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Construcciones desaparecidas

Los gigantes derribados

En 2005 ya se demolió el anterior inmueble que ocupaba la parcela de las dos torres de Punta Llisera y Finestrat llevó a cabo otro en 2009

No es habitual ver cómo desaparece una construcción después de años en la retina de los que cada día la ven en el horizonte. Sin embargo, en los últimos años, la zona costera de la Marina Baixa ha visto desaparecer edificios o pisos de alguno de los esqueletos aún en construcción; unos para dejar paso a otros inmuebles, otros para recuperar espacios públicos y alguno para acabar con excesos de edificabilidad.

A ellos podría sumarse en los próximos meses las dos torres de Punta Llisera sobre las que el Tribunal Supremo se pronunció por última vez esta semana, dejando sin opciones al Consell y a los propietarios: tienen que ser derribadas por ser ilegales. Así que, si nada lo remedia, y las opciones son ínfimas, los dos edificios de Gemelos 28 podrían desaparecer del sky line.

Tirar abajo edificios de 22 alturas no es tarea fácil. De hecho, en los últimos años, los derrumbes que ha habido tanto en la capital turística como en Finestrat o La Vila Joiosa han sido costosos. El más llamativo se produjo en 2005 y fue precisamente en la misma parcela donde ahora se ubican las dos torres de Punta Llisera.

Desmontar un rascacielos

Allí se levantaba el edificio de Coblanca 10, una torre de 14 plantas más sótanos que sobrevivió en pie hasta 2005, cuando se echó abajo para dejar paso a las actuales torres de Gemelos 28. Las tareas para desmontar el rascacielos se iniciaron en junio de ese año y duraron varios meses. La empresa contrató para los trabajos dos robots dirigidos por radio control.

Pero además, debido a la dificultad, los trabajos se realizaron de fuera hacia dentro y los cascotes caían a un hueco perforado a lo largo de las 14 plantas del edificio. Las tareas fueron tan precisas por la zona en la que se encontraba, a escasos centímetros del mar y en una zona protegida, donde también están ubicadas las actuales torres, lo que llevó a un cuidado extremo que no evitó que algunos cascotes cayeran al mar en aquel momento. Algo que tendrá que evitarse si se lleva a cabo el derribo de las actuales.

En ese momento, la maquinaria era desconocida y se estaba utilizando para el derribo de la torre Windsor en Madrid. El desmonte se hizo planta por planta picando tabiques y muros, uno de los métodos que se utiliza para derruir grandes torres que están situadas en zonas en las que la seguridad debe ser máxima.

A mano por operarios

De la misma forma se actuó en el inmueble conocido como Ánfora, situado en primera línea de la Cala de Finestrat. En este caso, un esqueleto de hormigón permaneció durante más de 40 años afeando la imagen de esta zona del litoral. En 2009 llegaba el momento de que desapareciera la construcción. El proceso fue costoso y duró varios meses. Para empezar, los operarios de la empresa Tragsa, la que se hizo cargo de los trabajos encargados por Costas, comenzaron a demoler tabiques y paredes. La segunda fase la hizo la maquinaria, que empezó por los pisos superiores para ir derribando poco a poco la estructura. Para terminar, tocó retirar todos los escombros. Aquel edificio dio paso a un espacio público que se inauguró hace unos meses.

En la misma zona, pero en el término de La Vila Joiosa, también se llevó a cabo un derribo sólo tres años antes: el de dos plantas del entonces conocido como hotel Atrium. Los robots también fueron los protagonistas como en el caso de Coblanca 10. Así, en abril de 2006 comenzaban estos trabajos para acabar con la parte de la obra no legalizable. El Consell multó un año antes a la mercantil promotora por ese exceso de edificabilidad y le obligó a derribarlo. En ese momento era el mayor derrumbe hecho en Europa en un edificio que debía quedar en pie.

El siguiente de la lista podría ser el de las dos torres de Punta Llisera. La Generalitat adjudicó a una empresa de Valladolid la redacción del proyecto de derribo por 84.000 euros. La mercantil, según fuentes municipales, ya ha solicitado al Ayuntamiento de Benidorm una copia de los proyectos básico y de obra para saber a qué se enfrentan. Así que, una vez redactado, se conocerá de qué forma se desmontarán estos dos rascacielos del sky line de Benidorm.

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