Este blog se acerca indefectiblemente a su fin después de más de dos años de palabras que me han hecho vivir cada una de estas maneras a mi manera. Llegados a este punto no podía dejar pasar una de las más directas y necesarias de conectarse a la Fuente. Si la he ido aplazando hasta el final es porque me gusta escribir de lo que sé, de lo que siento, de lo que se cruza en mi vida, y he de confesar, aunque me duela reconocerlo, que todavía no he conseguido aprender esto de amar qué narices es.

Si definimos amar como entregar tu amor hacia el otro o hacia los demás sin esperar nada a cambio, ofrecerte, desnudar tu alma, traspasar miedos, inseguridades y barreras hasta conectarte directamente con el otro sin miedo a resultar herido, entonces aún estoy lejos de decir que he aprendido a amar. Si acaso soy un constante aprendiz que poco a poco, bache a bache voy comprendiendo que el amor no conoce de pérdida, de defensa ni reservas, que el amor solo conoce de suma, unión y luz.

El no sentirte amado en tu infancia puede provocar un analfabetismo emocional difícil de superar en tu edad adulta. Pero que no te hayas sentido amado no significa que no lo hayas sido. Cada cual tiene su percepción personal, sus filtros, sus necesidades y ve la realidad según sus propias circunstancias y sensibilidades. Los envites a lo largo de tu biografía puede que te hayan dirigido a construirte un corazón cactus, ese que late con poca sangre y se defiende con muchas espinas.

Image by Yossi Lemel

Hay muchas tipologías de amor: el amor eros, el amor filos, el amor ágape…aunque sin duda todos se basan en un diseño especial de tus propias bisagras que abren las compuertas de tu corazón hacia fuera para dejar que de ti salga ese amor en forma de energía elevada. Amar es dar lo mejor de uno mismo. Es aceptar a la otra persona sin querer cambiarla. Es compartir, compartir, compartir.

Cuando uno está acostumbrado a reclamar, a pedir, a mendigar, a necesitar sentirse valorado, amado, apoyado desde fuera, las bisagras se van anquilosando y un día dejan de moverse, se oxidan, se bloquean, y lo que antes era un fluir, un toma y daca de energía amorosa ahora se convierte en energía estancada, asida por el miedo inmovilista.

El miedo al abandono, a la soledad, al fracaso, a no estar a la altura, el miedo a perderse, a perder la libertad, a dejar de ser uno mismo envenenan la energía de amor convirtiéndola en tóxico coaguloso que obstaculiza tu manera pura de ser, el amor en esencia que eres.

Amar es un amplio concepto desvirtuado por las películas y las series, por los medios y la literatura. Amar se ha confundido con los fuegos artificiales, las mariposas en el estómago y los besos a escondidas. Pero AMAR, así en mayúsculas, es entrega total, no solo al ser amado, también a una causa, al propósito.

En la sociedad egotista que hemos creado, amar se ha convertido en una tarea heroica a la que solo unos escogidos están llamados. Me consta que las personas que han alcanzado a vivir desde esa perspectiva se han marchado de este mundo en paz, sintiendo que han cumplido su misión en la vida.

Tu amor

Cuando te encuentras con dificultades para amar a alguien es porque eres incapaz de amarte a ti mismo, de relacionarte contigo como un ser inocente. Te sientes débil ante el mundo, frágil y miedoso, inseguro y tembloroso.

Reconocer esa vulnerabilidad es lo que va a provocar que tus niveles de fortaleza se eleven, reconocer tu fragilidad y la dependencia de los demás, te lleva a un estadio más avanzado en el que comenzarás a sentir que tu amor por ti mismo empieza a crecer.

Si vives en déficit de amor y no generas un buen volumen de amor propio no desbordarás amor y poco podrás compartirlo. Si tus niveles de autorespeto están perdiendo por una fuga en tu manera de verte, de ver el mundo o ver tu vida, haz por encontrar el escape, por remendar y soldar esa grieta para enfocarte de nuevo en generar amor y poder así entregarlo.

En el proceso de amar es fundamental que aprendas a encontrar el amor por ti mismo, que superes tus frustraciones internas, tus miedos atávicos, llegues al fondo de tus rabias profundas, tus enfados más opacos, tus deseos más oscuros y tus sombras más escondidas para poder comenzar a abrir tus ventanas, ventilar tu habitáculo interno y dejar que la luz vuelva a dar calor a esas partes de ti que un día, por los sustos de la vida, dejaste que se enmohecieran y se desconcharan como trozos de pared derribados por el abandono.

Vuelve a ti, vuelve a habitarte, reconcíliate con esa persona que un día fuiste y que solo tú puedes hacer que vuelva al presente.

¿Qué das?

El amor es algo neutro, que no juzga, es ecuánime. Observa si lo que das de ti a los demás es amor o sufrimiento, si es aquello de luz que hay en ti o son únicamente tus sombras.

En el fondo, detrás de tus propios velos sabes qué es lo que necesitas para estar bien. Y sabes que no depende de tu exterior, que depende de cómo estás gestionando por dentro tu propio problema matemático donde la X es quién eres y la Y cómo te muestras ante los demás. Cuanto X e Y más se asemejen tu teorema será más sencillo de resolver.

Para amar has de reconectar con el sentir, para amar has de elevar la frecuencia de tus canales de televisión mentales y dejar que sea tu esencia invisible la que a través de tu cuerpo tome de nuevo el control de tu vida, y que tus pensamientos basados en la separación dejen paso a una vida fundamentada en la unión que provoca el sentir. Amarte es reconectar con esa Fuente que te enchufa de nuevo a la vida y al amor.

Ejerce la práctica espiritual, escucha el silencio, observa la quietud, ora, pide, pregunta, alimenta tu cuerpo y tu pensamiento de manera inteligente, es el único modo de volver a escuchar esa voz amorosa que te habla con mimo, que te escucha con cariño, que te guía con ternura.

Siento que el principal motivo por el que nuestra alma alquila este vehículo llamado cuerpo para estas vacaciones que llamamos vida es para aventurarse en un intenso viaje en el que aprender a amar y trasladar esa información amorosa allá donde haga falta.

Primero aprende a confiar, incrementa tu fe en la vida y en ti y si acaso después ya hablamos de amar. Manera 99 de conectarse a la Fuente: Aprende a amar.

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