Con el reclamo de Stranger Things y The end of the f***ing world, Esta mierda me supera se ha encumbrado como la serie más vista de Netflix esta semana. Justo en la primera en que la plataforma ha decidido hacer público el top diez de sus títulos más seguidos. Desde que Netflix se puso en marcha, los datos reales de audiencia eran uno de sus secretos mejor guardados y reservados sólo para los autores de los algoritmos de la web que sugieren nuevos títulos a sus espectadores. Seguimos sin saber las cifras numéricas reales, pero al menos tenemos un listado que nos sirve de referencia. Apostaría con total seguridad que también ha tenido el mismo resultado en otros países. La serie asume la fórmula que tantos éxitos le ha dado al gigante del streaming, en un momento en el que, tras la llegada de nuevos competidores, ya iba necesitando pegar un nuevo pelotazo.

No ha sido una sorpresa inesperada que la serie de adolescentes encabezara este primer ranking, pero que nadie busque al demogorgon por aquí. No son los hermanos Duffer los productores de esta serie, sino el tercer artífice de Stranger Things, Shawn Levy. Los enemigos de la protagonista, de momento, son mucho más mundanos y el título tiene más de producción independiente que de gran blockbuster palomitero. Charles S. Forsman es el autor del cómic que ha inspirado esta serie, así como también lo fue de las viñetas de las que surgió The end of the f***ing world. Jóvenes parias e incomprendidos es lo que une ambas obras, en una trama que combina comedia con drama. A lo largo de los episodios hay varios guiños a la otra serie, con la que comparte también a Jonathan Entwistle, que fue director de aquella y aquí en funciones de productor.

La primera temporada consta de siete episodios de media hora de duración cada uno, por lo que puede verse de una sentada en una tarde, en menos tiempo que El irlandés. Todos dan por hecho de que contará con una segunda entrega, tras una primera entrega que ha servido para mostrar el origen de su protagonista y que ha dejado muchos cabos sueltos para ser retomados. Sophia Lillis es la estrella absoluta de Esta mierda me supera. Tras haber trepado a la cima del éxito interpretando a la versión adolescente de Amy Adams en Heridas abiertas y haber formado parte de la pandilla de jóvenes que se enfrentaba a Pennywise en la última versión cinematográfica de It, la novela de Stephen King, le toca ser cabeza de cartel. Su interpretación es la que tira del carro de la trama y parece que va a ser una actriz de la que seguiremos oyendo hablar. En los próximos meses se irán estrenando otras dos películas en las que interviene. Seguro que su trabajo en esta serie animará el resultado de la taquilla.

En Esta mierda me supera, Lillis interpreta a joven adolescente llamada Sydney con poderes telequinéticos en ciernes muy similares a los de Eleven (Millie Bobbie Brown) en Stranger Things. Como si fuera una mutante de los X-Men sus habilidades aparecen en una de las etapas más conflictivas de su vida y cuando todavía en su casa están intentando recuperarse de la trágica muerte de su padre. Como terapia, en un diario tiene que ir anotando sus vivencias e inquietudes, pretexto que usan los guionistas para que a través de una voz en off nos cuente en tono sarcástico lo que le pasa por la cabeza en cada momento. Por si descubrir que tienes superpoderes mientras intentas superar una tragedia familiar no es suficiente, muchos más problemas convierten su vida cotidiana en una bomba de relojería. La joven siente que se está enamorando de su mejor amiga, que para más inri se ha liado con la estrella del equipo de fútbol americano del instituto. Su hermano sufre acoso escolar y a ella misma la miran como si fuera la rarita de la clase. Sus poderes tampoco son un regalo caído del cielo, sino que más bien parecen una carga. Y parece que ya han causado algún que otro problema antes en la familia. Wyatt Oleff, que también fue su compañero de reparto en It, es el disfuncional mejor amigo de Sydney. Enamorado de ella y única persona el mundo que parece entender lo que le está pasando.

El final de la serie tiene más elementos de Stephen King que de cómics de mutantes. El desenlace parece sacado de Carrie, la primera novela del conocidísimo novelista de terror y ciencia ficción. Los trailers ya mostraban al personaje de Lillis totalmente ensangrentado y huyendo por la calle. Así que las comparaciones con el papel de Sisy Spacek en la adaptación de ese libro eran inevitables. Lo que viene a continuación puede ser spoiler. Pero es que hay más elementos en común con la citada novela, como que el desenlace tiene lugar en el baile del instituto, que es el lugar que elige su acosador y némesis para humillarla delante de todos sus compañeros. ¿Son los acosadores el verdadero demogorgon? Como Carrie, el personaje no se lleva bien con su madre. A diferencia de aquella, no la tiene reprimida, ni la atosiga con sermones religiosos. Sus problemas vienen más porque a causa de su trabajo la madre nunca puede estar con sus hijos y ella le toca asumir el rol maternal.

Mientras que para Carrie no había redención posible una vez cruzada la línea, no parece que le vaya a ocurrir lo mismo a Sydney. Ha aprendido de la más cruda de las maneras aquello de "todo gran poder conlleva una gran responsabilidad". La gran incógnita es si esa misteriosa figura que aparece en el final es un enemigo o va ser el mentor que necesita para controlar sus habilidades. Sospecho que los retrasos en la segunda temporada van a estar más relacionados con los problemas de la cada vez más abultada agenda de Sophia Lillis. En cosa de un año podríamos estar viendo qué nuevas cosas tiene Sydney que contar a su diario.