Al norte de la isla se encuentra Harlem, un barrio con melodía góspel y en el que Marthin Luther King es el nombre de su calle principal, siendo un imprescindible de nuestra visita neoyorkina.

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Mi último día en Nueva York fue un domingo, por cierto algo lluvioso y con mucha presencia policial en las calles, ya que se celebraba la maratón de la ciudad. Disponía de ocho horas para visitar Harlem y Central Park, mi vuelo para Madrid salía por la noche. Opté por contratar una excursión con entrada a una misa góspel, una manera de maximizar mi tiempo de descuento en Manhattan. La visita a Harlem en domingo tiene un plus, la posibilidad de asistir a una misa góspel en una iglesia baptista, que con toda seguridad no nos dejará indiferente.

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En el punto de encuentro acordado, el hotel Pensilvania, inicié mi excursión al norte de Manhattan, en un microbús compartido con personas a las que me unía la misma lengua, el español.

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La primera parada fue en el Fort Tryon Park, donde están situados los Cloisters, un conjunto de claustros y capillas medievales, traídas, piedra a piedra, desde Europa. La casa más antigua de Manhattan fue la segunda parada, la Mansion Morris Jumel, que data de 1765 y está junto a la singular calle Sylvan Terreca, con sus casas de madera del siglo XIX.

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En Harlem, algunas calles son conocidas, además de por el número, con el nombre de algún personaje vinculado a la comunidad afroamericana, como es la 125, que lleva el nombre de Marthin Luther King, activista por los derechos civiles de los negros y Premio Nobel de la Paz, asesinado en 1968. En esta calle está el Teatro Apollo, consagrado a la música y cultura afroamericana.

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Recorrí la calle 125, encontrándome alrededor del Teatro Apollo placas en el suelo con el nombre de artistas que habían actuado en él, como Aretha Frankin y Michael Jackson. Me llamó la atención algún escaparate con ropa y zapatos para hombre y los grafitis en las persianas de las tiendas. Conocí a Franco the Great, un grafitero octogenario, que tiene en su haber el "grafiteado" de más de doscientas persianas de las tiendas de la calle 125.

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A las once de la mañana empezó el servicio religioso en The Greater Refuge Temple, un antiguo cine convertido en una iglesia baptista, situado en la Séptima Avenida con la calle 124. Entramos en grupo y nos situaron en el “gallinero”, no podíamos pasar inadvertidos, nuestro color de piel y nuestra vestimenta nos delataba que no éramos feligreses. Debo decir que, conforme avanzaba la misa, el ritmo góspel se apoderaba de las palmas de nuestras manos, imbricando en cierta medida con los parroquianos. La misa góspel en el Templo del Gran Refugio fue una experiencia muy agradable y, para aquellos que disfrutan con la música, debe ser un imprescindible en su viaje a Nueva York.

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Una vez finalizada la visita a Harlem pedí que me dejaran en Central Park, a la altura del edificio Dakota. Mi intención era entrar al parque por un lugar de culto para los seguidores de los The Beatles y en especial de John Lennon, algo que me fue imposible, ya que el parque estaba cerrado al público porque se estaba celebrando la maratón. Solo se podía acceder a una pequeña zona, junto a Columbus Circle, que recorrían los maratonianos en sus últimos metros de carrera.

Central Park divide el Alto Manhattan en dos partes, la del este junto al río East y la parte oeste junto al río Hudson, conocidas en inglés como Upper East Side y Upper West Side, respectivamente. Solo visité la pequeña zona que estaba abierta, comprobando la cantidad de rocas que había en el terreno y pasando por un neoyorkino más, que animaba a los corredores, aunque cuando animaba a los que llevaban la rojigualda delataba mi procedencia.

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Forzado por las circunstancias, tengo aplazada mi vista a Central Park para mi próximo encuentro con la Gran Manzana. No ocurre así con la Quinta Avenida, que decidí recorrer desde Gran Armmy Plaza hasta la calle 29. Al pasar por Tiffany, en el 727 de la Quinta Avenida, es inevitable pararse en su escaparate para recordar a Audrey Hepburn y su desayuno frente a él, una escena inmortalizada en la película con la banda sonora acreedora de un Óscar, ”Desayuno con diamantes”.

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Trascurridas mis ocho horas, recogí mi equipaje, que no era de mano y me despedí con un hasta pronto de Nueva York, una ciudad que no deja indiferente al viajero.

Cómo llegar: la línea A del metro de Nueva York nos lleva desde el bajo y medio Manhattan hasta la calle 125

(Clicar aquí para ver el mapa del Subway)

Fotografías y vídeo de J. Cintas:

  1. Harlem.
  2. Policía de Nueva York.
  3. Fort Tryon Park.
  4. Mansion Morris Jumel / Sylvan Terreca.
  5. Teatro Apollo.
  6. The Greater Refuge Temple.
  7. Persiana “grafiteada” en la calle 125.
  8. Central Park.
  9. Quinta Avenida (Alto Manhattan)
  10. Rascacielos de Nueva York: Trump Tower/432 Park Avenue / Sony Building.

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