¿Ha perdido su toque el nuevo rey Midas del espectáculo?, ¿o quizá está tan concentrado en el rodaje del nuevo capítulo de Star Wars que ha descuidado el resto de sus producciones? A lo largo de los últimos meses hasta tres series diferentes que tenían el sello de J. J. Abrams han sido canceladas en sus respectivas cadenas. Dos de ellas todavía se encontraban en la primera temporada. Es lo que se llama un batacazo en toda regla. Hubo un tiempo en que el nombre de Abrams era un sinónimo de calidad televisiva, con momentos de tensión y suspense asegurados. Sin embargo, últimamente al nuevo rey Midas se le ha venido recriminando que cada vez se desentendía más de sus producciones, limitándose a poner su firma y a cobrar royaltíes. La muerte de tres series que aún estaban empezando a despegar es un índice más que alto de cancelaciones.Algunas de ellas llegaron a emitirse en España a los pocos días de su estreno en Estados Unidos, por lo que sí que había confianza en sus potenciales audiencias.

La cancelación de Revolution tras su segunda temporada no ha pillado a nadie de sorpresa, ya que el año pasado fue renovada en la NBC por los pelos. En su día la vendieron como el nuevo Lost, pero bastaban diez minutos para darse cuenta de que ni se le acercaba y me temo que ni siquiera lo intentaba. Una sociedad apolíptica en la que todos los dispositivos electrónicos un día dejaron de funcionar por alguna misteriosa razón. Ya dije en un comentario anterior que no he conseguido pasar del piloto, por lo que poco más puedo añadir sobre ella. Sólo la presencia de Giancarlo Esposito, el Gus Fring de Breaking Bad repitiendo aquí como villano, es una de las cosas por las que seguiría viéndola.

Believe también venía con todo a favor, ya que además de a Abrams tenía detrás a Alfonso Cuarón, triunfador de los Oscars de ese año con Gravity. El realizador mejicano llegó a dirigir el episodio piloto. La serie cuenta la historia de un exconvicto que debe proteger a una niña con poderes y criada por una sociedad secreta que está predestinada a salvar a la humanidad. Las críticas fueron demoledoras y en mayo la NBC anunció su cancelación tras doce capítulos. Todavía no he podido verla, pero prometo darle una oportunidad. Aunque con estos antecedentes, es de entender que se me haga un poco cuesta arriba.

Mayor interés para mí tenía Almost Human, la tercera de las series desterradas. Junto con nuestro amigo Abrams, en ella estaba involucrado J. H. Wyman, otro de los artífices de Fringe. Se trata de una historia de ciencia ficción que carecía de pretensiones y que no quería contarnos el misterio definitivo. Es lo que es y no trata de engañar a nadie. Pura evasión que parece llevarnos al universo de Phillip K. Dick, escritor de ciencia ficción cuyos relatos han inspirado películas como Blade Runner o Minority Report. Ambientada en el año 2048, Almost Human mostraba una sociedad donde los avances tecnológicos generan nuevas formas de delincuencia ante los que se ve desbordada la policía. Cada agente humano debe de tener un androide como apoyo, que además de respaldo técnico pueden servir como carne de cañón durante los tiroteos. El protagonista está interpretado por Karl Urban, el mismo que ya encarnó al doctor McCoy en las dos películas de Abrams de Star Trek. Aquí se pone en la piel de un policía que se reincorpora al cuerpo tras sufrir una emboscada en acto de servicio en la que murió su mejor amigo. Dado su delicado estado mental, su jefa, que interpreta Lily Taylor, le asigna como apoyo a Dorian (Michael Ealy), un androide que fue retirado por ser excesivamente inestable y que fue diseñado para ser lo más parecido a un humano, por lo que sus reacciones son inesperadas. Una serie clásica de policías con caracteres opuestos, que mantienen frecuentes discusiones sobre sus distintas formas de ver a la humanidad. Fórmula que puede estar un poco vista, pero que le da un toque retro que tiene su encanto. Entre las amenazas a las que la pareja protagonista se enfrentaba tenemos nuevos tipos de drogas de diseño, balas inteligentes diseñadas para perseguir a sus víctimas, redes de trata de blancas que buscan piel humana para sus prostitutas mecánicas, conflictos con seres genéticamente mejorados, crímenes en los que el asesino es el cibermayordomo, o asesinos que retransmiten sus hazañas por las redes sociales para buscar aceptación, etcétera. Durante esta temporada los episodios eran más o menos autoconclusivos, pero había pequeñas tramas sobre las motivaciones de cada personaje que iban avanzando semana tras semana. Fox tuvo la feliz idea de emitir los episodios de manera desordenada pensando en dar más ritmo a esas primeras historias cuyo único fin es que vayamos empatizando con el reparto. Esta falta de coherencia entre los episodios no pasó de largo para los espectadores y pronto empezaron a circular por internet listados con el orden real de los episodios. Cuando llegó el mes de mayo, Fox decidió cancelar la serie. Había que hacer sitio a los nuevos estrenos de la temporada. Como Almost Human no había tenido el éxito esperado fue cancelada y eso a pesar de que meses antes otros títulos con audiencias todavía menores consiguieron ser renovados. Los resultados han sido más prometedores que otra cosa y finalmente no se ha dejado a la serie alcanzar todo su potencial, ni poder crear su propia mitología. ¿Se decidirá alguien a retomar estos personajes en un futuro o seguirán obsesionados en crear series como churros para cancelarlas en cuanto los índices de audiencia no sean los esperados?