Callosa d'en Sarrià es de las tropas de la media luna. Al menos, de momento. El municipio vivió ayer su gran batalla entre el bando moro y el cristiano, quienes pelearon por el control de la villa que finalmente cayó en manos sarracenas después de la pelea. La tarde comenzó con el Tiroteo en el que las huestes del capitán moro, acampadas en el carrer la Font, atacaron la villa con arcabucería y obligaron a los cristianos, acampados en la plaza Mare Amalia, a retirarse al castillo situado en la plaza de España.

Allí, y antes de la Embajada Mora, se hizo la tradicional súplica que este año incluía una novedad: recitarla mirando a la Meca en lugar de a la bandera que todos los años ondea en el balcón. Después, en la fortaleza, con una plaza abarrotada de festeros, el embajador de la media luna, Juan Pedro Galiana, pidió a los cristianos que abandonaran el castillo. El bando de la cruz se negó y así lo trasladó a sus enemigos. Tras una batalla dialéctica, habrá guerra: «¡Que la Virgen de las Injurias nos asista!». Por la mañana, como es tradición, tuvo lugar el Baile Moro, uno de los actos más llamativos de las fiestas callosinas y que está a la espera de que la Conselleria de Cultura tramite la declaración de Bien de Relevancia Local junto al Cristiano que tendrá lugar hoy a las 12.30 horas. A última hora de la tarde tuvo lugar la procesión en honor a la Mare de Déu de les Injúries.

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Tradicional tiroteo y embajada en Callosa d'en Sarrià