Si a estas alturas todavía andas dándole vueltas a lo de "la cobra" de Bisbal a Chenoa, hay una serie que tiene todas las respuestas sobre lo que hay detrás de todo este tipo de tinglados. "La gente quiere realidad del mismo modo en que yo quiero ladillas". La descriptiva frase es una de las perlas con las que nos deleita en cada episodio de UnReal la productora sin escrúpulos Quinn King, una de sus protagonistas y que interpreta Constance Zimmer. UnReal es la parodia definitiva de los reality shows y está dispuesta a demostrarnos las miserias, las mentiras y las manipulaciones que hay detrás de este tipo de programas en un tono que mezcla comedia y culebrón. Entre sus guionistas tenemos a alguien que trabajó en uno de ellos, Sarah Gertrude Shapiro. Y se desquita con ganas. ¿Cuánto es exageración y cuánto son vivencias reales? UnReal fue una de las series revelación del año pasado, cuya segunda temporada aún está pendiente de estreno en España y que el próximo verano contará ya con una tercera. Pero como supongo que alguno habrá entrado aquí para saber más cosas de lo de la cobra, aquí va otra de las frases de Quinn: "No nos lo inventamos, hacemos que pase".

En la historia del cine hemos visto grandes películas que contaban las bambalinas del montaje de una obra de teatro o un rodaje cinematográfico. Alguien debió pensar que en el tema de los reality shows las mismas reglas eran válidas y ése fue el germen de UnReal. O a lo mejor era un poco de terapia y la manera de sacar hacia fuera los demonios internos de Sarah Gertrude Shapiro que durante años estuvo atada por contrato a la producción de uno de esos programas misóginos en los que un grupo de barbies siliconadas compiten por los afectos de un presunto príncipe azul. Como productora ejecutiva tuvo que tragar muchos sapos y dejar de lado su feminismo para que las gatas sacaran las uñas y pelearan por su macho, ya que como ocurría en "Los inmortales", al final sólo puede quedar una.

En UnReal, el reality es Everlasting (traducido en España como Felices para siempre) y guarda muchas similitudes con The Bachelor. Efectivamente, el programa en el que trabajó Sarah Gertrude. Casualmente ambas se emiten también en Estados Unidos en la cadena Lifetime, un canal que hasta ahora no se había destacado por la calidad de sus contenidos, que en su mayor parte son esos telefilmes basados en hechos reales destinados a un sector de público muy concreto.

La otra protagonista es la joven productora Rachel Goldberg interpretada por Shiri Appleby que se ve obligada a seguir trabajando en el reality en el que empezó como becaria y que odia para evitar que la productora le denuncie y vaya a la cárcel después de que en la anterior edición se le cruzaran los cables y robara un coche del equipo del programa. ¿Se notan los tintes biográficos? Los grandes momentos de la serie son los diálogos entre Quinn y Rachel, todo un duelo interpretativo en el que las víboras, maestra y aprendiz, sacan su veneno. En el fondo, lo que nos cuenta UnReal no es qué chica se quedará con el mozo al final, sino el proceso por el que Rachel se va convirtiendo en Quinn. Para ella, estar en Everlasting es una condena, pero sabe que cuánto mejor haga su trabajo más puertas se le abrirán profesionalmente a otros destinos más dignos y elevados. El camino fácil, el del lado oscuro, es hacerle una mamada al jefe, pero esas artimañas no entran de momento en sus planes. Por su parte, Quinn es la cínica productora del programa, desencantada de la vida y que destila acidez y mala leche cada vez que abre su bocaza. Rachel es su debilidad, porque ve en ella potencial y guarda una actitud maternal hacia ella. Por cierto, Quinn sí es la amante del jefe, aunque profesionalmente está muy por encima de él. Juntas, son capaces de ofrecernos cientos de momentos "cobra" y de las serpientes que hagan falta, por si alguno todavía pensaba que OT era un programa sobre música.

