Apenas han pasado dos meses desde que Donald Trump tomó posesión como nuevo presidente de los Estados Unidos, cuando ha regresado a las pantallas televisivas uno de los personajes con potencial para convertirse en uno de nuestros mandatarios favoritos de la pequeña pantalla. Estoy hablando del Tom Kirkman que Kiefer Shutherland interpreta en Designated Survivor. Es una americanada, lo sé, pero al fin tenemos una serie con un presidente de los Estados Unidos que es una persona normal y corriente. Honrado, sin planes maquiavélicos para hacerse con todo el poder y con vocación de ser un servidor público. Precisamente son sus principios y esa manera virginal de ver las cosas, no contaminada por los peajes que otros presidentes tienen que pagar por escalar en el poder, lo que le hace chocar contra el establishment de Washington, que no está dispuesto a que un presidente por accidente le diga cómo hacer las cosas. Kirkman deberá hacer frente a militares, gobernadores y otros altos cargos que no reconocen su autoridad, al tiempo que trata de hacer que su familia se adapte a su nueva situación. Las conspiraciones están a la orden del día, porque no hay nada más aterrador en determinados sectores que tener a una persona honrada al frente del Ejecutivo. ¿Presidentes honrados? ¿Esto qué es, ciencia ficción? A lo largo de estos primeros episodios le hemos visto cómo aprendía a tomar las riendas del poder y enfrentarse a las crisis que causan quienes le cuestionaban para el cargo.

La acción de Designated Survivor se inicia con un gran atentado terrorista que acaba con la vida del presidente de los Estados Unidos, su gabinete al completo y todo el Congreso, ya que los terroristas hacen volar el Capitolio por los aires. Para Tom Kirkman eso de ser el sucesor designado era una tarea secundaria. Debía permanecer a salvo en un bunker como medida preventiva ante la peor de las catásfrofes mientras todo el Gobierno participaba en un pleno. Así es cómo Kirkman pasa de ser Secretario de Vivienda a presidente de la nación más poderosa del mundo de la noche a la mañana y responsable de que el país mantenga alta la moral en unos momentos que no invitan para nada al optimismo. La serie se apoya en la interpretación que hace Kiefer Sutherland, que con su papel de Jack Bauer en 24 se convirtió en uno de los héroes de acción más carismáticos de la televisión la pasada década. El camino de Kirkman a la presidencia es instantáneo e inesperado. Hemos visto tantas ficciones en la que el aspirante a presidente tiene que ir renunciando a sus ideales a medida que va ascendiendo peldaños para conseguir el poder.

En un principio, todo apunta a que se trata de un atentado de corte islamista, pero por detrás se adivina una gran conspiración mucho más cercana a los despachos de Washington. La actriz Maggie Q interpreta a la agente que está investigando el ataque y aspira a descubrir el gran complot terrorista. La primera temporada de la serie hizo una pequeña pausa en diciembre con un cliffhanger que dejó a la audiencia con el alma en vilo esperando ver cómo se solucionaba todo. La serie está bien contada, mantiene la intriga, aunque hay veces que abusa más de lo deseado de la credulidad del espectador.

Designated Survivor regresó a las pantallas norteamericanas en marzo y en nuestro país la emisión se ha retomado esta semana. A sus creadores les ha sorprendido ver que la audiencia ha aumentado tras la victoria de Donald Trump. De hecho, los responsables de la ABC anunciaron tras las elecciones que la serie tenía garantizada la segunda temporada. Las comparaciones entre Trump y Kirkman eran inevitables. Mientras unos apuntan a que ambos eran personas que no estaban preparadas para el cargo que se han visto obligadas a ocupar, otros apuntan a que las cosas irían mejor con el presidente de la ficción que con el real. Si en tiempos de George W. Bush, la Casa Blanca televisiva ya tuvo uno de sus mejores presidentes con El Ala Oeste de la Casa Blanca, la era Trump nos ofrece otro mandatario ideal. Josiah Barlett tiene un nuevo heredero en Washington. Parece como si la televisión siempre diera con presidentes carismáticos en los momentos en que la realidad nos ofrece lo más granado de la mediocridad.

Cuando otros se dejarían llevar por el recurso fácil de la venganza ante un atentado que ha dejado hundida la moral del país, Tom Kirkman es alguien sosegado que quiere estar seguro de quién ha sido y por qué antes de emprender respuesta alguna, tratando de evitar el recurso fácil de la islamofobia. Es un personaje que parece salido de aquellas antiguas películas de Frank Capra, que tiene muy claros cuáles son los principios democráticos por los que se rige y antepone el interés general y la protección de los derechos civiles a cualquier otro. Justamente todo lo contrario a lo que parece verse cada día en los pasillos de Washington y donde las peores pesadillas de muchos parecen haber cobrado forma.

Aunque la serie se planificó y se concibió cuando la posibilidad de que Trump llegara al poder era poco más que una broma macabra, han sido las comparaciones con la vida real lo que ha hecho que el interés por esta serie haya aumentado. De hecho ya hablamos de Designated Survivor un poco de refilón en este blog cuando analizamos las series que marcaban el inicio de la era Trump.

Para todos aquellos que prefieren una visión más maquiavélico de la política, tendrán que esperar a finales de mayo a que lleguen los nuevos episodios de House of Cards y Frank Underwood y su señora dén rienda suelta a sus intrigas en Washington. Netflix lanzó el trailer de los nuevos episodios precisamente el mismo día en el que Trump tomó posesión de la presidencia de los Estados Unidos. Tanto House of Cards, como Veep y hasta la loca Scandal tienen sus presidentes imaginarios, pero no están dispuestas a dejar de buscar paralelismos con la situación política de su país.