Tras encumbrarse como una de las mejores series de ciencia ficción de los 90, el regreso de Expediente X a la televisión ha pasado sin pena ni gloria. En estos nuevos episodios, hay intentos de aportar nuevas ideas y enfoques, pero el paso de los años se ha notado en algo más que en el cambio físico de los protagonistas. De acuerdo que William S. Davis sigue siendo un gran actor, pero al volver a ponerse en la piel del Fumador ya no resulta una amenaza muy creíble. Parece como si Expediente X se hubiera quedado anclada en cómo se hacía televisión en el año en que finalizó en 2002. Y claro, las series han cambiado un poco desde entonces y ésta no ha aprendido nada de sus sucesoras. Más parece haberse quedado anclada en el pasado, donde los viejos trucos ya no tienen por qué seguir funcionando. Aún así, todavía hay ideas interesantes que ayudan a continuar picando.

El resultado ha sido muy similar al de esa minitemporada de seis episodios con la que la serie hizo amago de volver hace dos años. Esta vez un poco más largo, porque en la nueva entrega subimos a los diez capítulos. A pesar de que se había insinuado que podría haber relevo en el reparto para dejar la serie en nuevos actores, la opción quedó descartada. De esas versiones juveniles que parecían venir a continuar su trabajo no ha quedado ni rastro y Mulder y Scully siguen siendo las estrellas absolutas de la función. La duda es si tendremos o no más episodios en el futuro. Por lo pronto, quien no está por la labor es Gillian Anderson (Dana Scully) que se da por despedida del personaje. Tanto tiempo debatiendo durante los 90 si era posible un Expediente X sin David Duchovny (Fox Mulder) y quien ha acabado siendo imprescindible es Scully. Sin ella en el reparto, creo que podremos despedirmos de Expediente X durante un buen tiempo. El final no ha sido tan abierto como en la temporada anterior, pero se dejan los suficientes cabos sueltos para que el equipo la pueda retomar cuando mejor les venga. Como esos grupos de amigos que cada ciertos años vuelven a reunirse para rememorar viejos tiempos, conscientes de que cualquier tiempo pasado fue mejor.

Para los impacientes que no hayan visto la nueva temporada, sólo tres episodios avanzan en la trama principal (el 1, el 5 y el 10). En ellos se desarrolla la historia de la gran conspiración y la búsqueda de William, el hijo perdido de Scully. Parece que se nos ha caído un nombre de la ecuación. Los otros siete capítulos siguen la fórmula del monstruo de la semana con resultados de lo más variado. Habrá quién prefiera los episodios de la saga, otros se quedarán con los autoconclusivos. Con tantos giros de guión y piruetas para volver siempre a la casilla de salida, diría que son más los del último grupo.

Aunque en estos episodios no se entra al trapo en el tema político, las alusiones a la era Trump la era Trumpen la serie por excelencia sobre las conspiraciones eran inevitables. En algún episodio vemos cómo el FBI ya no es el que era y hay consorcios privados que tienen más poder que ellos y pueden pasarles por encima sin que éstos puedan ni rechistar. Los extraterrestres ya no ven a la Tierra como un planeta tan apetecible, a causa de todos los problemas ambientales por la sobreexplotación de recursos y el calentamiento global. La gran conspiración consiste ahora en eliminar con un virus todo rastro de la Humanidad hasta a las mentes más brillantes. Las aplicaciones espía en nuestros dispositivos informáticos ya no se limitan a quedarse con nuestros datos, también con cada llamada de móvil se quedan con algo de nuestra personalidad. Así que llegamos a ver un mundo virtual, tipo Matrix o San Junípero, donde las conciencias robadas de los genios viven sin llegar a darse cuenta de que es un mundo virtual. Este último giro argumental se utiliza para traernos de vuelta a algún personaje del pasado que ya dábamos por fallecido.

Los episodios autoparódicos siempre han sido una señal de identidad de Expediente X y en esta temporada hay buenos ejemplos. Uno de ellos, el séptimo, es un homenaje a Black Mirror en un episodio cuya moraleja es que quizá dependemos demasiado de los dispositivos electrónicos. El enigmático título del capítulo es Rm9sbG93ZXJz, un mensaje cifrado en el código conocido como base 64 y que quiere decir Followers. En él, apenas hay diálogos y las pocas frases que se usan son muy básicas. Es una metáfora de la falta de comunicación real y la sustitución del lenguaje por emoticonos y símbolos similares. Los agentes del FBI se enfrentan a una revolución de las máquinas en la que les persiguen drones, móviles, coches sin conductor y los edificios inteligentes son una trampa mortal.

La parodia es más clara en El pérdido arte del sudor en la frente. En él, el humorista Brian Huskey interpreta al tercer agente clave en la investigación de los expedientes x y cuyo recuerdo parece haber sido borrado de la memoria colectiva. Es algo conocido como el efecto Mandela, por el que un grupo de la sociedad parece recordar hechos que nunca ocurrieron. Se trata de un episodio para los más nostálgicos., porque recupera algunos de los momentos claves de la serie insertando al nuevo componente del grupo como si realmente hubiera estado allí. En el desenlace, propio de la parodia que impregna todo el capítulo, resulta que son los extraterrestes quienes están dispuestos a levantar un muro en el espacio para que una raza tan problemática como la humana no pueda salir jamás a colonizar otros mundos. En otro capítulo en el que Mulder y Scully investigan a un extraño culto que hace sacrificios humanos para mantener la eterna juventud, abundan las bromas por el hecho de que los dos agentes ya no son unos críos y hablan sobre achaques.

Ahora entramos en el delicado terreno de los spoilers al analizar las incógnitas que arroja el episodio final. Así que aquel que no quiera saber algunas de las cosas que ocurren, ya puede dejar de leer. En el supuesto gran desenlace, Mulder acaba matando a tiros a su némesis, El Fumador. Habrá quien lo considere el climax natural de la serie, pero hay que recordar que es la tercera vez que el personaje muere. Además, ¿seguro que la conspiración acaba con él? Como una hidra, siempre que una cabeza ha caído ha sido inmediatamente sustituída por otra. Otra pregunta que nos deja la temporada es ¿ha muerto Skinner?, ¿ha sido atropellado por el Fumador o logró ponerse a salvo debajo de otro coche? En cambio, no hay lugar para la ambigüedad en el caso de William y sobre el que ha girado el regreso de la serie. Parece haber encontrado la muerte, pero hay una escena que dice claramente que ha sobrevivido a los disparos del villano. Y como guinda parece que Mulder y Scully van a ser finalmente papás ¿Es realmente un embarazo natural o han sido objeto de otro oscuro experimento gubernamental? El tiempo dirá si los creadores de la serie se deciden a responder a estas preguntas.