Praga es una ciudad de torres y puentes, el más emblemático es el Puente de Carlos, un puente sobre el río Moldava con dos torres, la de la Ciudad Vieja y la de Malá Strana, ésta última nos conduce a la margen izquierda del Moldava, a Malá Strana y Hradcany, dos barrios que debemos visitar.

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Al pasar por el concurrido Puente de Carlos debemos hacer un alto en la estatua de San Juan de Nepomuceno. Cuenta la leyenda que, ante la negativa de desvelar las confesiones de la reina al rey, fue tirado al río, apareciendo su cadáver posteriormente con cinco estrellas sobre su cabeza. Dicen que para volver a Praga debemos tocar la pequeña imagen que hay de él en la placa, a los pies de la estatua. Por la Puerta de Malá Strana dejamos el puente y entramos en el barrio homónimo.

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Malá Strana, cuya traducción sería ciudad pequeña, es un barrio con numerosos palacios e iglesias, que ha sido castigado en varias ocasiones por las crecidas del Moldava. En la fachada de un edificio de la calle Hroznová está señalada la altura que alcanzó el agua en varias inundaciones, superando con creces la de 2002 al resto. En la cercana calle Velkoprevorské se encuentra el Muro de Jonh Lennon, una pared donde se toleran los grafitis.

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Si el muro nos muestra la tolerancia de los praguenses, la Iglesia de Nuestra Señora de las Victorias (Panny Marie Vítèzné) la devoción que tienen por una pequeña imagen del Niño Jesús, traída desde España en siglo XVI y conocida como el Niño Jesús de Praga.

La iglesia barroca de San Nicolás divide la plaza de Malá Strana en dos. Rodeada de palacios esta plaza es el corazón del barrio y desde ella parte la calle Nerudova, que forma parte del llamado Camino Real y nos conduce al Castillo de Praga.

En la subida al Castillo, por la calle Nerudova, seguiremos viendo palacios y en el número cuarenta siete, el que fuera hogar del escritor decimonónico Jan Neruda, del que cuentan que el nobel chileno, Ricardo E. Neftalí Reyes, copió su apellido para su seudónimo, Pablo Neruda.

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Al final de la calle Nerudova habremos llegado al barrio del Castillo (Hradcany). En la explanada de entrada podremos reponer fuerzas con los puestos de comida ambulantes y probar un trdelník, un dulce muy popular en Praga.

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Por la parte occidental accedemos a la ciudad-fortaleza que es el Castillo de Praga, su entrada está custodiada por la guardia republicana y el relevo de los uniformados se efectúa a las horas en punto con una pequeña parafernalia. Accedemos al primer patio pasando por un puerta que en su fachada nos recuerda como se dice sí en checo. Si leemos la inscripción, figura al final ANO MDCXIV, cuando lo correcto en latín es ANNO, pero nos sirve para recordar que ano en checo significa sí.

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La Catedral de San Vito es el edifico más significativo del Castillo, sus dos torres delatan su inspiración gótica, había que acercarse a Dios lo más posible. En su fachada, debajo del rosetón, podemos ver esculpidas las figuras de hombres vestidos con trajes modernos y en su interior las vidrieras con el nombre de una entidad bancaria, prueba de que la mayor parte de su construcción se realizó a finales del siglo XIX, terminándose en 1929.

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Desde los Jardines del Paraíso tendremos unas bonistas vistas de Praga y conoceremos la afición que tenían en la ciudad por la defenestración, en 1618 tiraron a varios consejeros desde una ventana cercana a la sala Vladislav.

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No podemos abandonar el Castillo sin visitar el Callejón del Oro, llamado así por la afición de los alquimistas de intentar convertir los metales en oro. Es una calle con casas sencillas y muy coloridas, construidas en el siglo XVI como morada de los guardias y sus familias. El número más buscado es el veintidós, donde vivió una temporada el autor del relato que nos cuenta que, al despertar Gregorio Samsa una mañana, tras un sueño intranquilo, se encontró en su cama convertido en un monstruoso insecto, relato escrito por el praguense Franz Kafka en 1912 y titulado La metamorfosis.

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Abandonamos el Castillo por su puerta oriental con destino al tranvía número veintidós, que nos llevará hasta la margen derecha del Moldava, a Staré Mesto y Nové Mesto. Pero podemos bajar en Hellichova, cerca de la iglesia donde está el Niño Jesús de Praga, para despedirnos de Malá Strana junto al río Moldava, en el parque de la isla Kampa, donde seguro nos haremos una foto con los bebés del Museo Kampa y con el Puente de Carlos como fondo.

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Cómo llegar: al aeropuerto praguense llegan vuelos procedentes de Barcelona, Bilbao, Fuerteventura, Gerona, Gran Canaria, Lanzarote, Madrid y Málaga. Otra forma de llegar al centro de Praga es volar a la ciudad alemana de Núremberg, con vuelos desde Alicante, Ibiza, Menorca, Palma de Mallorca y Tenerife-Sur. Desde la terminal nuremburguesa, la línea 2 de metro nos deja en la Estación Central de ferrocarril, en su puerta principal tiene la parada el autobús de DB BAHN con destino a la puerta principal de la Estación Central de ferrocarril de Praga, muy cerca de la plaza Wenceslao.

Fotografías y vídeo de J.Cintas:

1- Río Moldava y su margen izquierda.

2- Puente de Carlos.

3- Muro de Jonh Lennon.

4- Calle Nerudova.

5- Puesto ambulante de trdelník.

6- Guardia republicana.

7- Catedral de San Vito.

8- Praga desde su Castillo.

9- Callejón del Oro.

10- Puente de Carlos y su Torre de la Ciudad Vieja, desde la isla de Kampa.

11- Tranvía 22

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