El Molí Vell o Molí dels Moros, una infraestructura hidráulica de origen medieval ubicada en la margen derecha del río Algar cerca del puente de la autopista AP-7, ha sido adquirido por el Ayuntamiento de Altea con la finalidad de incluirlo en el patrimonio histórico y público del municipio, «para consolidarlo en el futuro en su musealización como reclamo cultural, educativo y turístico por tratarse de un elemento diferenciador respecto de los pueblos de alrededor», según afirmó la concejala de Urbanismo y alcaldesa accidental de Altea, Imma Orozco, tras la firma de la escritura de compra-venta en la Notaría de Beatriz Azpitarte.

La edil indicó que el coste de la operación «asciende a 76.027,84 euros, con cargo al presupuesto del año 2018, por la compra de la edificación y una superficie total de 1.717,84 metros cuadrados», y explicó que su compra se decidió por el equipo de Gobierno «porque, a pesar de que en esta legislatura se había redactado el proyecto de consolidación y adecuación del Molí, el hecho de que no fuese un bien público nos impedía continuar invirtiendo dinero en él». Para valorarlo, el Ayuntamiento encargó «una tasación a un especialista en patrimonio» ya que el arqueólogo municipal «había establecido esta superficie como idónea para continuar la investigación que debe permitir entender completamente el funcionamiento del molino», pues desde que en mayo de 2014 el Ayuntamiento firmó un convenio con los propietarios del molino para su cesión durante 15 años con el fin de rehabilitarlo «se habían realizado varias intervenciones, pero no podíamos continuar invirtiendo en su recuperación porque la ley solo lo permitía en casos de convenios de concesión a 50 años para poder invertir dinero público».

Con la compra del molino y su territorio por el Ayuntamiento, el espacio se catalogará «como Bien de Relevancia Local» y en las próximas semanas, «iniciaremos la licitación de la II Fase del Proyecto de Adecuación y Consolidación que corresponde a la estabilización de la estructura». Orozco indicó que se trata de facilitar «las intervenciones previstas en el proyecto integral de recuperación redactado en 2016 por un valor de más de 100.000 euros, que prevén hasta su musealización». Con esa finalidad, afirmó la edil, «hemos llegado a un acuerdo con los propietarios, María Pilar Jorro y Ernesto Armada, a quienes quiero agradecer su predisposición y voluntad para que el Molí pueda formar parte del patrimonio público e histórico de Altea, ya que la familia ha sabido entender el valor que representa para el pueblo contar con este elemento entre sus bienes patrimoniales». Orozco reconoció «el esfuerzo que han hecho para desprenderse de esta construcción tan singular que ha sido de su familia durante tantos años».

Un molino único

El Molí Vell o Molí dels Moros que hoy conocemos es la estructura arquitectónica del casal y los restos de un antiguo molino medieval, posiblemente de época andalusí, vinculado al Reg Vell d'Altea. Es uno de los cinco molinos que existen en Altea, «de los cuales quizá éste sea el de mayor valor, puesto que es único de la Comunidad Valenciana por el mantenimiento de su bóveda», según afirmó Imma Orozco. Situado sobre una terraza fluvial en la margen derecha del río Algar y dominando su cauce a 2.400 metros de su desembocadura, actualmente se puede acceder a él desde el camino que transcurre por la orilla derecha del río. El paisaje en el que se inscribe es el bancales de huertas dedicadas a cultivos de frutas y verduras con alta rentabilidad y muy próximo a las llamadas «algolejes» en la ribera del río.

Se tienen noticias de su existencia en la Edad Media posiblemente vinculado a la alquería de Benimussa. En la Carta Puebla de 1617 se cita la anterior existencia de acequias como la del Reg Vell o del Molí, según un estudio de Jaume Pastor i Fluixà. Esta acequia conduciría el agua hasta su balsa para hacer funcionar el molino. Su situación queda pues dentro de lo que será el sistema hidráulico del que luego fue denominado Reg Major o de Baix.

Anexa al molino se conserva parte de la balsa de agua, en parte soterrada y aprovechada para establecer campos de cultivo. Este aterramiento impide el conocimiento exacto de su superficie y profundidad. Si tenemos en cuenta las curvas de nivel y los muros conservados, «podemos plantear una hipótesis sobre sus dimensiones», indicó Orozco. Esta balsa adosada al molino presentaría forma triangular, con medidas de 100 x 80 x 31 metros, «lo que arroja una superficie de 1.240 metros cuadrados».

Por otro lado, la cronología del Molí dels Moros nos sitúa en la Edad Media, entre los siglos VIII y XVII. Durante los siglos de dominación, los árabes evidenciaron aquí su estrecha relación con el agua, desarrollando al máximo el trazado de canalizaciones, acequias y regadíos y consiguiendo un florecimiento de la agricultura y del aprovechamiento del agua. Aunque actualmente no es posible la visita al emplazamiento en sus lugares internos, sí que es posible un recorrido por el exterior desde el camino del río para comprender su ingenioso funcionamiento.

El transcurso del tiempo y el amplio tráfico rodado de vehículos pesados a su alrededor, «han hecho que sea necesario su cierre para afianzar y apuntalar la edificación para su restauración», dijo la concejala que señaló que el molino «ha sido ampliamente documentado y estudiado por el Ayuntamiento antes de comenzar con las primeras intervenciones de restauración, que en 2014 arrancaron con la construcción de una estructura para asegurar la bóveda del casal».