Suciedad, cristales rotos, locales comerciales vacíos, restos de basura por los rincones del edificio, ascensores y escaleras mecánicas fuera de funcionamiento cada dos por tres y señalización sobre las diferentes zonas de la estación insuficiente o inexistente. La imagen de la estación de autobuses de Benidorm -la central- es más propia de una ciudad abandonada o deshabitada que de la capital del turismo de la Costa Blanca.
No hay más que pasear por las instalaciones para ver que, aunque funcione y a pleno rendimiento en el comienzo de la temporada alta turística, su estado de limpieza y mantenimiento es insuficiente; una estampa que se repite verano tras verano y que es motivo de queja para los usuarios, ya sean vecinos de Benidorm o turistas españoles o extranjeros.
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Así, los cientos y cientos de viajeros que cada día llegan o pasan por allí se encuentran como primera imagen de Benidorm con la suciedad, los desperfectos y dejadez de las instalaciones.
«¿Dónde estoy?»
«Parece mentira que estemos en Benidorm... entras aquí y es otro mundo; en el resto de la ciudad está todo muy bien indicado y es fácil moverte y disponer de información turística; en cambio, aquí, ni siquiera encontramos la zona de andenes, no hay servicios para los viajeros. ¿Cómo puede ser? Entras aquí y piensas: ¿dónde estoy? , italiana, de vacaciones en la ciudad.
A su lado, su amiga Quiara Saquia, se muestra igual de crítica. «Hemos venido a pasar cuatro días y hoy queremos ir a València en autobús, pero es imposible no perderse en esta estación. No hay indicaciones. Además, está muy sucia, huele mal y hay basura por todas partes; qué pena».
Maletas a pulso
Además, al estar fuera de servicio tanto las escaleras mecánicas como los ascensores con mucha frecuencia, los viajeros se ven obligados a cargar con las maletas peldaño a peldaño a pulso, tal y como explican ellos mismos.
Planteada como una infraestructura que uniera ocio y restauración con el servicio al viajeros, la estación de autobuses a día de hoy no es ni sombra de ese proyecto; al acceder por la puerta principal, ubicada a pie de calle, lo que se ve es prácticamente todos los locales comerciales cerrados. En cambio, tanto el gimnasio que hay en el interior como el hotel sí que funcionan al igual que un par de comercios más.
Los andenes de la estación están en la planta baja y entre la zona de andenes y la comercial hay otra planta; el estado de todas las plantas es el mismo: cristales sucios o rotos, papeleras con desperfectos, colillas, papeles y restos de comida en el suelo o paredes con agujeros.
«Por favor que alguien se ocupe ya de una vez de este espacio, que lo limpien, que abran más tiendas porque sólo funciona una; la verdad es que da asco pasear por aquí», explica Aurora Rentería, vecina de Benidorm que acude con frecuencia de compras a la estación.
Igual de indignada se muestra Lady Salcedo, que también vive en la ciudad. «¿Cómo es posible que este edificio no sirva para nada? Está abandonado y... qué van a pensar los turistas que vengan por primera vez aquí y se encuentren este panorama; es horrible».
El complejo de la estación de autobuses se inauguró en 2007; la concesión está en manos del empresario Enrique Ortiz que está en conflicto con el Ayuntamiento de Benidorm. El origen del mismo, una sentencia del Tribunal Supremo que anuló en 2012 la adjudicación del contrato.
Y, mientras ambas partes se ponen de acuerdo para resolver el contrato, la estación de autobuses de Benidorm sigue abandonada.
