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La Vila repara de urgencia el muro que cayó con la gota fría y afectó a tres casas

El Ayuntamiento ejecuta unas obras de emergencia para garantizar la estabilidad de esta pared de la calle Pal y los trabajos se alargarán durante tres meses - Los vecinos que fueron desalojados el pasado sábado podrían volver a sus viviendas en unos días

Los operarios de la empresa que realizará las obras de emergencia, ayer en la zona donde cayeron las piedras del muro de la calle Pal. david revenga

Un gran estruendo a las 7.00 horas despertó al barrio. Una parte de la pared que separa en altura el carrer Pou hasta la calle Pal se venía abajo tras una noche de intensas lluvia en plena DANA, la gota fría que azotó a la provincia. Un desprendimiento que obligó a desalojar a los vecinos de tres viviendas y que, cuatro días más tarde, el Ayuntamiento de La Vila Joiosa ha comenzado a reparar con unas obras de emergencia que permitan garantizar la estabilidad de esta pared y su reconstrucción. Pero sobre todo, que los residentes afectados puedan volver a sus viviendas lo antes posible.

Tras las intensas lluvias, las piedras cayeron a la calle Pal, en el casco antiguo y por donde transcurre un muro que sigue la fisionomía de la antigua muralla de la ciudad. De hecho, a pocos metros de las viviendas afectadas se puede ver una de las torres de la antigua fortaleza. La caída de piedras afectó sobre todo a una de las viviendas del carrer Pou, de la que también cayó un trozo de terraza, dejando un gran agujero. Pero esa no fue la única vivienda de la que tuvieron que salir los vecinos el sábado sino que por prevención se desalojó a las personas que se encontraban en ese momento en las dos colindantes. El Ayuntamiento precintó sus viviendas tras revisarlas los técnicos y les realojó dos noches en hoteles hasta que encontraran dónde pasar los días mientras se comprobaba el estado del muro. Incluso desde Bienestar Social se ha ofrecido que acudan a comer al Llar del Pensionista si lo necesitan.

Los trabajos ya han sido adjudicados a una empresa de emergencia y ayer se descargaba el material en la parte baja del muro mientras algunos vecinos contemplaban la escena: «los residentes de la vivienda al lado de donde cayeron las piedras también se han ido por miedo», indicó una vecina a este diario.

Según explicó el concejal de Urbanismo, Pedro Alemany, las obras consistirán en la reconstrucción del muro y tendrán un coste de 300.000 euros de los que se hará cargo el Consistorio. «Buscaremos una partida para sufragar estas obras», apuntó. La previsión es que el total de los trabajos dure tres meses pero los vecinos no tendrán que esperar tanto para volver. «Esperamos que el domingo o lunes puedan regresar a sus casas», añadió el edil. Todo si la actuación transcurre según lo previsto y tras no haber detectado grietas en las casas.

¿Muro o muralla?

El muro que se vino abajo no es la primera vez que alerta a los residentes. Desde hace años, sobre él hay una batalla entre Ayuntamiento y vecinos para saber quién es realmente el titular del mismo y a quién corresponde conservarlo. Sobre todo, porque no conseguían ponerse de acuerdo si es un simple muro o una parte de la antigua muralla de la ciudad.

Los vecinos llevan a sus espaldas años de litigios y protestas y ya han desembolsado al Ayuntamiento miles de euros para sufragar un proyecto de rehabilitación de toda esta pared que los residentes consideran que es muralla, por tanto debería ser una administración pública quien se hiciera cargo de su conservación; mientras que el Ayuntamiento y varios informes de Urbanismo y Patrimonio se asegura que es un muro y que es cosa de los vecinos.

Ya en 2007, según explicó uno de los vecinos afectados, los propietarios de las viviendas avisaron de la necesidad de una inspección técnica del mismo para evitar peligros. Cuatro años más tarde se planteó la necesidad de actuar sobre él. En los últimos años, los residentes han pagado ya 35.000 euros para elaborar un proyecto y ahora están haciendo frente a pagos para alcanzar los 280.000 euros que cuesta la reparación de todo el muro. Tras lo ocurrido el sábado, algunos de ellos se plantean si tendrán que pagar aún más dinero. Aunque ahora los afectados solo quieren volver a su casa.

«Llegué a pensar que no podría volver. No quería ver mis cosas entre escombros»

Meindert Bonnema es un holandés que reside en una de las viviendas del carrer Pou de La Vila desde 1989. El pasado sábado, las lluvias hacían caer parte del muro que sujeta la casa colindante, lo que obligó a desalojar su casa y otra colindante. Él no estaba en el momento del suceso por lo que cuando llegó se encontró un precinto y apenas ha podido entrar dos veces a recoger pertenencias que ahora acumula en una habitación de otra casa que le han prestado unos vecinos de al lado: «recogí todo lo que pude, ropa, papeles», apunta. Pero también cosas de valor sentimental como «las cartas de mi madre o fotos. Saqué todo lo que consideré importante». Y es que en un momento «llegué a pensar que no podría volver si se caía» y «no quería ver mis cosas entre escombros». Ahora espera que la situación se arregle lo antes posible y volver a la normalidad. Mientras, ha sido «sobrecogedora» la ayuda que ha recibido en estos días.

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