Otra de las claves del argumento de UnReal son las tensiones entre los miembros del equipo para lograr que su chica sea la ganadora. Por fuera, todo tiene la apariencia de un cuento de La Cenicienta coloreado en tonos pastel. Por dentro, todo son puñaladas traperas, mientras el chico se va pasando por la piedra a todas las aspirantes que se le pongan a tiro. Cada miembro del equipo tiene asignado a sus concursantes y debe dejarse la piel para que la suya no sea la expulsada de la semana. La manipulación emocional de las aspirantes es habitual para conseguir la reacción deseada y garantizar su continuidad en el show. Desde el primer programa, el futuro de cada una de las chicas está previsto y planificado, sin que haya manera de que logren salir del papel que se les ha escrito, aunque lo intenten. Quién debería ganar y, sobre todo, quién será la villana a la que todo el público odiará. No hay límite para cualquiera de los miembros del equipo de UnReal con tal de conseguir más audiencia y no hay jardín en el que no sean capaces de meterse. Desde utilizar la muerte del padre de una de las concursantes a cambiarle la medicación del trastorno bipolar que padece a otra sin que ésta se entere para que tenga reacciones más explosivas. Todo está permitido con tal de lograr más audiencia y las concursantes no son más que peones que se irán sacrificando convenientemente a lo largo de los programas. En la segunda temporada, la serie se ha metido en el jardín del racismo al poner como príncipe azul a una estrella del futbol americano de color. Dato que no es anecdótico porque resulta que por el momento no ha habido ni un solo programa de The Bachelor que haya contado con un hombre de color como galán.

La versión española de UnReal podría dar mucho juego. No tenemos The Bachelor, pero contamos con Hombres, Mujeres y Viceversa. Las barbies siliconadas se verían sustituídas por chonis rubias de bote y macarras de gimnasio. En España tenemos realities para dar y tomar porque este tipo de programas siempre ha sido una plataforma hacia el famoseo. Hay tantos famosos de medio pelo circulando entre tertulia y tertulia del corazón que necesitarían de una buena agente para gestionar su agenda y colocarlos en los distintos programas de la tele. Un trabajo que bien podría hacer Paquita Salas, ahora que se está quedando sin actores. El personaje de Paquita Salas es creación de Javier Calvo y Javier Ambrossi se han animado a darnos su visión de esta faceta de la industria audiovisual, aunque sin llegar a descender a las cloacas del reality, sino al de esos actores que tratan de triunfar abriéndose camino desde lo más bajo. Paquita Salas ha sido uno de los éxitos seriéfilos de la temporada televisiva española. curiosamente concebida no para ser vista en una televisión convencional sino a través de internet, en Flooxer, la plataforma multimedia de Antena 3. Inicialmente iba a ser una webserie, pero el proyecto fue haciéndose más grande, hasta convertirse en una temporada completa de cinco capítulos de duración. De hecho, es una de las favoritas junto a El Ministerio del Tiempo, para los Premios Feroz de este año que entregan la asociación de periodistas cinematográficos.

Paquita Salas es el nombre de la telecomedia y de la protagonista, una agente de actores que siempre va peleando con las cadenas y las agencias de casting para colocar a sus muchachas. La interpretación de Brays Efe consigue que te olvides de que estás viendo a un tío con peluca y le acabes viendo como a Paquita. Su personaje está en decadencia tras haber vivido una época de esplendor durante los años 90, en los que se aprovechó de los contactos de exmarido para montar su propia agencia, PS Management. Entre sus clientes está Belinda Washington, Malena Gracia o Macarena García, entre otros. Todos sus artistas la empiezan a abandonar, algunos de ellos personas a las que apoyó desde lo más bajo y han emprendido el vuelo nada más conseguir el éxito. Rodada en formato de falso documental, Paquita Salas nos muestra el mundo de los castings, las agencias y el famoseo. Está llena de referencias a la cultura televisiva de nuestro tiempo. Los artistas de Paquita están abocados a acabar apareciendo en episodios de Aladina, Física y Química, Acacias 38 o El secreto de Puente Viejo. Las más altas metas son un papel en Vis a Vis o en Velvet. Hasta hay un homenaje al caso de Anna Allen, la actriz de Cuéntame que se inventó una falsa carrera en norteamerica. Las referencias al mundo televisivo y del cine español se suceden a velocidad de vértigo y hay hasta cameos de gente del mundillo, algunos de ellos haciendo de sí mismos. Un pequeño homenaje a la industria audiovisual nacional que es capaz de arrancarte carcajadas y alguna que otra lagrimilla en un momento tierno, pese a ser conciente de la enorme broma que es.