Turistas y residentes temen que los británicos invadan toda la ciudad de Benidorm. Desde hace algunos meses se han ido instalando en calles como Gerona o Primavera pubs de grandes dimensiones muy del estilo de los que se encuentran en la conocida como «zona inglesa».
Locales con grandes terrazas, varias pantallas gigantes y música a todo volumen solo se ubicaban en las calles del Rincón de Loix, ya que existía una frontera marcada por la avenida Europa que delimitaba allí al turismo que bebe y puede llegar a realizar algún destrozo,y que permitía al otro turista, al familiar que viene a la ciudad a descansar, mantenerse al margen. Esos turistas, al igual que algunos residentes, han comenzado sin embargo a notar ahora que se ha traspasado ese límite y no les gusta lo que ven.
«Me parece bien que se diviertan, pero que no molesten a los demás, si solo vienen a liarla que se regresen a su país». Así de contundente se mostraba Alfonso Moreno, un visitante que vino a pasar unos cuantos días a Benidorm con la idea de descansar acompañado de su familia, pero que al tener estos nuevos pubs cerca de su hotel aseguraba que no ha podido dormir bien ni una sola noche y de hecho se plantea no volver.
Rosi Pérez, también ha decidido pasar algunos días en la capital de la Costa Blanca. Destaca que en otros tiempos, «si te mantenías alejado de la zona de los guiris no tenías problema», pero explica que en esta ocasión «me ha tocado ver situaciones desagradables en las calles del centro: era por la mañana y ya iban por ahí borrachos perdidos y molestando a todo el mundo».
¿Un gueto?
Desde Abreca, su presidente, Javier del Castillo, considera que esa desconcentración de los turistas británicos puede beneficiar al sector de la hostelería y probablemente a otros como el comercio. Subraya que los británicos se «concentraban en la zona guiri y parecía que estaban en un gueto» por lo que la instalación de este tipo de establecimientos en otra zona de la ciudad «podría ser la respuesta para combatir el todo incluido de los hoteles». « A los ingleses les gusta la comida española y los bares de tapas, pero no salían de su zona».
Juan Balastegui, portavoz de Ciudadanos en el Ayuntamiento de Benidorm, critica que el «alcalde de la ciudad se llene la boca con el turismo sostenible y no haga nada para evitar que haya ingleses borrachos cantando a las cuatro de la tarde en plena calle Gambo». Balastegui asegura que esta situación está afectando al sector inmobiliario: que un piso que antes se vendía por 900.000 euros en primera línea en la playa de Levante ahora está en 400.000 y que eso es «por el ruido y la cantidad de borrachos».
