¿Quién nos iba a decir que veríamos fichajes de showrunners televisivos por cifras superiores a las que estamos acostumbrados en los astros del deporte? Trescientos millones de dólares es la cantidad que pagará Netflix a Ryan Murphy por crear series y películas para ellos durante los próximos cinco años. Los títulos con el sello de Murphy se habían multiplicado en las últimas temporadas y en la actualidad su factoría tiene en marcha hasta cinco títulos en antena al mismo tiempo. Me resulta difícil de creer que todas ellas vayan a seguir emitiéndose en la Fox a través de la productora de Murphy, mientras el nuevo rey Midas de la pequeña pantalla se dedica a producir contenidos para la plataforma en streaming. Pero dicen que así será, por lo que tendremos que creerlo. Igual siguen adelante por los socios de éste, Brad Falchuk y Tim Minear, pero diría que Netflix no tardará en llamar a su puerta. El contrato entrará en vigor el próximo mes de julio. De todas maneras, algunos de los títulos de Murphy para su antigua cadena estaban disponibles en el catálogo de Netflix desde antes del acuerdo.

El fichaje millonario se enmarca dentro del divorcio entre Netflix y Disney, que no está siendo tan amistoso como se nos decía desde el primer momento. El motivo de la separación fue que Disney quiere poner en marcha su propia plataforma en streaming y, desde que se anunció la "amistosa" ruptura el pasado verano, hemos asistido a una carrera de adquisiciones de vértigo. A la semana de la noticia, Netflix se descolgaba con el fichaje de Shonda Rhimes por 100 millones de dólares durante cuatro años. Rhimes es otra de las creadoras televisivas más importantes de la televisión americana, responsable de éxitos como Anatomía de Grey (que va ya por su decimocuarta temporada y prepara un spin off), Scandal (cuya séptima temporada pone este año punto y final a la serie) y Cómo defender a un asesino (que emite actualmente en EE UU su cuarta temporada). La showrunner trabajaba para el canal ABC, cuya propietaria es... en efecto, Disney. En diciembre, era la factoría Disney quien daba un paso de gigante al anunciar la compra de la Fox por la astronómica cantidad de 52.400 millones de dólares, noticia que supone un auténtico terremoto en la televisión norteamericana.

Ryan Murphy se había convertido en uno de los autores predilectos de la Fox. Su condición de activista gay y comprometido defensor de los derechos civiles de los homosexuales le convertían en una rara avis dentro de la parrilla de la cadena conservadora. Los seguidores de Los Simpsons están acostumbrados a esta paradoja y ya saben que a la Fox nunca le importaron los gags en los que se mofaban de ella. Murphy también gozaba de ese status de independencia en el que se le consentía casi todo. Incluso no dudaron en dar una segunda temporada a la fallida Scream Queens, aunque de haber sido realizada por por otra persona estoy convencido de que ni siquiera se hubiera emitido al completo la primera. Murphy debutó como guionista de la mano del mismísimo Steven Spielberg, que le compró uno de sus guiones (Why Can't I Be Audrey Hepburn?). Esta adquisición nunca llegó a concretarse en ninguna película, pero le puso en el mapa de la industria audiovisual. Los dos títulos en televisión que le catapultaron al éxito durante la década pasada fueron Nip/Tuck y el musical Glee y le convirtieron en el niño mimado del emporio medático de Rupert Murdoch. De las series que actualmente tiene en marcha hablaremos un poco más abajo. El caso es que a Murphy no le hizo nada (pero NADA) de gracia que la cadena pasara a formar parte del imperio de Disney y vio peligrar su independencia creativa. El gerifalte Netflix, Ted Sarandos, ha sabido explotar esos recelos y, aprovechando que el contrato de Murphy con la Fox acababa este verano, se ha llevado el gato al agua. Fox daba por hecho la renovación de su creador estrella con 40 millones, pero Sarandos le hizo una oferta que no pudo rechazar.

En las últimas semanas se han estrenado dos series de Murphy que dan buena muestra de su versatilidad. Uno es un procedimental policiaco que podría pasar por un CSI o un Mentes Criminales cualquiera, pero con su sello personal. La serie es 9-1-1, entretenimiento para todos los públicos, en el que los protagonistas son miembros de los servicios de Emergencias de Los Ángeles que deben hacer frente cada día a distintas crisis. Un rescate a contrarreloj de un recién nacido arrojado por la cisterna tras el parto, un accidente en una montaña rusa, una castillo hinchable que sale por los aires, una catástrofe aérea... emergencias que se alternan a velocidad de vértigo con los problemas personales de sus protagonistas. Una agente de policía que debe hacer frente a la salida del armario de su marido tras años de matrimonio, un joven bombero con problemas de adicción al sexo y su veterano jefe, alcohólico rehabilitado...y supongo que iremos conociendo los del resto conforme pasen los capítulos. El equipo está cooordinado por una operadora del servicio que compagina su trabajo con los cuidados a su madre con Alzheimer. Al frente del reparto encontramos a dos actrices que han interpretado papeles destacados en otros títulos de Murphy, como Connie Britton, protagonista de la primera temporada de American Horror Story (AHS) y Angela Basset. La serie ya había sido renovada para el próximo año una segunda temporada.

