Milán está considerada la capital económica de Italia, está situada al norte del país, en la región de Lombardía y es conocida por el Duomo, una impresionante catedral modelada durante cinco siglos.

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Mi viaje a Milán forma parte de una escapada de fin de semana. Cuando se encuentra un vuelo directo con salida en sábado por la mañana y vuelta el domingo por la tarde, a un precio razonable, un viajero no puede desaprovechar la oportunidad de sumar un nuevo destino a su listado de visitados.

Me propongo visitar el domingo por la mañana el lago de Como, así que sólo dispongo de la tarde del sábado para recorrer Milán y por eso me trazo una ruta, de la plaza del Duomo al Castillo Sforzesco, para terminar cenando en una terraza del barrio de Brera, una vez descartada la visita al Cenacolo Vinciano. En la Iglesia de Santa María delle Grazie se encuentra el fresco pintado por Leonardo da Vinci, conocido en español como “La última cena”, pero no tuve suerte y no conseguí entradas para el fin de semana de mi visita (clicar aquí para entradas al Cenacolo Vinciano)

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A la Estación Central de ferrocarril, un impresionante edificio inaugurado en 1931, llega el autobús desde el aeropuerto de Bérgamo, después de una hora de trayecto. Para economizar desplazamientos me alojo en un hotel con vistas al rascacielo Pirelli, en las inmediaciones de la estación, donde el metropolitano milanés tiene parada, la línea tres, para llegar al Duomo y la línea dos, con parada en Cardona, la estación desde donde parte el tren con destino al lago de Como.

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Llego en metro a la plaza del Duomo y cuando salgo a ella, quedo gratamente sorprendido por el Duomo, una catedral con un aforo de cuarenta mil personas y con unas cubiertas que se pueden visitar, una propuesta interesante para ver Milán desde las alturas y apreciar detalles del templo, como sus gárgolas y sus agujas coronadas con estatuas, sobresaliendo la de la Madonnina.

A las cubiertas podemos subir por escaleras o por ascensor, previo pago de entrada. Por diecisiete euros se adquiere una entrada combinada para visitar las cubiertas en ascensor, y entre otros lugares, la catedral y su área arqueológica.

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Para la visita al interior del templo deberemos pasar un control exhaustivo de nuestras pertenencias y de nuestra vestimenta. Por supuesto, los hombros deben estar cubiertos y las piernas hasta las rodillas. Mi compañera de viaje no pasó el control de vestimenta, pero esa eventualidad la tienen controlada, te ofrecen un kimono de celulosa por dos euros. Si no lo has previsto pierdes el tiempo que has estado en la cola, ya que debes desplazarte hasta donde se adquieren los tiques, fuera del Duomo y hacer de nuevo cola.

Dentro del Duomo nos espera la escultura de San Bartolomé desollado, las altas columnas que sustentan la catedral y en el subsuelo, un área arqueológica.

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De vuelta a la plaza del Duomo y, antes de dirigirme al Castillo Sforzesco, visito las Galerías Vittorio Emanuelle II, unas galerías comerciales decimonónicas que unen la plaza del Duomo con la plaza de la Scala, donde se encuentra el famoso teatro de ópera de Milán. En las galerías se sitúan tiendas de Versace y Prada, marcas con sede en Milán y en el centro, en el pavimento, cuatro escudos que representan a cuatro ciudades italianas: Milán, Roma, Florencia y Turín. Esta última ciudad está representada por un toro, con sus partes nobles desaparecidas, después de soportar años el ritual de girar tres veces con los ojos cerrados y con el talón derecho apoyado sobre sus testículos.

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Por la peatonal Via dei Mercanti, me dirijo hacia Via Dante para llegar a la entrada del Castillo Sforzesco, un recorrido de algo más de un kilómetro para visitar una fortaleza que se construyó en el siglo XIV, remodelada por Francesco Sforza en el siglo XV y salvada de la demolición a finales del siglo XIX. La entrada al castillo es gratuita, pero para visitar sus museos debemos abonar diez euros.

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Concluyo mi recorrido milanés en el cercano barrio de Brera, por unas calles muy concurridas un sábado de junio por la noche, cenando en la terraza de Hosteria Della Musica.

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Comienzo el domingo desayunando con vistas al rascacielos Pirelli, después mi dirijo a la estación de ferrocarril de Cardona, para tomar el tren con destino a Como, la ciudad del lago.

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Tras una hora de trayecto, llego a la estación término Como-Nord Lago, casi a la orilla del lago de Como. El lago está rodeado de montañas y tiene forma de “Y” invertida, situándose el pueblo de Colico al norte, Lecco al sureste, Como al suroeste, y en el centro el famoso Bellagio.

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Mi recorrido por el lago se limita a la ciudad de Como, llegando hasta el final del muelle donde se ubica la escultura “Life Electric”, en recuerdo del físico nacido en Como, Alessandro Volta.

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Antes de mi vuelta a Milán visito el Duomo y recorro el centro histórico de Como, parando para tomar pasta y helado italiano, pensando en que aún me queda una hora en tren, un viaje en metro, una hora en autobús y dos horas y media en avión para llegar a España.

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Cómo llegar: Milán dispone de dos aeropuertos principales, Malpensa, a cuarenta y cinco kilómetros y Orio al Serio-Bérgamo, a cincuenta kilómetros. A ambos aeropuertos llegan vuelos desde Alicante, Barcelona, Madrid y Málaga (clicar aquí para ver destinos)

Fotografías y vídeos de J. Cintas:

  1. El Duomo.
  2. Estación Central de Milán.
  3. Rascacielo Pirelli.
  4. Cubiertas del Duomo.
  5. Interior del Duomo.
  6. Galerías Vittorio Emanuelle II.
  7. Castillo Sforzesco.
  8. Barrio de Brera.
  9. Estación Cardona.

10. Lago de Como.

11. Life Electric.

12. Como.

13. El Duomo iluminado.

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