«No a la fumigació, tot per la salut». Con esta consigna, decenas de personas protestaron ayer en Benimantell contra la empresa pública Tragsa, dependiente de la Generalitat y encargada de actuar contra la Xylella fastidiosa, después de que sus operarios hayan fumigado con tratamientos contra esta plaga árboles que están ubicados al lado del colegio público de Infantil y Primaria del pueblo, donde estudian un total de 45 menores.

Fumigaron sin haber avisado previamente ni al centro ni al Ayuntamiento para que pudieran tomar las precauciones oportunas. De ahí que ayer los concentrados a las puertas del centro acusaran a esta empresa pública de estar poniendo «en riesgo la salud de nuestros niños». «Están tratando los árboles con veneno sin tener en cuenta que a pocos metros estudian niños de 2 a 12 años, algunos con problemas de asma, alergias u otras enfermedades, y no nos han informado absolutamente de nada», criticaron tanto la directora del centro como la edil de Educación de la localidad, la socialista Carmen Solbes.

Al parecer, los trabajos de fumigación tuvieron lugar el pasado 17 de octubre. Al menos, eso es lo que se puede leer en las señales informativas que la empresa colocó días atrás colgando de los almendros fumigados, en las que figura una calavera y se indica que el veneno vertido tiene una consistencia de 30 días. Gracias a estas señales es como los vecinos de Benimantell se enteraron de que Tragsa había fumigado los almendros colindantes al colegio: tanto uno pegado a la misma valla del centro escolar como los de los bancales contiguos, además de matorrales y otro tipo de vegetación de las inmediaciones, incluida la del parque infantil anexo a la escuela, al que los niños salen a jugar a la hora del patio, tal y como indicaron ayer los afectados.

A partir de ahí, se tomaron algunas precauciones, que unidas al mal tiempo registrado días atrás, favorecieron el que ningún niño llegara a estar en contacto directo con el veneno. «No han salido al patio a la hora del recreo, menos mal», afirmó una de las maestras, que, como también hicieron los padres y el propio Ayuntamiento, contactaron con Tragsa de inmediato para exigir explicaciones sobre lo ocurrido.

Ayer, además de concentrarse en la parte trasera del colegio, la que da a los bancales fumigados, los padres, madres y profesorado del centro conocieron de primera mano las justificaciones de esta empresa. «Una de las encargadas de Tragsa en la zona nos ha reconocido que fue un error por fumigar sin avisar y nos asegura que los niños ya no estarían en peligro, que el riesgo se produce en los siete días posteriores a fumigar, si hay contacto directo o si se ingiere el líquido. Pero aún así estamos hablando de un veneno y de que hay niños de por medio», trasladó la directora del centro, a la que las explicaciones no le acaban de convencer. Esta docente agregó que, además, «también se están triturando árboles, hace viento que puede arrastrar las partículas del veneno y todo viene al patio», a lo que habría que sumar que las propias pegatinas de Tragsa indican que el veneno utilizado perdura durante los 30 días siguientes a la fumigación.

Por eso, tanto el colegio de la localidad como el propio Ayuntamiento han reclamado que, cuando se vuelva a producir una fumigación similar, no sólo se les informe de lo que se va a hacer sino que también que «se cumplan a rajatabla los protocolos en materia de seguridad y que dejen de jugar con nuestra salud».