Durante un tiempo, una de las críticas que solían hacerse a las series de Netflix era que sus temporadas parecían demasiado largas. La trama se estiraba como un chicle para poder llenar los trece episodios que tenía la ración anual de episodios. Como una montaña rusa, había momentos frenéticos y otros de bajón, para acabar acelerándose al final. En los últimos meses, para bien o para mal, esto parece haber cambiado un poco y vemos cómo cada vez las temporadas son más cortas. Trece episodios quizá son muchos para ver durante un fin de semana, pero en cambio ocho puede ser algo más llevadero. O incluso, con algo de esfuerzo, diez. La cadena de emisiòn en streaming prometió en su día un estreno de contenido propio cada dos semanas y con esta premisa empieza a experimentar nuevos formatos con los que enganchar a sus espectadores.

Ya este verano, comprobamos lo que daba de sí este formato con Stranger Things, con ocho episodios en los que retrocedimos a los años 80 y a las películas que para muchos se han convertido en icono de una generación. Más cortas aún son las minitemporadas que nos han ofrecido de The Get Down y Black Mirror, sólo seis episodios. Pero esta cifra es engañosa, sólo es la mitad de la temporada. El resto de los episodios los veremos a lo largo de este año recién estrenado. Otras series como Bloodline o Club de Cuervos han pasado de trece a diez episodios entre la primera y la segunda temporada. En las últimas semanas se han estrenado dos nuevas series, de ocho episodios cada una, que confirman esta tendencia a recortar temporadas. Me refiero a The Oa y Una serie de catastróficas desdichas, los títulos con los que la plataforma cerró el pasado 2016 e inauguró el 2017.

Poco antes de las navidades, Netflix sorprendía a sus sucriptores con The Oa una serie de ciencia ficción con marcado aire independiente de la que nadie sabía nada hasta ese momento. Parecía un secreto guardado bajo siete llaves, como los misterios que plantea el argumento. Con The Oa, uno tiene que estar preparado a encontrarse con lo inesperado. Empieza con imágenes de una grabación de móvil y a continuación va cambiando de estilos y de formatos. Los títulos de crédito en el episodio piloto no comienzan hasta diez minutos antes del final, mientras que la duración de cada capítulo puede ser superior al de una hora en algunos casos y en otros quedarse en poco más de treinta minutos. No hay término medio en las reacciones a esta serie. O la adoras o no la soportas. Si hubiera que encuadrarla en algún género es en el de ciencia ficción indie. La serie nos cuenta la historia de Prairie, una joven ciega que desapareció hace siete años de un pueblecito norteamericano y un día regresa con la vista recuperada. Tras su vuelta reunirá a un grupo de amigos a los que confía los secretos de su marcha y entrena para una misión secreta. Como en Las Mil y una Noches, Prairie hace de Sherezade reuniendo a su disfuncional grupo cada noche para contarles los secretos de su pasado. ¿Estamos ante una serie de ángeles y demonios o simplemente Prairie padece algún trastorno mental? No vamos a desvelar mucho, porque es mejor llegar virgen a esta serie y dejarse sorprender, pero una pequeña pista sobre su título: The Oa en realidad quiere decir The Original Angel. Brit Marling no sólo es la protagonista, sino que también escribe el guión. Dirige Zal Batmanglij.

La semana pasada la plataforma estrenó Una serie de catastróficas desdichas, basada en los libros de Lemony Snicket, alias de Daniel Handler. La saga cuenta las desventuras de los hermanos Baudelaire, tres niños que acaban de perder a sus padres en un incendio. Sobre ellos se cierne la amenaza del conde Olaf (interpretado por un irreconocible Neil Patrick Harris)y su banda, un grupo de villanos de opereta que pretenden llevarse a los niños para hacerse con su suculenta herencia. Pese a estar dirigida potencialmente a un público infantil, la serie sabrá despertar el síndrome de Peter Pan de algunos adultos para verla en solitario, o por lo menos para disfrutarla en familia. Estéticamente es una mezcla de los peculiares estilos de Tim Burton y Wes Anderson, con cuidadas ambientaciones y buenas dosis de humor absurdo. En esta primera temporada de ocho episodios, se ha adaptado un libro de la saga en cada dos episodios. Los niños van saltando de tutor en tutor mientras pretenden escapar de las garras del conde Olaf, que, por muchos disfraces que se ponga, ellos saben distinguir a la primera. Esta saga ya tuvo una fallida adaptacion cinematográfica con Jim Carrey como protagonista, pero no pasó de la primera entrega. Uno de los artífices de la nueva versión de Netflix es Barry Sonnenfeld (director de las franquicias de Men in Black y La Familia Addams), que en su día estuvo a punto de dirigir la película.

¿Series cortas o largas? He ahí el dilema.

Aún así, la plataforma en streaming cuenta con la suficiente variedad de formatos como para que uno pueda disfrutar de la serie de la manera que le dé la gana. Netflix tiene firmados acuerdos con cadenas generalistas que les permite colgarte de golpe toda la saga de Star Trek, House, The Good Wife, Lost y hasta The Big Bang Theory para aquellos que quieren darse un verdadero atracón de series. Para otros espectadores menos impacientes se implanta también el sistema de ofrecer el episodios de la semana y verla al ritmo en que se ve una televisión normal, como ha pasado con Sherlock, Sucesor Designado, El tirador o Cazadores de Sombras. La clave está en que cada uno disfrute de su serie favorita de la manera que más le apetezca. No importa de qué modo. Lo importante es que al mes siguiente el espectador renueve su suscripción.