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Los «textiles» invaden las playas nudistas por el covid

Las restricciones de seguridad de algunos arenales de la provincia para garantizar la distancia social hacen que los bañistas vayan a lugares tradicionalmente naturistas, generando incomodidad en los usuarios habituales

La Cala de Racó del Conill de La Vila, este fin de semana, con gran afluencia de bañistas, tanto nudistas como usuarios que no practican el naturismo.DAVID REVENGA

Calas en lugares recónditos o playas que cuentan con un espacio, normalmente lejos de las miradas, para la práctica del nudismo que, ahora, tras la pandemia, se ven llenas de bañistas de todo tipo. Los llamados «textiles», es decir, los usuarios con bañador o biquini buscan en las últimas semanas parajes alejados de las estrictas medidas de seguridad por el medidas de seguridad covid y control de aforos de otras playas para intentar estar más tranquilos. El problema es que aquellos que practican el naturismoy, en algunos casos enfado.

En España existen unas 400 playas nudistas. La provincia de Alicante cuenta con decenas de rincones, calas o arenales donde la práctica del naturismo es habitual; incluso, en algunas de mayor tamaño, los nudistas y los que van con ropa conviven y tienen marcados sus propias zonas desde siempre. Normalmente los primeros buscan un área más privada fuera de los ojos de los demás bañistas para no sentirse incómodos ni que los demás se sientan así. En el primer caso se encuentran varias calas como la del Racó del Conill o l'Esparrelló de La Vila Joiosa, ambas de amplia tradición naturista y que incluso cuentan con una denominación propia para ello. En el segundo, se pueden encontrar zonas concretas de playas como la del Carabassí de Elche, entre otras.

En estos espacios tradicionalmente era muy raro ver a bañistas que no practicaran el naturismo o eran los menos. Hasta ahora. Al parecer, el covid y las restricciones en las playas han convertido a estos rincones únicos en una opción para aquellos que no practican este modo de vida. Según las fuentes consultadas por este diario, en las últimas semanas, y sobre todo cuando llega el fin de semana, zonas como el Racó del Conill de La Vila multiplican su afluencia respecto a cualquier otro verano. Tanto que, incluso, se producen colas con coches para acceder a la misma y poder aparcar, lo que ha generado algún problema de aforo.

Cierto es que, según apuntan algunas fuentes, no está prohibido ni mucho menos que cualquier bañista acuda a estas playas naturistas, sea nudista o no, pero sí es cierto que tradicionalmente ha habido una actitud de respeto mutuo en estas calas o playas y aquellos que usan la ropa para bañarse acudían a otros rincones y rara vez elegían estas playas para pasar la jornada.

Pero la situación ha cambiado. La cala del Racó del Conill de La Vila puede servir de ejemplo de la situación que sea da en otros arenales de la provincia destinados al naturismo. Con amplia tradición en esta práctica, esta pequeña cala ha visto como sus apenas 160 metros de costa se llenaba en las últimas semanas de decenas de bañistas que buscaban un rincón donde pasar la jornada sin pasar por controles de aforo, límites de usuarios que obligan a cerrar los arenales o tener que reservar parcelas con cita previa.

Esta cala, una de las 13 playas con las que cuenta el municipio, es nudista desde hace décadas junto a la de l'Esparrelló. Sin embargo, la gran afluencia de usuarios se produce en la primera por tener un acceso más fácil al poder llegar en coche mientras que la segunda es aún más recóndita.

Desde 2016, el Proyecto Cala Racó del Conill Nudista se encarga de intentar mantener la identidad de esta pequeña playa. Así, han colaborado con el Ayuntamiento para defender su tradición nudista. De hecho, el consistorio modificó la ordenanza municipal de Playas para poner en valor la tradición nudista de esas dos calas: «es una playa naturista de tradición nudista, y así lo recogimos en la ordenanza», indicó la concejala de Playas, Marta Sellés.

Por tanto, según la entidad, se recomienda en ellas el uso nudista, sin prohibir ni sancionar nada, alto que procura «preservar su identidad, entendida como un patrimonio natural y cultural muy interesante en una oferta turística diversificada».

