Camino ya de la séptima temporada de Ray Donovan, los responsables del canal Showtime deberían ir empezando a pensar en cómo darle un final. Sin embargo, el canal por cable poco a poco se ha ido quedando sin sus series emblemáticas, mientras tiene problemas en encontrar nuevos éxitos. De esta manera, la ficción protagonizada por Liev Schreiber se quedará el año que viene junto con Shameless como la serie principal del canal (y esta última se ha quedado sin protagonista para el año que viene). Cuando llega ese momento en que empiezan a encerder las luces rojas, el riesgo que se corre es el de hartar a sus espectadores, en lugar de dar a tu serie un digno desenlace. Pero todos sabemos que la tentación de seguir exprimiendo el éxito es muy grande.

Ray Donovan es un arreglador de problemas de lujo al que suelen acudir las estrellas de Hollywood o los astros del deporte cuando se ven envueltas en algún marrón. Uno de esos antihéroes que se mueven al otro lado de la Ley, como Tony Soprano o el Walter White de Breaking Bad. Como el Logan de los X-Men, Donovan es el mejor en lo que hace y siempre que toma el mando parece que tiene todo bajo control. Es aparecer con su imponente traje negro y uno sabe que los problemas se han acabado. La contrapartida es que las cosas se le van de las manos cuando se mete por en medio su familia. Empezando por su padre, interpretado por un peso pesado como Jon Voight que en su papel del exconvicto Mickey Donovan ha encontrado un papel de esos que raramente llegan cuando un actor tiene su edad. A lo largo de estos años por la serie han pasado otros secundarios de lujo, caras conocidas tanto de la gran pantalla como de la pequeña, como Elliot Gould, Rosanna Arquette, James Woods, Sherilyn Fenn, a quienes estos dos últimos años se había unido un peso pesado como Susan Sarandon. Año tras año, la mitología de la serie fue creciendo y llegó a su punto culminante cuando la familia Donovan se enfrentó ni más ni menos que a la mafia rusa.

La quinta temporada de Ray Donovan había atravesado un pequeño bache a causa de una tragedia personal que dejó abatido al protagonista y al borde del suicidio. La sexta entrega de la serie ha intentado dejar atrás los tiempos tristes y devolver a la serie el vigor de antaño, pero ha tenido momentos desiguales. De entrada, se ha cambiado de escenario y los Donovan se han mudado de las costas de California a Nueva York. En su nuevo hogar, a Ray Donovan ya no sólo acuden los actores, sino que también se mete en política, entrando a impulsar a una de las candidatas a la Alcaldía de la ciudad para que suba en las encuestas a través de manejos sucios. Olivia Pope (Kerry Washington) y sus gladiadores eran el equivalente de Donovan en el mundo de la política de Washington en Scandal. Eso sí, esta última con un toque menos noir, ya que no deja de ser una serie de la factoría de Shonda Rimes. Ahora el personaje de Liev Schreiber hace un poco de sombra a Olivia al empezar a moverse en el lado más turbio mundo de las campañas electorales. Y eso que Olivia llegó a amañar unas elecciones a la presidencia. En estos coqueteos con la política, Donovan se ha encontrado con una trama de corrupción policial que es la que más le ha complicado la existencia durante este último año. En el otro lado de la balanza, los Donovan habían terminado la quinta temporada totalmente separados y casi enfrentados unos a otros. La situación ha cambiado en estos últimos episodios y para el año que viene, a no ser que nos vengan con un nuevo giro, todos han terminado más unidos con nunca. Hasta con un nuevo fichaje que da sangre nueva a sus manejos criminales.

Sin que la sexta temporada hubiera terminado, los responsables de Showtime ya habían aprobado la renovación de la serie por una séptima entrega. A lo largo de estos años, el canal por cable ha tenido un catálogo de títulos con los que pretendía tutearse con HBO, pero la competencia es cada vez más dura y la inminente llegada de nuevos actores al mercado de las series se le ha complicado la cosa. En sus días de gloria, el canal llegó a anticiparse a Breaking Bad con Weeds, que nos contaba la historia de una madre de familia que debía dedicarse al tráfico de marihuana para tener que sacar adelante ella sola a su familia. Showtime nos dio a Dexter, un asesino en serie que sólo mataba a criminales que quedaban libres por fallos en el sistema, ficción cuyo problema es que no qusieron acabarla cómo tenía que haber terminado. El canal resucitó Twin Peaks, nos sumergió en el fascinante universo de Penny Dreadful, en el que revivían a los monstruos del cine clásico de terror. Por cierto, que esta serie va a volver en un spin-off, lo que evidencia el problema de la falta de nuevos éxitos para la cadena. Este año, Showtime se despide de otro de sus títulos míticos Homeland. Carrie Mathison (Claire Danes) y sus adversidades en la lucha contra el terrorismo internacional se despedirán esta primavera de la audiencia tras la octava temporada. Con lo cual, Ray Donovan se queda con todos los números para quedarse como la serie estrella de la cadena. ¿Podrá aguantar ese peso sobre sus hombros?