La casa de las flores revolucionó Netflix el año pasado desde México con una reinvención del culebrón, uno de los géneros televisivos más tradicionales del país, con un tono más irónico y paródico que la solemnidad trágica que siempre acompañaba este tipo de producciones. La serie regresó a la plataforma de pago la semana pasada con una gran ausencia en su segunda temporada. Nada más y nada menos que la de su protagonista, Verónica Castro. Actriz que es una institución en el país, tanto como el género que la encumbró a la fama. Para cubrir el gran vacío que quedaba al frente de la familia De la Mora, la opción elegida por Manolo Caro, creador de la serie, ha sido la más obvia. Desde esta temporada, la actriz Cecilia Suárez en su papel de Paulina de la Mora, ha tomado el testigo y ha pasado a ser la nueva protagonista y la cabeza más visible del clan familiar. La particular manera de hablar de Paulina de manera pausada y sus frases, que se convirtieron en carne de meme en las redes sociales, convirtieron a Paulina en uno de los personajes revelación de la temporada televisiva del año pasado. Los retos virales de hacerse vídeos imitando a Paulina o la cláusula por la que Netflix prohibía a la actriz hablar como su personaje fuera de la serie terminaron de cimentar su carisma. Ahora es la maestra de ceremonias, muy por encima de sus hermanos.

Para sorpresa de todos y cabreo de muchos, la segunda temporada arrancó sin la presencia de Verónica Castro sin que se haya explicado muy bien qué era lo ocurrido. Cuentan los medios especializados que el director Manolo Caro sólo había contado con ella para única temporada y tampoco estaba previsto que fueran a ir mucho más allá. Al escribir la continuación, el personaje parecía como que sobraba y sus apariciones se iban a limitar a meros cameos. Algo que a Verónica Castro no terminó de convencer y a lo que dijo que no. O estaba o no estaba, pero eso de quedarse a medias, como que no. Como manda la tradición del género cuando uno de sus personajes no regresa el año que viene, los nuevos episodios han arrancado (y esto puede ser un spoiler) con la muerte de Virginia de la Mora, aunque el óbito no llega a verse en pantalla. Su fantasma y su legado (incluso su peluca) están presentes a lo largo de toda esta segunda temporada. No es probable que vaya aparecer por sorpresa en los nuevos episodios, porque la tercera temporada ya está rodada y su estreno llegará en algún momento de 2020.

Por tanto, podemos dar por despedido a su personaje para siempre, ya que Verónica Castro anunció súbitamente su retirada de los escenarios este verano. El portazo ha llegado tras un episodio que parecía sacado de las páginas de un guión de La casa de las flores. Durante una entrevista, la actriz y presentadora mexicana Yolanda Andrade desveló que hace diez años celebró una boda simbólica con Verónica en Amsterdan. Algo que la reina del culebrón ha calificado como una broma o un juego con el que su compañera parecía buscar su minuto de gloria a su costa. La anécdota levantó encendidos debates en México sobre las tendencias sexuales de la actriz. Verónica Castro anunciaba en septiembre que se retiraba de la vida pública harta de que todo lo relacionado con su vida se mirara con lupa y desbordada por la presión.

En cierto modo su aparición en La casa de las flores había dejado entreabierta la caja de pandora, ya que su papel marcaba una ruptura con lo que estábamos acostumbrados a ver de ella."Hasta salgo fumando marihuana", se reía en una entrevista sobre su papel en el culebrón de Manolo Caro. La actriz había contribuido con sus personajes en las telenovelas que protagonizó a la difusión de valores de un sesgo más bien conservador. La casa de las flores, por el contrario, podía suponer un shock para aquellos espectadores tradicionales, por reflejar con naturalidad personajes homosexuales y transexuales en sus tramas. La familia De la Mora se veía desbordada cuando en la primera temporada sus secretos más ocultos salían a la luz a raíz del suicidio de la amante del cabeza de familia. La moraleja de la serie era que esos secretos no necesariamente tienen por qué ser algo malo. La historia a la que asistimos es cómo la familia de La Mora aprende a vivir con el hecho de que sus secretos ya no lo sean tanto y acepten a los otros por lo que son y no por lo que aparentan ser.

El relevo al frente de la serie ha enfadado a los incondicionales de Verónica Castro porque, por mucho carisma que pueda tener Cecilia Suárez, lo cierto es que su personalidad no podía ser más diferente y siempre ha querido mantenerse alejada de los clichés. A pesar de haber tenido la posibilidad de hacer carrera en Estados Unidos, Suárez no ha estado interesada porque allí sólo le ofrecían papeles como latina cachonda o de mujeres relacionadas con el mundo del narcotráfico. Lo cierto es que La casa de las flores contribuye a dar una imagen muy diferente de México al que ofrece por ejemplo el cine de Estados Unidos. Sería bueno pensar que cada episodio de títulos como éste derriba una piedra del muro que Donald Trump pretende levantar en la frontera entre ambos países.

Como en la primera temporada, todo arranca con una muerte y también vamos a ver entrar en prisión a otros miembros del clan. En el primer episodio de la nueva temporada, a Paulina le toca regresar desde Madrid, a donde se había ido a vivir tras la muerte de su madre, a México para intentar recuperar el legado familiar. Básicamente, que tanto el cabaret como la tienda de flores vuelvan a las manos de la familia. Paco León (que encarna a María José antes José María) aprovecha para incorporar a este universo de ficción a su hermana María León. Sale poco pero su interpretación es intensa y seguro que veremos más de ella el año que viene. Otro de los hijos del clan De la Mora, Bernal (Darío Yabzek) se debate entre aceptar su homosexualidad y su recién descubierta paternidad; mientras que su hermana Elena (Aislinn Derbez) intenta superar su adicción a los hombres, hasta que un sacerdote se cruza en su camino en una trama muy Fleabag. El cabeza de familia, Ernesto de la Mora (Arturo Ríos) anda enredadado por la líder de una secta (interpretado por Mariana Treviño, a quien recordarán los fans de Club de Cuervos).

Si en la primera temporada, el director seleccionaba una banda sonora destinada a sacudir el corazoncito de los fans de los 70 y 80, de nuevo la selección musical nos brinda algunos momentos concebidos para arrancar suspiros para la nostalgia entre giro y giro de guión. Si en la primera temporada teníamos a Yuri y a Alaska, no podían faltar en la segunda otros clásicos de la época como Pimpinela y Mecano. Para cerrar la temporada hay un homenaje al recientemente fallecido José José, al que en el país se conoce como "El Príncipe de la Canción", que sirve para subrayar la emotividad de un cliffhanger cliffhangeren el que la hija de la menor de la familia interpreta "El Triste" durante un concurso de talentos televisivo, mientras se nos muestra cómo muchos de los protagonistas quedan en situaciones muy comprometidas y que busca atrapar a su público para la tercera entrega.