Richard Romero, verdadero "alma mater" del ocio nocturno de Benidorm en las décadas de los 80 y 90, y Salvatore Espósito, propietario de locales de restauración de alta gama y de renombre, coinciden en el diagnóstico: "Ese Benidorm glamuroso y de dinero no volverá jamás". Ambos, (todavía activos y con negocios abiertos en la capital turística de la Costa Blanca, han participado en la captación de testimonios que la Fundación Frax graba para el futuro Museo del Turismo y los Viajes.

Y ambos rememoran con nostalgia el Benidorm de aquellas décadas, en las que el "glamour" de la ciudad miraba cara a cara a Ibiza y otros centros turísticos de Europa y el resto del mundo, y en las que el dinero circulaba "con fluidez y en abundancia". Romero, que dirigió las afamadas discotecas "Pachá" y "Penélope", recuerda cómo esos locales recibían cada noche a miles de clientes "que pasaban por taquilla sin rechistar, y dentro consumían sin preguntar precios".

Sus puestos de responsabilidad incluían entre sus cometidos configurar una plantilla de profesionales, así como la contratación de eventos diferentes cada día. "Teníamos hasta sastre en plantilla, porque las fiestas temáticas exigían vestimentas variadas y mucha imaginación para que todo el personal luciera acorde a la tematización de la noche".

Era una época en la que no había problemas con este tipo de locales. "Estábamos a las afueras de la ciudad, en la carretera, que llegaba a colapsarse cada noche de verano por la cantidad de coches que accedían a las discotecas".

Recuerda Richard Romero que disponía, en ambos casos, de salas "VIP", reclamadas con mucha profusión, además de accesos privados al recinto para clientes especiales, y servicio de camareros particular. "Corría el dinero, y en la conciencia colectiva estaba que para pasarlo bien había que pagar".

Por su parte, Salvatore Espósito arrancó su carrera profesional con el restaurante "El Vesubio", que llegó a ser un referente de la alta cocina, al que siguió el no menos recordado "I Fratelli". En ninguno de los dos hubo nunca menú del día. "Venían los clientes a la carta, y hubo un tiempo en que no sabía dónde comprar el caviar para atender tanta demanda".

Entre los clientes de Espósito figuraba, inexorablemente cada año, hasta un príncipe saudí, que reservaba para una noche todo el comedor para él aunque el séquito de comensales lo compusieran únicamente cinco o diez personas. "No había problema con el dinero, y de postre siempre regalaba a sus mujeres algunas de las joyas que teníamos en exposición en el salón principal". Y es que en "I Fratelli" una reputada joyería exponía sus creaciones€ y el nivel de ventas en el restaurante era "más que aceptable".

¿Añoranza por ese Benidorm? "Sí, mucha. El Benidorm del glamour y el dinero no volverá jamás". Ambos protagonistas de las entrevistas grabadas por la Fundación Frax coinciden en el diagnóstico: ""El turista actual que recibe Benidorm es de bajo poder adquisitivo, de masas, que busca menús baratos y locales de ocio que no cobren entrada".

"Se ha construido mucho y hay que llenar, y lógicamente no hay tanta gente con mucho dinero para disfrutar de ese 'glamour' de antaño", dice Espósito. "Entonces, por una copa pagaban casi lo mismo que ahora, y han pasado más de treinta años", sentencia Romero.