¿Qué tienen en común un policía de Chicago, una Dj islandesa, un ladrón de cajas fuertes de Berlín, una química hindú prometida con un hombre que no ama, un conductor de autobuses de Nairobi, una ejecutiva coreana aficionada al kickboxing, un actor mejicano de películas de acción que esconde su homosexualidad y una transexual hacker informática de San Francisco? La respuesta es Sense8, la serie producida por los hermanos Wachowsky junto con J. Michael Stracinsky para la plataforma Netflix que por fin esta semana ha desembarcado en España por todo lo alto. El servicio de televisión en streaming no ha podido incluir en su catálogo otras de sus series estrella, como es el caso de House of Cards y Orange is the New Black, por tener cedidos los derechos a Canal Plus. Sin embargo, la plataforma ha apostado fuerte por series de producción propia y cuenta con otros pesos pesados dentro de su oferta. De Daredevil ya hablamos hace unas pocas semanas y espero que en futuras podamos repasar en el blog otras como Narcos y Marco Polo. Es lo que le ocurre a esta plataforma, que tiene la costumbre de colgar las temporadas completas de sus series de golpe, haciendo que al serieadicto se le amontone la faena. Pero hoy de lo que toca hablar es de Sense8.

Dos de sus creadores, los hermanos Wachowsky, son mundialmente famosos por su trabajo en el cine, donde han triunfado con la trilogía de Matrix, la adaptación de V for Vendetta y este año El destino de Jupiter. Menos conocido para el espectador medio, pero una referencia para el aficionado a la ciencia ficción, es J. M. Stracinsky creador de una serie de culto de los 90 como fue Babylon 5 y que en los últimos años andaba más dedicado al cómic, siendo guionista de Amazing Spiderman, aunque en cine escribió el guión de El intercambio y Guerra Mundial Z. El guionista de apellido impronunciable ha vuelto a la tele de la mano de los Wachowsky para enseñarles a moverse en el terreno de la peqiueña pantalla y la producción de series de televisión.

Si en Matrix, sus directores se pasaban un buen tramo de la primera hora de película para explicar qué era ese concepto, en Sense8 los primeros episodios van enseñándonos lo que significa el término de los Sense8 al tiempo que va presentándonos a los ocho protagonistas, dispersos en distintas ciudades del mundo. Uno de los ejemplos más sencillos que se me ocurren para aclarararlo es que los ocho forman una especie de grupo de Whatssapp psíquico en el que comparten sus experiencias y sus recuerdos y son capaces de intercambiar sus habilidades para que otro supere los obstáculos que en ese momento se ponen en el camino del otro. Todos nacieron el mismo día, un 8 de agosto, y cada uno tenía existencias separadas, hasta que un buen día descubren que pueden ver lo que hacen los demás miembros del peculiar grupo. Como telón de fondo hay una oscura organización que pretende capturarlos a todos para hacer uso de sus habilidades. Como padres espirituales y mentores del grupo tenemos los personajes interpretados por Daryl Hannah (Blade Runner) y Naveen Andrews (Lost). Durante toda la primera temporada, hemos visto cómo todos los personajes se han ido conociendo entre sí. Cada uno está en un extremo del mundo, por lo que todavía no se ha producido ese mágico momento en que los ocho se conozcan en persona, salvo en alguna excepción que tampoco vamos a desvelar por aquello de los spoilers.

Sense8 sabe mantener la tensión y el suspense dejándote con el gusanillo de ver otro capítulo más, saltando de una historia a otra y sin apostar demasiado claramente por ninguno de los ocho personajes para el papel protagonista. De todos modos, por lo visto hasta ahora, parece que el policía y la DJ son aquellos que han llevado un poco más la voz cantante esta primera temporada, aunque la serie tiende a equilibrar los tiempos de todos para que cada uno tenga su minuto de gloria y el espectador disponga de una amplia gama para elegir a su favorito. La estructura narrativa, al contar la historia de personajes que en apariencia no tienen nada que ver el uno con el otro, recuerda un poco a la de la fallida El Atlas de las nubes, uno de los grandes descalabros de los Wachowsky en la gran pantalla (podíamos añadir también a Speed Racer, pero era una película con menos pretensiones). La única pega que tiene Sense8 es que algunos episodios se alargan demasiado (otros se pasan volando, también hay que decirlo) y da la sensación de que algunas secuencias se prolongan artificial y gratuitamente con el propósito de llenar los cincuenytantos minutos que debe durar el episodio. Los propios Wachowsky se han puesto detrás de las cámaras de un buen número de capítulos de esta primera temporada (nada menos que siete de los diez que componen esta tanda).

La serie ya ha sido renovada para una segunda temporada que se emitiría la próxima primavera y para ello se eligió la fecha del 8 de agosto, el día en que se supone que nacieron los protagonistas de la serie. La tardanza en anunciar la renovación puso inquieto a más de un fan, ya que Netflix acostumbraba a anunciar las renovaciones de sus series y en Sense8 este anuncio no llegaba. Al final todo fue un pequeño guiño para los fans y toda una sorpresa de cumpleaños.