«Aunque nadie se lo crea, todavía siento la muerte de Alejando», aseguró ayer Juan Cano durante su derecho a última palabra en el juicio por el asesinato del acalde de Polop. Cano, acusado de ser el presunto autor intelectual del crimen, defendió su inocencia al final de la vista y aseguró que todo este proceso le había arruinado la vida, tanto a él como a su familia, porque «lo he perdido todo». El derecho a la última palabra fue utilizado por algunos de los acusados para implorar al jurado que haga Justicia con ellos porque son inocentes cuando el lunes se retire a deliberar.

El exalcalde de Polop acusado de planear la muerte de su antecesor señaló que lo que más le había dolido durante estas semanas de juicio habían sido las manifestaciones contra él de las hijas de Alejandro Ponsoda, «porque son las hijas de mi amigo y yo siempre he tratado de ayudarlas». Ha asegurado que ha sido la influencia de otras personas las que habrían predispuesto a ambas contra él. «No soy el responsable de su dolor», recalcó.

También señaló que cuando va al cementerio «si no hay nadie, paso por la tumba de Alejandro, me hago la señal y rezo un poco», pero recalcando que sólo si no había nadie «porque no quiero que piensen que encima de recochineo». Cano pidió al jurado que «no se dejen llevar ni por los juicios paralelos, ni por lo que aparece en la prensa». Y ha insistido en que «se me ha llamado borracho, que me drogo. Yo bebo, pero no tengo un problema con el alcohol y tampoco he tomado drogas. Pedí en el juzgado que me hicieran pruebas para probarlo pero los resultados de esos análisis no los he visto por ningún sitio. Se ve que los resultados no les interesaban, como ha pasado con otras pruebas de este juicio».

Otros acusados que hicieron uso de la última palabra han sido los checos Robert Franek y Radim Rakowski, acusados de ser autores materiales del asesinato. Casi entre lágrimas han asegurado al jurado que eran inocentes. «Llevo diez años sin ver a mis hijos. Tengo dos nietos y aún no los conozco. Eso es peor que perder la casa o el dinero. Yo no he matado a Alejandro Ponsoda, soy inocente», ha dicho Rakowski.

Mientras que Franek sostuvo que el testigo protegido que les involucró actuaba por venganza. «La última vez que lo vi mandó a cuatro amigos a que me dieran una paliza porque había tenido relaciones con su novia», dijo y mostró fotocopias en color de fotografías de las lesiones que habría sufrido durante esa agresión y que no han aportado al procedimiento. «Le dije a mi abogada que no quería hablar de esto porque eran cosas íntimas pero este tema ha salido porque me lo preguntó otro abogado».

Raúl Montero aprovechó su uso de última palabra para agradecer el trabajo de su abogado para defenderle; mientras que Ariel Gatto se ha limitado a decir que «somos inocentes». Los únicos acusados que declinaron hablar fueron Salvador Ros y Pedro Hermosilla.