Alejandro Ponsoda estaba muy nervioso e intranquilo tras las elecciones municipales de 2008, las últimas que ganó con mayoría absoluta antes de ser asesinado cinco meses después. Así lo relataron ayer varios testigos durante el juicio por el asesinato del alcalde de Polop, aunque no lograron que éste les dijera qué era lo que pasaba.

Entre estos testigos se encontraba el exyerno de Alejandro Ponsoda y padre del nieto de éste. Fátima Ponsoda estaba embarazada de tres meses cuando su padre fue asesinado. Francisco José Fuster aseguró que Ponsoda estaba pensando en su salida del Ayuntamiento. «Le habían obligado a ir en una lista encabezada por Juan Cano y por Joaquín Montiel» aseguró y dijo que éste había hecho comentarios del tipo «quieren destrozar el pueblo», aunque de la situación de su partido era un tema del que «evitaba hablar de eso». El que fuera yerno de Ponsoda admitió a preguntas de las defensas que había tenido alguna desavenencia con su suegro pero que éste aceptaba la relación que tenía con su hija. Fuster aseguró que en una ocasión estaba con su hijo en un bar de Polop y se encontraron con Juan Cano y que éste comenzó a hacer comentarios despectivos hacia él.

También testificó una de las vecinas de Ponsoda en la pedanía de Xirles, que esa noche llegó a escuchar los disparos. «Fueron tres consecutivos y parecían petardos», dijo, pero cuando se asomó por la ventana, no había nadie en la calle. «Sólo noté que el perro estaba muy nervioso», aseguró. Esta vecina relató que Ponsoda estaba en esas fechas «muy cambiado y muy nervioso», sobre todo a raíz de las elecciones municipales y que ella trataba de darle ánimos. La vecina descartó que los nervios del alcalde se debieran al embarazo de su hija. «Estaba muy ilusionado con que fuera a tener su primer nieto» y achacó el estado anímico del alcalde a sus problemas en el Ayuntamiento.

Sobre las preocupaciones de Ponsoda tras los comicios de 2007 también habló ayer en el juicio un policía local de Polop, que aseguró que por esas fechas el alcalde estaba muy nervioso y muy bajo de ánimo. «Tenía hasta manchas en la cara», señaló. Asimismo, aseveró que el primer edil hablaba más por teléfono de lo habitual pero que no llegó a contarle qué era lo que le estaba preocupando. Un estado que a este testigo le resultaba incomprensible porque «había ganado las elecciones e iba a tener un nieto». Este testigo señaló que antes de los comicios, Ponsoda tenía la sensación de que iban a perder por los problemas del mandato anterior.