Teniendo el mejor parque temático del mundo y una plataforma televisiva a tu servicio para vender tus productos, era invevitable que Disney+ lanzara entre sus contenidos una serie documental sobre la historia de uno de sus grandes iconos dentro de la industria del entretenimiento: Disneyworld. The imagineering Story no es un mero ejercicio de autobombo. Es el relato del equipo que durante años se encargó de crear la magia detrás de estos mastodónticos complejos de ocio, las personas a las que dentro de la empresa se les conocía como los imagineering. Un departamento que ha estado o bien relegado al ostracisimo o bien ha contado con carta blanca para que dieran rienda suelta a su imaginación para mejorar los parques. De una u otra opción dependía quién fuera la persona que estuviera al frente de la empresa en cada momento. Ni qué decir tiene que en este documental de los primeros tan sólo se hace alguna breve referencia y los que verdaderamente importan son los segundos. A través de seis episodios vemos la historia de los parques y la trayectoria de sus grandes impulsores. Primero Walt Disney y, a su muerte, su hermano Roy; Michael Eisner y, en la actualidad, Robert Iger.

Desde la concepción de Disneylandia en los años 50 a la expansión por buena parte del planeta a través de una docena de parques temáticos, cruceros y demás resorts. Del animatronic al videomaping, pasando por el cine en 3D y las pantallas de 360 grados. Siempre innovando. La realizadora de esta serie documental es Leslie Iwerks, nieta del cocreador de Mickey Mouse (Ub Iwerks). Parece que aspira a convertirse en la biógrafa de la compañía, ya que sus trabajos anteriores son otros documentales sobre la historia de Pixar o sobre la concepción del icónico ratón, emblema de este imperio. Angela Basset es la narradora que nos va contando el desarrollo de los parques a través de un viaje de seis décadas. Una de esas historias sobre pioneros y emprendedores que se embarcaron en una aventura que muchos hubieran considerado como locura. Uno de los aspectos más interesantes del documental es mostrar cómo los creadores de las atracciones pretenden contar una historia a los visitantes del parque. Pero en esta producción televisiva, Disney no se limita a mirarse el ombligo, ya que el documental se encarga de repasar también los proyectos fallidos y los grandes fracasos del gigante del entretenimiento.

El documental nos muestra la constatación de que para meterse en un proyecto de estas características hay que tener el riñón bien forrado y estar preparado para soltar una buena millonada. Toda la maquinaria de los estudios cinematográficos fueron puestos a disposición de la visión de su creador. Y de hecho hay momentos en el que el ejecutivo de turno se quejaba de que se invirtiera más en los parques que en la producción de películas. En este negocio todos han tenido pinchazos. Hasta la propia Disneylandia se encontró con que muchas cosas no funcionaban el día que abrió sus puertas en 1955, algo que con el tiempo pasó a ser sólo un mal recuerdo. En Parque Jurásico lo recordaban con la frase :"Por lo menos, cuando en Disneylandia se estropea la atracción de Piratas del Caribe, no se come a los turistas". Algo que quizá no puedan decir los visitantes de Westworld.

Material gráfico para la elaboración del documental no ha faltado, porque en su día se grabó absolutamente todo. Walt Disney seguramente fue uno de los precursores de los videoblogs y dejó numerosos testimonios de la idea que tenía para los parques y cómo los concibió. Disney murió en 1966, cinco años antes de que abriera en Orlando (Florida) el segundo parque temático de su emporio y que acabó siendo el mayor complejo de todos. También hubo un batacazo inicial de las instalaciones de Florida: tan sólo 10.000 visitantes en la inauguración. Cuando los responsables del complejo se pusieron a investigar los motivos, se encontraron con la sencilla respuesta de que el público había evitado esos primeros días pensando que iba a estar todo hasta arriba. Al Magic Kingdom (el Disneyworld de toda la vida) se le fueron sumando Epcot (el parque del futuro) en 1982; MGM Studios (concebido como un estudio cinematográfico de Hollywood) en 1989 y Animal Kingdom (una especie de zoo) en 1998.

Pero Disney tampoco tenía un toque de oro infalible. El documental recuerda el monumental pinchazo que supuso la inauguración en 1992 de Eurodisney, a quien se le ha tenido que cambiar el nombre por Disneyland París. Como también lo fue el miniparque que se puso en marcha en Hong Kong, las nuevas instalaciones de California o el dedicado a los animales en Orlando. También, el fallido proyecto que iba a dedicarse a la historia reciente del país y que generó una gran controversia porque se proyectó cerca de Washington en un suelo que tenía especial significado en la guerra civil norteamericana. Varios movimientos vieron como una frivolidad y una ofensa meter un parque de atracciones en una zona con tan fuerte carga simbólica. En cambio, más facilidades tuvo el proyecto de Tokio, donde los inversores estaban dispuestos a gastar lo que fuera. Sobre todo cuando se planteó la posibilidad de un segundo parque.

Los parques Disney son puro cine familiar. No sólo sus instalaciones estaban basadas en los grandes éxitos de los estudios, sino que también han sido algunas de sus atracciones las que han inspirado películas. El ejemplo más conocido es el de Piratas del Caribe, atracción que ha sido remodelada para poder incluir al personaje de Jack Sparrow interpretado por Johnny Deep y quien nunca hasta ahora había formado parte de su galería de animatronics. Otros ejemplos, va a ser mejor no recordarlos. Todos los talentos de los estudios llegaron a ponerse a disposición del desarrollo del parque. Y, antes de que alguno se lo pregunte, hay que aclarar que: No, Walt Disney no fue congelado, ni su cadáver está enterrado en una de las atracciones del parque esperando a que se desarrolle la tecnología capaz de curar su cáncer del pulmón.

Durante más de una década, sus sucesores estuvieron trabajando a remolque de todos los proyectos que tenía planeados el cineasta para sus parques de atracciones. La sombra de Disney fue muy alargada. Otros datos de interés que nos deja el reportaje es que para la bola de Epcot, esa monumental esfera de 18 plantas, se contó con el talento del escritor Ray Bradbury para contarnos la historia de las telecomuniciones a lo largo del recorrido. O que la primatóloga, Jane Goodall fue una de las asesoras del parque dedicado al mundo animal.

Los parques Disney siguen en expansión, con la incorporación a sus atracciones de las últimas franquicias adquiridas por el gigante mediático como Marvel, Star Wars y Avatar, así como potenciar la presencia de Pixar, estudios de animación que acabaron siendo más Disney que el propio Disney. Hace un año que se pusieron en marcha los parques dedicados a la franquicia galáctica y hay atracciones de Avatar en Animal Kingdom. Probablemente en algunos meses sería necesario un nuevo episodio de los imagineering sobre cómo ha afectado a todos los parques la actual crisis del coronavirus o cómo reaccionará el actual inquilino de la Casa Blanca Donald Trump a los estrechos negocios entre Disney y China, donde no sólo existe el miniparque de Hong Kong sino que se ha hecho otra inversión multimillonaria apadrinada por el gobierno chino para construir otro gran parque en Shangái, que por cierto ya está en marcha después de que su país haya iniciado la "nueva normalidad" tras la pandemia del coronavirus.

Cuando te gastas cuatro duros en un parque y pretendes ir de competidor de Disney, te expones al más sonoro de los ridículos. Lo digo por aquella época de la burbuja de los parques temáticos que tuvimos en este país antes de que la anterior crisis hiciera saltar por los aires lo de los proyectos faraónicos. La historia tiene una moraleja muy clara. Que por mucho dinero que se meta, sin creatividad y talento detrás, no hay nada.