Los catedráticos Antonio Gil Olcina y Antonio Rico presentan este viernes, día 22, en el Ayuntamiento de Benidorm a las 11 horas el libro "Canal Bajo del Algar. Columna vertebral de la Marina Baja". Una obra que recoge la historia de este canal, inaugurado en 1964, sin que sería imposible explicar el desarrollo de la marca y, en concreto, de Benidorm.

Con la entrada en servicio del Canal Bajo del Algar, los caudales administrados por su Comunidad tenían como destino primordial, con porcentaje abrumador (90 %), el riego. Sin embargo, el espacio atendido por su red de distribución no ha sido ajeno a las profundas transformaciones demográficas y socioeconómicas inducidas, desde mediados del siglo XX a la actualidad, por el boom turístico de Benidorm.

En íntima relación con esos cambios, la demanda de agua creció con fuerza, impulsada por la nueva realidad urbano-turística; y asimismo, tempranamente, comenzó el reciclaje pionero de aguas residuales depuradas o, más bien, regeneradas, con ultrafiltración y ósmosis inversa, en el terciario avanzado de la EDAR de Benidorm, que proporciona, de no mediar interferencias nocivas en la red de saneamiento, un efluente de excelente calidad. Con los datos de los últimos años, los volúmenes de agua servidos por la Comunidad de Regantes del Canal Bajo del Algar, el consumo recreativo (40 %) se está aproximando al agrícola (60%); de mantenerse condiciones similares a las actuales, no parece aventurado concluir que la expresada tendencia no hará, en un futuro inmediato, sino afirmarse y robustecerse.

La obra consta de diez capítulos que abordan con amplitud y suficiente detalle la evolución más que centenaria, desde el Plan de 1902 o Plan Gasset, del Canal Bajo del Algar. Los dos primeros capítulos consideran, primordialmente, los condicionamientos pluviométricos e hidrográficos que motivaron el Canal. Entre 38º 30' y 38º 44' N, la Marina Baja ocupa una posición periférica y meridional en la zona de circulación general atmosférica del oeste. De ello derivan dos hechos de singular trascendencia climática: vecindad de la subsidencia subtropical y alejamiento de las trayectorias habituales de la corriente en chorro templada, que suele discurrir a latitudes superiores a 45º.

Factores asimismo de gran repercusión pluviométrica son asimismo sus sotaventos longitudinal -por su ubicación oriental- y orográfico -el que deparan las Béticas de Andalucía Oriental y albaceteñas-, la inmediatez del Mediterráneo y la cercanía del Sahara, inmenso hogar de aire tropical continental. Destaquemos también, en la comarca, el papel de la Sierra de Bernia, que la resguarda del gregal o llevant de dalt, tan eficaz pluviométricamente en el vecino Marquesat.

Consecuencia de este conjunto de condicionamientos es el régimen pluviométrico muy irregular de la Marina Baja, que conjuga duras y prolongadas sequías con esporádicos diluvios. Algar-Guadalest y Amadorio responden al régimen pluviométrico esbozado, si bien con la importante corrección que introduce en el Algar la sustancial alimentación subterránea proveniente de la comarca limítrofe y bastante más lluviosa de la Marina Alta, de la que carece su principal afluente, el Guadalest, cuyo comportamiento lo aproxima y asemeja al Amadorio, que muestra, con absoluta nitidez, su inequívoca identidad de río-rambla.

El capítulo tercero analiza el contexto histórico del proyecto, a todas luces desmedido, del Arquitecto Francisco Morell (1866), que, lejos de ceñirse a la comarca, pretendía afectar también a las de l'Alacantí y Bajo Vinalopó. A pesar de su supuesto fundamento científico, quedaba más próximo a la canalomanía y arbitrismo dieciochescos; sin perjuicio de alguna afirmación válida y fecunda como la que relaciona, acertadamente, la alimentación del Algar con la reaparición de caudales infiltrados en espacios aledaños.

En el capítulo cuarto se contemplan los albores del Canal del Algar, vinculado, por rara excepción, al Plan de 1902 o Plan Gasset. Este, acorde con los planteamientos regeneracionistas, fue la respuesta liberal a la grave crisis agraria que atenazaba al país. A los efectos que ahora interesan, es de resaltar que el plan, según explica Antonio Gil Olcina, carente de la información necesaria a la hora de adoptar decisiones sobre transformaciones en regadío prioritarias, optó erróneamente por una completa preponderancia de los regadíos interiores, menos costosos, con casi total marginación de la vertiente mediterránea.

De ahí el carácter excepcional de la inclusión, con alguna otra obra de menos entidad, del Canal del Algar. Se documenta, asimismo, en este capítulo cuarto la denominación del Canal, a partir de 1915, y hasta el estallido de la guerra civil, como Canal Eduardo Dato, iniciativa, sin la menor duda, debida al diputado conservador por la circunscripción de Villajoyosa Francisco Jorro Miranda, de filiación y devoción datistas, que apoyó decididamente la construcción del Canal en aquellos difíciles y violentos años de crisis de la monarquía parlamentaria.

Finaliza el capítulo con el interminable proceso, promovido en principio por el Ayuntamiento de Benidorm, de aprobación de las Ordenanzas de la Comunidad de Regantes del Canal Bajo del Algar, que, guerra civil por medio y difícil postguerra, no llegaría a término sino una década después, en 1945.

El capítulo quinto analiza, en toda su amplitud, las consecuencias del seco cuatrienio 1965-1969, año este último crucial, y jalón singular en la evolución hidráulica de la comarca en la segunda mitad del siglo XX, auténtico vivero de proyectos de máxima trascendencia, como la regulación del Algar mediante la elevación de sus aguas al embalse de Guadalest desde la Estación de Bombeo de Algar o la conexión de la cuenca Algar-Guadalest con el Embalse de Amadorio, potenciada y perfeccionada en la actualidad. Sin olvidar tampoco el decisivo apoyo de la Comunidad de Regantes del Canal Bajo del Algar a la constitución, unos años después, del Sindicato Central de Usuarios de las Cuencas de los Ríos Guadalest y Algar.

En estrecha relación con la angustiosa amenaza de desabastecimiento a Benidorm en el verano de 1969, evitada por el auxilio de la comunidad de regantes del Canal Bajo del Algar, el Ministerio de Obras Públicas aprobó en 1970 el "Anteproyecto de Aguas para las poblaciones de Altea, Alfaz del Pi, Benidorm, Finestrat (Costa), Villajoyosa, Polop, La Nucía y Callosa de Ensarriá (Alicante)". Se creó una comunidad de comunidades para garanizar el reparto de las aguas del Algar-Guadalest y se aliviasen las tensiones interior-costa. Nació así, y por todo ello, el Sindicato Central, que celebró su primera Junta General el 3 de junio de 1973 y la última el 10 de diciembre de 1985. El capítulo sexto examina el origen, funcionamiento y extinción del Sindicato Central.