Breaking Bad Breaking Badnos dejó hace ya casi dos años y ya hace unas semanas que concluyó la primera temporada de su spin off, Better Call Saul. Ya contamos en su día que la serie ya había sido renovada por un segundo año, aún antes de que empezara a emitirse. Toca hacer balance ahora de lo que han sido los diez primeros episodios. Una cosa hay que dejar clara, Better call Saul, de momento, no es Breaking Bad, como tampoco Joey era Friends; pero Better call Saul tampoco es Joey, ni se le puede comparar y todo en ella huele a Breaking Bad, manteniendo un buen nivel. Supongo que es cosa de dejarla crecer y, si la cosa no se tuerce, llegará a ser una gran serie también. El hecho de que en se mantengan los creadores de la anterior, Vince Gilligan y Peter Gould, es una garantía de fidelidad y de continuidad en el estilo, sobre todo con su peculiar humor negro. En estos primeros capítulos, hemos podido volver al universo Breaking Bad y disfrutado de nuevo de algunos de sus personajes. Las dos series pueden seguirse de forma independiente y no hace falta haber visto una para poder disfrutar de la otra. Aunque hay que avisar que el que no sepa nada de Breaking Bad puede perderse algunos de los guiños y homenajes que se hacen. Varios personajes del anterior reparto se han dejado caer y no sería de extrañar que tuviéramos de vuelta a otros con el tiempo. No sé si esto será un spoiler o no, pero lo aviso: aún no sabemos nada ni de Jesse ni de Walter.

La acción transcurre cronológicamente antes de que el turbio abogado conociera a Walter White y su meta azul. Asistimos a los primeros tiempos de su carrera profesional, cuando aún no se hacía llamar Saul Goodman y ejercía con su verdadero nombre, James McGill. Una de las primeras diferencias con la serie anterior, es que en Breaking Bad veíamos el proceso de corrupción de un profesor de química atrapado en un rutina mediocre que descubre lo que es ser un criminal y cada vez lo disfruta más. En cambio, Saúl ya tenía la corrupción dentro de sí y, de hecho, empezó a ejercer la profesión para escapar de un turbio pasado como estafador de poca monta. La intepretación del personaje que hace Bob Odenkirk le añade nuevos matices que le llevan más allá de esa caricatura de abogado corrupto. Es un pícaro con el que no podemos evitar empatizar y sentir cierta simpatía a la hora de verle luchar para abrirse camino en la profesión y tomar atajos. A pesar de que tiene un hermano de gran prestigio profesional aquejado de una extraña enfermedad y de que tiene contactos en el bufete de éste, James McGill tiene que empezar desde lo más abajo de la profesión. Así le vemos recorriendo Alburquerque en una vieja tartana amarilla, con un cuchitril alquilado como despacho dentro de una peluquería china. El abogado se verá obligado a recurrir a todo tipo de artimañas para tratar de hacerse con sus primeros clientes y ganar sus primeros casos, compitiendo con el todopoderoso bufete que dirigen los compañeros de su hermano.

Luego tenemos también a Mike Ehrmantraut, interpretado por Jonathan Banks, que fue uno de los grandes personajes de Breaking Bad y casi diría que el mejor de ésta. Vemos el momento en que Mike y Saul se conocen. En los primeros episodios su papel es bastante secundario, es el vigilante cascarrabias de la garita del parking del juzgado con el que Saul discute todos los días. El personaje va ganando importancia en la mitad de la temporada y hay un episodio dedicado a contar su trágico pasado. A medida que avanza la trama, le vemos en sus primeros trabajos como arreglador de problemas, motivo por el que frecuentemente solían acudir a él los protagonistas de Breaking Bad.

Como en Breaking Bad, la serie salta adelante y atrás en el tiempo, dosificando de esta manera la información que necesitamos para ir conociendo a los personajes y que la sepamos en el momento preciso. La secuencia inicial con la que se abre la serie yo diría que se ubica después de Breaking Bad, por lo que es bastante posible que sepamos qué ocurrió con Saul tras el último episodio. La primera temporada se ha acabado en un suspiro y nos hemos quedado ganas de más.