El verano de 2020 está suponiendo "un enorme reto" para los profesionales del sector turístico ya que, con los datos históricos destrozados por la pandemia, los directivos hoteleros han tenido que reinventarse y estimular su imaginación para captar clientes y sobrevivir al naufragio.

"Hemos adaptado nuestra oferta, nuestros servicios y nuestros precios", ha manifestado a Efe Delphine Catrel, 'revenue manager' de la cadena hotelera Magic Costablanca: "Hemos estado más pendientes de las noticias que de los datos". El revenue manager es el profesional del sector que "intenta vender al mejor precio al cliente adecuado en el momento correcto", ha definido Catrel.

Se trata de analistas que recopilan datos de los clientes, las experiencias que disfrutan en cada estancia hotelera y todas las variables estadísticas históricas de la zona en que se encuentran para optimizar su producto. Y todo eso les ayuda luego a poner los precios, tanto en reserva directa como en las ofertas de las plataformas online.

Desde que "en marzo llegó el virus y, con él, las cancelaciones", estos especialistas han tenido que vivir al día."En mayo nos enfocamos al turismo nacional", ha explicado Catrel, "luego se abrió el espacio aéreo el 1 de julio" y tanto españoles como extranjeros "empezaron a reservar" pero finalmente "el 26 de julio, con la cuarentena británica, comenzaron a producirse cancelaciones masivas".

"Ha sido una prueba de fuego brutal", ha admitido Catrel porque "había un 30% de demanda respecto al año pasado y todos hemos ido a por ella", ha proseguido. Ante esta situación no les ha quedado más remedio que ser "flexibles, rápidos e imaginativos" porque "los paquetes de oferta que antes incluían excursiones ahora llevan un puesto en la playa con hamaca y sombrilla".

"Y unas cabañas alejadas de la recepción en uno de nuestros establecimientos, que antes costaban de colocar, han sido las más demandadas este año, a causa del distanciamiento social", ha dicho. "El cliente ya no pasa por recepción" y todos los trámites se realizan por vía telemática, al tiempo que han aumentado las escapadas en parejas y sin hijos, con lo que el turismo familiar está casi descartado.

Ha apuntado que cuando vuelvan los niños a clase se dependerá de extranjeros y asociaciones de mayores, con lo que las restricciones de movilidad generan gran incertidumbre."La suerte es que Benidorm viene de tres temporadas muy buenas", con lo que Catrel ha confiado en que "puedan aguantar todos los establecimientos".

Esta profesional es una de las 500 personas que han pasado por la escuela de negocios turísticos FORST, ubicada en Alicante, donde su director, Javier Jiménez, ha indicado que el puesto de revenue, en expansión desde hace unos cinco años, es "fundamental" para "mejorar la calidad de un hotel mejorando su oferta".

"Son las personas encargadas de maximizar los beneficios" de cualquier establecimiento. El centro formativo alicantino incluye un máster en experto en revenue que coordina Chema Herrero, CEO de la empresa BEDS Revenue."Este puesto es el gran desconocido del sector", ha asegurado, porque se le suele considerar el "gestor de ingresos, pero en realidad también se ocupa de las estrategias a futuro, de pensar productos diferentes, nuevos y sostenibles" que atraigan al cliente.

Por ejemplo, este año deben priorizar "la seguridad", y ajustar sus servicios a este parámetro. La pandemia obligó a que la temporada comenzara "a mediados de julio" y "no fue mal porque se concentró la venta en el cliente nacional".Herrero ha sostenido que el sector turístico de la Costa Blanca está "preparado para lo que viene" aunque cree que "muchos hoteles se quedarán por el camino".

"Solo los que tengan riñón para subsistir sin ingresos y dispongan de edificios ya amortizados" sobrevivirán, en un contexto en el que la mayor parte de los hoteles aguantarán hasta septiembre o el puente de octubre y permanecerán cerrados hasta marzo de 2021. "Se ha producido una caída de ingresos del 60% respecto al año pasado", ha calculado Herrera, "y los precios han bajado entre un 35 y un 40%", un descenso que "tardará tres o cuatro años en volver a los niveles de 2019".