Una pareja, una hija pequeña enferma de leucemia y la necesidad vital de engendrar otro hijo, genéticamente compatible con la niña para así salvarla.

Con estos mimbres, y varios embarazos fallidos por parte de la protagonista, una angustiada madre, Elena en la ficción, interpretada por la actriz Marta Nieto, «De repente, la noche», de Cristina Bodelón e Ignacio de Vicente ha conquistado al jurado del 31 Festival de Cine de l'Alfàs del Pi, ganando el Faro de Plata al mejor cortometraje, la máxima distinción.

Al asistir a la gala a recoger el galardón, que les entregó Jesús Vidal, ganador del Goya al mejor actor revelación por su papel en la película «Campeones», conversaron con este diario, exultantes de alegría. «Estamos muy contentos; con este premio, nuestro cortometraje suma 9 galardones. Es... como un sueño», explicó Bodelón. A su lado, Ignacio de Vicente, también mostraba su satisfacción. Y, entre ambos y sobre la mesa, el Faro de Plata.

«La protagonista de nuestro cortometraje se siente instrumentalizada, al concebir un bebé medicamento; se siente como una incubadora y vive esta gestación sola, muy sola. ¿Por qué? Porque la relación entre su marido y la hija es absolutamente excluyente. Él esta tan obsesionado con su hija enferma que se olvida por completo de su mujer hasta tal punto que ella, la madre, pierde poco a poco la razón y... entra en una depresión», aclara Bodelón. A los dos directores les acompaña en la entrevista la actriz Valeria Schoneveld que interpreta en el corto premiado a la niña enferma.

«Hemos apostado por los gestos, las miradas y silencios para reflejar ese tormento interior que vive la protagonista en su embarazo y para que el público sienta la angustia de esta madre. Ahí tenemos que alabar el trabajo de Marta Nieto, tiene un talentazo, es un animal escénico», añade De Vicente. Nieto ha ganado el premio a la mejor actriz en el Festival de Cine de l'Alfàs por este papel. «De repente, la noche», que se proyectó al término de la gala de clausura, no deja indiferente. Es más, invita al espectador a reflexionar sobre asuntos como los micromachismos o la soledad de la maternidad.

Sin identidad

«Jugamos con el espectador para que interprete lo que el corto le sugiera; a cada persona le puede despertar fantasmas o demonios que duermen en su subconsciente. Hay espectadores que empatizan con el padre y otros, con la madre. Se trata de una pareja que vive de manera tan, tan diferente una situación extrema que son incapaces de ver cómo se siente el otro», agrega Bodelón.

La reflexión que los directores sí quieren generar en el público es cómo se puede llegar a perder la propia identidad. «A veces, sin darnos cuenta, entramos en la vorágine de lo que los demás esperan de nosotros, de lo que la sociedad nos demanda y... perdemos la identidad hasta el punto de olvidarnos de quienes somos», indica De Vicente. En «De repente, la noche» se plantea también hasta qué punto «las personas somos capaces de asumir determinados sacrificios, en 25 minutos que dura el cortometraje.«El final del corto es abierto; que cada uno rellene sus propios huecos, que cada uno lo termine como quiera», concluye Cristina Bodelón.