El domingo pasado se celebro la subida a los altares de los Papas Juan XXIII y Juan Pablo II, este hecho es sobresaliente para la iglesia católica, que dos de sus Papas más contemporáneos y que más han hecho por la iglesia en su día, hayan sido llamados a ser santos. Al igual, que es singular, que fueran otros dos Papas vivos, el emérito Benedicto XVI y el Papa Francisco, los que los hicieran santos.

Está claro que la iglesia católica, quiere renovarse y sobre todo, con el Papa Francisco, llegue a las raíces de la primitiva iglesia de Jesús. Hay muchos síntomas que apuntan hacia esta dirección. El Papa Francisco está cambiando muchas cosas de la jerarquía católica, sus comportamientos. Pidiendo perdón por muchas de sus actuaciones, con temas comprometidos y peliagudos para la iglesia, como la pederastia de sus clérigos. La participación de la mujer en la iglesia actual dándoles más protagonismo en sus actuaciones. Los curas casados y su participación en la iglesia de nuestros días. Desmontando el sistema financiero del banco Vaticano, para hacerlo más transparente a todos los niveles. Haciendo que los sacerdotes se sientan más acordes con las enseñanzas del Maestro, dejando las cosas mundanas y dándose más a los demás.

Esto es lo que necesita un mundo como el actual, donde predomina la miseria social, propiciada por la mala gestión de nuestros gobernantes a nivel global. Donde las personas hemos perdido todos nuestros derechos y nos queda solo nuestra dignidad, que también en muchas ocasiones pretenden arrebatar.

La iglesia católica, está siendo protagonista en la ayuda a los más necesitados, como lo está demostrando con creces, Caritas Diocesana. Que con su buen hacer, está ayudando a que coman a diario muchas personas, e incluso a nivel económico, pagando recibos de electricidad y agua, para que no les corten el suministro básico a muchos afectados por esta crisis económica, que no está dejando títere con cabeza.

La iglesia gracias al Papa Francisco, se está humanizando cada vez más. El Papa sirve de guía para muchos creyentes, que habían perdido su fe en la Institución Eclesial, siendo así que cada vez que sale el Papa a la plaza de San Pedro, siempre está llena hasta la bandera. La gente necesita de nuevos líderes espirituales, que les dirijan en este mundo desgarrado por la miseria social.

Por lo tanto, lo acontecido el pasado domingo, ha sido un hecho histórico que nunca más se va a repetir. Dos Papas muertos, proclamados Santos, por sus obras y forma de llevar su pontificado, Y dos Papas vivos, el retirado y emérito Benedicto XVI hombre aperturista que no desfalleció a la hora de dimitir, ya que se veía sin fuerzas para llevar la complicada carga del timón de la iglesia católica, en la actualidad. Dando paso al Papa Francisco, que es la esperanza del pueblo de Dios, en estos tiempos de penumbra y desolación económica, social y moral que afecta a toda la humanidad.