En el estuario del río Tajo nos encontramos con Lisboa, una ciudad a la que le llega la brisa atlántica y que tiene su parte melancólica, nostálgica, con melodía a fado.

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Antonio Tabucchi, en su novela “Sostiene Pereira”, nos hace viajar a la Lisboa de 1938, una ciudad que podemos encontrar hoy en día, con su ropa tendida en las ventanas y sus viejos tranvías.

Pereira es un viejo periodista que vive en Alfama, el único barrio que sobrevivió al devastador terremoto que asoló la capital lusa en 1755 y que obligó a reconstruir toda la Baixa.

Pereira trabaja en el número sesenta y seis de la Rua Rodrigo da Fonseca, en la redacción cultural del “Lisboa”, un pequeño periódico de la tarde, realmente es él toda la redacción cultural. En su recorrido hasta su casa, en Rua da Saudade, por la ventanilla del tranvía ve desfilar lentamente su ciudad, un recorrido que podemos emular para conocer la ciudad lisboeta.

Comenzamos en la avenida da Liberdade, un bulevar con aceras decoradas y tiendas con precios de tres cifras; seguimos hasta la Praça de D. Pedro IV, conocida por su antiguo nombre, Rossio, autentico corazón de la ciudad; después nos encontramos con el Elevador de Santa Justa, construido por Raúl Mesnier en 1902, que une la Baixa con la zona del Chiado en el Barrio Alto, reconstruido prácticamente en su totalidad tras el incendio de 1988 y donde podemos visitar cafés como el “A Brasileria”.

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Continuamos nuestro recorrido por la Baixa, en dirección a la Praça do Comercio, también conocida como Terreiro do Paço y testigo de cómo, el 25 de abril de 1974, los claveles secuestraron a los fusiles y acababa el tiempo de las Celestes y los Fonsecas. Destaca en su lado norte el Arco Triunfal de la Rua Augusta como puerta de entrada a la Baixa y en su lado sur, el río Tajo. Aquí, Pereira cambia de tranvía y coge el que sube hasta el castillo, que nos dirige hacia la parte más antigua de la ciudad, el barrio de Alfama. Hacemos un alto en la Sé (catedral de Lisboa), donde Pereira baja, porque vive cerca. Continuamos por el barrio del fado y llegamos al Castillo de San Jorge, que proporciona unas bonitas vistas de la ciudad y el estuario del Tajo.

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Si después de nuestro paseo pereirano queremos reponer fuerzas, no recomiendo visitar el Café Orquídea, como hace Pereira, porque solo sirven omelettes a las finas hierbas. En cambio, en el restaurante de la Casa do Alentejo, situado en la primera planta del número cincuenta y ocho de la Rua das Portas de Santo Antao, tomaremos, entre azulejos portugueses, un buen bacalao con patatas.

Sostiene Pereira que el veinticinco de julio de mil novecientos treinta y ocho Lisboa refulgía en el azul de la brisa atlántica y yo sostengo, que el veinticinco de marzo de dos mil cinco, la ciudad me cautivó. También sostengo que debemos hacer un paseo en el eléctrico (tranvía) veintiocho, para sentir la Lisboa de Pereira.

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Cómo llegar: por tren con el Lusitania, un trenhotel que comunica Madrid con Lisboa por la noche. Y por avión, con vuelos que parten de Asturias, Barcelona, Bilbao, Gran Canaria, La Coruña, Madrid, Sevilla, Valencia, Vigo y desde el próximo 10 de junio Alicante, con la compañía TAP. Pinchar enlace para ver destinos

http://www.aena.es/csee/Satellite/DestinosMundo/es/?zona=6&pais=-1

Fotografías de visitlisboa.com:

1- Lisboa desde el Castillo de San Jorge.

2- Chiado.

3- Praça do Comercio y río Tajo.

4- Alfama.