Altea repite este año con la distinción de cuatro banderas azules que se han otorgado a las playas de L’Espigó, La Roda y Cap Blanch, además de la concedida al Club Náutico de Altea que lleva 33 años ininterrumpidos recibiendo este galardón internacional de la Fundación para la Educación Ambiental (FEE - Foundation for Environmental Education) que reconoce la elevada calidad de un puerto deportivo, así como la excelencia en los servicios que presta a sus usuarios. Y que en el caso de las playas se reconoce la excelente calidad sus aguas, así como que premia el esfuerzo público y ciudadano para cumplir los criterios exigidos de legalidad, accesibilidad, sanidad, educación ambiental, limpieza y seguridad de las mismas.

El concejal de Playas e Infraestructuras, Diego Zaragozí, afirmó esta semana, que las playas galardonadas con este distintivo internacional “cumplen con todos los criterios exigidos por la FEE, y que ahora se hacen más necesarios que nunca para garantizar un litoral seguro ante la nueva campaña de verano con la introducción de medidas preventivas especiales para combatir el contagio del COVID-19, también desde las playas”.

Zaragozí se congratuló de que la playa de L’Espigó “haya revalidado esta distinción que consiguió por primera vez el año pasado tras su inauguración en septiembre de 2016”. El edil indicó que esta bandera azul, unida a las de las playas de La Roda y Cap Blanc, “que repiten año tras año desde hace más de dos décadas”, son “un reconocimiento al arduo trabajo que desde el Ayuntamiento de Altea hemos realizado en las playas del municipio para mantener un entorno sostenible, en un año complicado en el que hemos sufrido temporales que han afectado nuestra costa”. Para el concejal, este galardón “nos incentiva a seguir cuidando nuestras playas para que sean espacios limpios, sanos y seguros”.

Un Club Náutico sostenible

Desde el Club Náutico de Altea, su gerente Joaquim Such indicaba que el otorgamiento de la Bandera Azul “es la confirmación de que estamos realizando un excelente trabajo de sostenibilidad donde cuidamos especialmente el medio ambiente marino”. Such explicó que desde que se creó el distintivo de por la FEE en 1987, “en el Club Náutico Altea lo estamos recibiendo. Treinta y tres años consecutivos de un premio que se convierte en excelencia, pues con las actuales circunstancias toma especial relevancia para garantizar unos puertos seguros y con unas medidas preventivas especiales para combatir el contagio del Covid-19”.

El Club Náutico de Altea se fundó en 1977, ocupa aproximadamente la mitad de la zona del puerto, y desde sus comienzos es todo un ejemplo de atención al cliente, de cuidado del medio ambiente y de la promoción del deporte náutico.

Ocho kilómetros de litoral y playas cristalinas

Altea tiene ocho kilómetros de costa donde se mezclan acantilados con tranquilas playas y zonas de baño en las que destacan el agua cristalina y sus característicos cantos rodados depositados a lo largo de los siglos por el río Algar.

En dirección Norte-Sur, la costa alteana forma una bahía que comienza en el impresionante Morro Toix, donde termina en la mar de la sierra de Bèrnia, y acaba en la Punta Bombarda de la Serra Gelada. Pequeñas calas como la de Mascarat, o las de La Barra y La Barreta que protegen el puerto deportivo Campomanes - Marina Greenwich, dan paso a los acantilados de las playas La Galera y La Solsida, calificada como nudista. Sigue el puerto Marymontaña, rebautizado como Porto Senso, y a continuación se vislumbra la playa de La Olla, cuyo primer tramo hasta el comienzo de la urbanización Villa Gadea se destina a perros y mascotas. Las aguas en La Olla son de las más cristalinas del municipio al estar protegido su litoral por arrecifes que discurren paralelos a la isla y por la gran pradera de Posidonia, una de las más importantes del Mediterráneo español. Esto y que también está dotada con chiringuitos y servicio para minusválidos la convierten en una de las playas mas visitadas por los alteanos y turistas.

Camino hacia el sur llega la pequeña y coqueta Cala del Soio, un afloramiento volcánico único en Europa con más de 225 millones de años de antigüedad, y lugar donde según datos científicos fue uno de los puntos donde se inició la creación de los actuales continentes tras quebrarse el Pangea.

Pasado el pequeño cabo del antiguo volcán se abre al espectador la playa de Cap Negret que llega hasta la desembocadura del río Algar. Después se inicia la joven playa de L’Espigó que, con sus 400 metros de longitud, se ha convertido en apenas tres años en la playa urbana por excelencia de Altea. El espacio está protegido por dos espigones que hacen que el buen estado de las aguas esté garantizado, incluso los días que hay oleaje. Está adaptada para personas con movilidad reducida y cuenta con todos los servicios que le han supuesto la revalidación de la bandera azul para ella.

En pleno centro urbano está el aparcamiento del paseo marítimo que da paso a la playa de La Roda, adyacente a la calle Sant Pere. En ella se encuentran zonas de juegos para niños y espacios para la práctica del vóley-playa, además de todo tipo de servicios que también la ha hecho acreedora del distintivo de la Bandera Azul que viene obteniendo desde hace más de dos décadas.

Siguiendo hacia el sur tropezamos con el puerto pesquero y deportivo en cuyo interior está el Club Náutico de Altea. Y acto seguido llega la playa de Cap Blanch que llega hasta la del Albir en el término municipal de L’Alfàs. Con una longitud que supera el kilómetro, es una playa de fina grava y canto rodado que se abre hacia el Parque Natural de la Serra Gelada. Dispone de todos los servicios que también le han hecho merecedora de la bandera azul.