Visitar algunas de las casas antiguas que quedan en el casco histórico de La Vila Joiosa es viajar en el tiempo y descubrir cómo vivían los antiguos moradores. Pero a veces no sólo se puede conocer la historia de una familia sino de toda una generación junta que ha dejado su huella escrita a lápiz en paredes centenarias.

Es lo que ha ocurrido dentro de una vivienda de la calle Archivo, en el número 5. El Área Municipal de Arqueología y Patrimonio Histórico acudió a ella a realizar un informe previo como cada vez que se realiza una obra como estipula el Plan Especial de Protección y Conservación del Conjunto Histórico, declarado Bien de Interés Cultural.

La gran casa, cuya fachada principal da a la plaza Mayor, escondía entre sus paredes un secreto: el colegio Santa Marta. De él se tenían indicios aunque no se conocía cuál era su ubicación real, según explica el responsable de Vilamuseu, Antonio Espinosa. De hecho, sólo se sabía, por «Jaume Soler Soriano que en el s. XIX hubo una Academia Santa Marta a la que se desplazaban los profesores del Instituto de Alicante para examinar a los alumnos de Bachillerato».

Cuando los técnicos pusieron el pie en el zaguán, «se dieron cuenta de que esta casa era diferente». Primero por su distribución: los dos primeros pisos eran casi idénticos, con cocinas demasiado grandes; una pequeña alcoba vigilaba por un ventanuco la entrada principal; el zaguán tenía una escalinata que daba acceso a un pasillo en la entreplanta, cerrado por una cancela historiada decorada con símbolos religiosos.

El edificio era «raro» pero una habitación de la primera planta dio la clave para entender su función: estaba llena de «grafitis», la mayoría escritos a lápiz en la pared que daba a la calle Archivo, a ambos lados de la ventana. Algunos de ellos largas listas de nombres, casi todos ellos femeninos. Y encima o debajo de esas listas, apareció la explicación de todo: Colegio de Santa Marta.

Entre las frases aún se puede leer «Rafael Ramos de Colegio de Santa Marta dejó de benir día 9 de febrero de 1899». En otro rincón, una chica dibujaba a una mujer con moño y gafas, que podría ser una profesora así como otra frase como «Esperanza Mayor y Beatriz Baldó son las chicas más guapas del colegio y las de la familia de (...) son las más feas?». Ahora todas ellas se transcribirán y calcarán digitalmente, para recuperar este «testimonio espontáneo de nuestra historia que escribieron varias promociones de estudiantes desde hace más de 140 años». Además, los «grafitis» se han fotografiado en alta resolución y algunos se han extraído para conservarlos en Vilamuseu.

La cancela del zaguán también escondía claves. «Llamó en seguida la atención» al contar con un gran cáliz en la puerta y dos elementos pintados de rojo: dos granadas, que representan en la época a la Virgen María. También aparecieron otros símbolos como «la rosácea o roseta de seis pétalos, un símbolo religioso prerromano». Este símbolo aparece al menos cuatro veces en la casa. Y es que su fundador, Pedro Juan Llorca, era presbítero.

Además, la investigación se ha desarrollado junto con el Archivo Municipal, donde se conserva copia de un «Reglamento del Colegio de 2ª Enseñanza Santa Marta», donde se afirma que se fundó en 1874. Así que con todos estos datos, el misterio del colegio Santa Marta ha quedado desvelado.