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Altea

La fiesta del fuego en el Mediterráneo

El Castell de l'Olla que disparó Ricardo Caballer empleó 2.300 kilos de pólvora y lanzó más de 400 palmeras y 60 pavos reales

El público reunido en la playa observa los fuegos del Castell de l'Olla. Diego Coello

El Castell de l'Olla disparado en lamadrugada del domingo, el primero que utiliza materiales biodegradables para preservar el medio ambiente y el único castillo de fuegos artificiales que se lanza completamente desde el mar en todo el Mediterráneo español, volvió a asombrar a los casi 50.000 espectadores que se congregaron en la bahía de Altea y sus aledaños, desde tierra y desde el mar.

Y es que el maestro pirotécnico valenciano Ricardo Caballer, uno de los más laureados internacionalmente, volvió a poner toda la carne en el asador en su quinta participación consecutiva para celebrar la 33ª edición del «Castell» con un espectáculo que, con 2.300 kilos de pólvora, inundó la bahía de enormes palmeras, impresionantes «pavos reales» salidos del agua y otros efectos que se combinaron con el sonido de las explosiones a modo de sinfonía de percusión e instrumentos de viento.

Aunque la falta de brisa constante proveniente desde la majestuosa sierra Bernia impidió que en ocasiones se disipara el humo o se alejara mar adentro para poder ver con claridad algunos de los efectos visuales de este espectacular castillo de fuegos de artificio, ello no impidió que el numeroso público que aguantaba el calor y abarrotaba la playa de la Olla y los márgenes que bajan en cascada desde Villa Gadea dejara de mirar hipnotizado durante los 21 minutos exactos que duró el «Castell» sin interrupciones iluminando al respetable y a las más de 200 embarcaciones fondeadas cerca de la «illeta» de la Olla.

Caballer ofreció sorpresas y novedades. Comenzó con un ritmo que fue creciendo en series de 3, 7, 10 y 13 palmeras lanzadas al unísono hasta unos 200 metros de altura con colores como el azul, verde, rojo, amarillo, magenta, ocre, blanco, turquesa o lila. El espectáculo continuó con cascadas enviadas desde el mar hacia las «Perseidas» que se asomaban por el cielo, y siguió con arcos de color producidos por los fuegos cruzados enviados desde las seis grandes plataformas ancladas a 300 metros de la orilla. Pero la gran sorpresa fue cuando se lanzaron las clásicas colas de pavo real que son el sello del Castell de l'Olla. Siempre se han lanzado en solitario, pero en esta edición fue el «no va más».

Premio «Illeta d'Or»

Las colas fueron más grandes, además explotaron acompañadas por una gran palmera encima, y para más «inri» se lanzaron más del triple que en cada una de las anteriores 32 ediciones. En total hubo en el «Castell» 60 pavos reales y más de 400 palmeras. Pero fue el final lo que más sensación causó. En los dos últimos minutos se lanzaron al aire más de un centenar de palmeras acompañadas por una estruendosa mascletá que provocó el temblor del suelo y de los cuerpos. Un gran final propio de este espectáculo pirotécnico y de uno de los mejores especialistas del mundo.

Antes del disparo del «Castell» se entregaron los premios «Illeta d'Or» por el apoyo a esta cita a la Fundación Caixaltea, Rover Alcisa, Grupo Imed y al periodista José Manuel Gironés, presidente del Centro UNESCO Mediterráneo. Estuvieron presentes los consellers de Política Territorial, Obras Públicas y Movilidad, Arcadi España; y de Innovación, Universidades, Ciencia y Sociedad Digital, Carolina Pascual. Hizo de anfitrión el alcalde del municipio, Jaume Linares.

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