El otro título recién estrenado de Murphy es la segunda temporada de American Crime Story (ACS) que este año se centra en el asesinato del diseñador Gianni Versace. Tras habernos dado su visión sobre el proceso a O. J. Simpson, Murphy vuelve a recrear un crimen de impacto social con precisión casi documental y reflejando el circo mediático en el que se convierten. La serie ha arrancado con polémica, ya que la familia Versace ha renegado de ella aún antes de que se emitiera. El motivo es que se basa en el libro publicado por la periodista Maureen Orth y en el que asegura que la víctima y su asesino se conocieron siete años antes del crimen en la sala VIP de una discoteca de Chicago. La familia Versace siempre ha negado este encuentro y reniega de este trabajo, al que considera como una obra de ficción.

Aunque en España es inevitable fijarse en el papel de Penélope Cruz como Donatella Versace, lo más destacado es la interpretación que Darren Criss hace de Andrew Cunanan. El actor fue una de las estrellas de Glee. Aquí encarna al asesino en serie homosexual que en 1997 acabó con la vida de cinco personas en una carrera criminal que culminó con la muerte del diseñador. La serie se atreve a meterse en la mente del asesino, del que hace un estremecedor relato, y plantea hipótesis sobre sus motivaciones. Psicópata, con delirios de grandeza, frío como un témpano, manipulador, mentiroso, politoxicómano y con gran facilidad para cambiar su aspecto.

El estreno en España de esta temporada tardará, ya que el acuerdo de Netflix con la Fox establece que su distribución internacional no puede empezar hasta que la emisión no haya terminado en Estados Unidos. Para esta serie hay una tercera temporada en cartera dedicado a las consecuencias del huracán Katrina en Nueva Orleans y cuyo rodaje había sido objeto de continuos retrasos el año pasado debido a los vendavales, motivo por el que se decidió aplazar su emisión. La producción está tan avanzada que no tiene por qué haber problemas para que vea la luz el año que viene. Más difícil lo veo para la cuarta que se iba a centrar en el escándalo de Mónica Lewinsky.

En próximas fechas se tiene que conocer cuál será el tema de la octava temporada de AHS, para la que también había encargada una novena. Después de haber dado su particular visión de las elecciones norteamericanas y la victoria de Donald Trump victoria de Donald Trumpen la séptima, parece que los nuevos episodios se iban a ambientar en el futuro. También queda en el aire la promesa de empezar a desvelar todas las conexiones existentes entre todas las temporadas. La teoría más extendida y que el propio creador televisivo ha apuntado a que podría tener visos de tener una base sólida, es que a lo largo de estos años hemos estado viendo los nueve círculos del Infierno de La Divina Comedia de Dante. El limbo sería Murder House (1ª); Hotel Hotel(5ª) sería Gula; la avaricia en Freak Show (4ª); ira sería Roanoke Roanoke(6ª); herejía sería Cult (7ª); engaño en Asylum (2ª); traición en Coven (3ª). Faltarían dos dedicada a la violencia y a la lujuria. ¿Supondrí esta teoría que llegamos al final de la serie?

Otro proyecto de Murphy que seguía viento en popa es la segunda temporada de Feud, dedicada a contar grandes rivalidades, en la que se nos narraría el matrimonio de Carlos y Diana de Inglaterra. El argumento la convierte en competidor directo de las próximas temporadas de The Crown, que se van a centrar precisamente en esa historia. Por si estas series no fueran suficientes, Murphy tiene previsto estrenar este verano una quinta con Fox: Pose. En ella se nos reflejará cómo era la comunidad LGTB de Nueva York en los 80 y se anuncia como una de las producciones con mayor número de intérpretes transgénero. También un regreso al género musical por el que ya se movió con Glee.

Con este desembolso económico, Netflix se hace con uno de los creadores de series más prolíficos de la televisión actual. Dudo que J. J. Abrams llegara a tener tantas producciones en antena de manera simultánea. A golpe de talonario ha conseguido fichar a dos de los principales showrunners de la televisión norteamericana.