues no tengo la absoluta certeza de si el accidente de moto está relacionado con esta cruz, por tanto, omito fechas, nombres y señas)