Esta cala ha sufrido un incremento en su aforo de forma considerable en las últimas semanas, sobre todo, de bañistas que no practican el nudismo. Así, habría un 75% de usuarios que no son de este tipo, según algunas fuentes. «Este año el fenómeno no es el habitual. Desde junio ha habido una presencia masiva de 'textiles', en grados muy preocupantes no solo para el nudismo», indicaron desde el Proyecto Cala Racó del Conill. Para ellos, este año de la pandemia la «presencia masiva de gente que no está interesada en el nudismo tiene otros aspectos mucho más graves que el declive del uso nudista que nosotros intentamos revertir». Una situación que también han notado otros usuarios de otras zonas de la provincia que solían acudir a esta playa vilera por la tranquilidad que les daba para practicar el nudismo y que ahora ven como los bañistas lo llenan todo, desde la poca arena hasta cada roca.

A los miembros de ese proyecto de Racó del Conill les preocupa la situación generada: «para empezar, estamos hablando de una presencia masiva, de aglomeraciones de mucha gente en una cala de 160 metros desde hace semanas» y más cuando en la gestión del coronavirus en las playas «se apeló a la responsabilidad personal y social: distancia, mascarillas, higiene... Eso no ha funcionado». Y hablan de esa masiva afluencia de vehículos: «Nunca el aparcamiento del Racó estuvo tan lleno», incluso llegando los usuarios a darse media vuelva al no poder aparcar.

Control de asistencia

El Ayuntamiento de La Vila decidió comenzar a controlar los aforos en las playas, sobre todo, los fines de semana, para evitar esas aglomeraciones. Lo hizo en todas las playas, y también en esta de tradición nudista. La edil del área, Marta Sellés, explicó a este diario que los fines de semana «se produce mayor afluencia de gente y, por ello, los controladores que tenemos de la Generalitat Valenciana se dedican solo a controlar el aforo» para garantizar que se cumplen con todas las medidas sanitarias y de distancia social.

El caso de La Vila no es el único en la provincia. Según explicaron desde la Asociación Naturista Valenciana, la situación se repite en otras playas de la provincia. La afluencia de «textiles» a estos lugares en los que tradicionalmente solo se podía ver a usuarios naturistas ha ido aumentando en los últimos años aunque en las últimas semanas se ha producido un mayor incremento y destacan zonas como el Carabassí, que tiene una parte en la que normalmente acuden los naturistas o playas como Los Tusales de Guardamar del Segura. Sobre todo, porque la pandemia deja restricciones que hacen que los usuarios busquen espacios donde no tengan tan acotado estar en la playa o controles de aforo.

Las mismas fuentes indicaron que para ellos es «incómodo» y que probablemente para aquellos que acuden a una playa sin que saber que es nudista también. A algunos usuarios naturistas les molesta que «no se respete» algo que tradicionalmente sí se ha hecho. De hecho, se han planteado incluso realizar alguna campaña de concienciación sobre la tradición de esta práctica o, incluso, alguna protesta. Si bien, son conscientes de que no se puede prohibir a nadie ir a ninguna playa. Además apuntaron que el problema muchas veces es la falta de información o de cartelería que informe de que determinadas zonas de costa son de tradición naturista.

Así, los bañistas que practican el naturismo solo piden que se respeten los lugares tradicionales nudistas para sentirse más cómodos y seguros. Y sobre todo, que se garantice en los tiempos que corren la seguridad de todos los bañistas, sean nudistas o no.

Afluencia masiva. Daños al entorno natural de las calas

Afluencia masiva. Daños al entorno natural de las calasLa afluencia masiva a calas o playas recónditas en las que se practica el naturismo no solo preocupa a los nudistas por la incomodidad que les genera, sino que también recalcan que esa cantidad de gente que ahora acuden a esos lugares buscando arenales que no tengan restricciones, sean habituales de esta práctica natural o no, afecta al entorno natural y al medio ambiente de este arenal y muchos otros.

Los miembros del Proyecto Cala Racó del Conill explicaron a este diario que algunos comportamientos «lo amenazan como playa y como espacio de sociabilidad». Por ejemplo, han detectado la presencia de colillas en la conocida roca que no se recogen. «La gestión de la covid-19 implicó la retirada de las papeleras, por el peligro de toxicidad; hay un par de contenedores grandes en la entrada de la playa. Sin embargo las colillas, las cáscaras de frutos secos, las chapas de botellas, los envases de plástico, los pañuelos de papel, las mascarillas... aparecen por el suelo». Y todo a pesar de que el servicio municipal de limpieza «funciona, pero no llega a todas partes». Todo ello supone «un desastre medioambiental», añadieron desde la entidad.

Además de que la gran afluencia de vehículos y las dificultades para aparcar muchas veces lleva a dejar los coches en cualquier hueco, lo que también provoca problemas para el entorno.

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