La expulsión de los moriscos del Reino de Valencia, hace ahora 409 años, supuso el vacío de decenas de núcleos de población y el abandono de grandes extensiones de cultivo. Bastantes de esos lugares fueron repoblados con mallorquines, como buena parte de lo que hoy es la Marina Alta y las zonas aledañas de la Marina Baixa, el Comtat y la Safor. Centenares de personas procedentes de las Baleares se establecieron, con la presumible mediación de nobles y terratenientes de la época, en localidades que habían quedado del todo o casi desiertas. Una de ellas fue Tàrbena, donde cuatro siglos después aún se percibe con nitidez la huella mallorquina.

Este municipio del interior de la Marina Baixa, con 640 habitantes en la actualidad, conserva numerosos rasgos de su origen balear en el habla y en las costumbres. El más destacado, y por el que más se identifica el origen mallorquín de los vecinos, es el llamado «parlar de sa»: el uso del artículo «es» o «sa», y el plural «ses», para identificar las cosas, tal y como es habitual en las Baleares. Así, el coche es «es cotxe», la ventana es «sa finestra» y las campanas son «ses campanes», entre cualquier otro ejemplo que se quiera buscar. También es fácil escuchar en Tàrbena el artículo demostrativo «aqueix», propio de las islas, así como «xarrar» al simple hecho de hablar, sin el matiz coloquial que el término tiene en el valenciano general. Y coexisten las formas «ací» y «aquí», equivaliendo la segunda al castellano «ahí», junto con una entonación vocálica con ciertas semejanzas con la del habla baleárica.

Hasta hace no mucho tiempo, el habla genuina de Tàrbena estaba poco considerada, incluso por parte de los propios vecinos, a los que se llegaba a llamar «mallorquines» de manera despectiva en el entorno, al igual que ocurría con otras localidades repobladas en el siglo XVII con un contingente de la misma procedencia. Sin embargo, en los últimos años esto ha dado un giro absoluto. El estudio académico del proceso de repoblación y de los rasgos lingüísticos resultantes ha dado lugar al establecimiento de fuertes vínculos con localidades de Mallorca de las que emigraron los ancestros de los actuales habitantes, y esto, a su vez, a que los orígenes de Tàrbena y las particularidades de su valenciano dejen de ser un estigma y se conviertan en una seña de identidad que los vecinos tienen a gala llevar por bandera.

Las particularidades lingüísticas y culturales de Tàrbena han sido objeto de estudio desde hace mucho tiempo; hace ahora 100 años visitó la localidad el sacerdote y lingüista Antoni Maria Alcover i Sureda, nacido en Manacor y autor del «Diccionari Català-Valencià-Balear». Fue el primero en divulgar los rasgos del habla tarbenera en el conjunto del dominio lingüístico catalán. Más tarde, ya a partir de la década de 1970, y sobre todo de la de 1990, surgieron numerosos trabajos académicos y comenzaron a estrecharse lazos con localidades mallorquinas de donde procedían los repobladores, como Manacor, Santa Margalida, Llucmajor, Artà, Pollença y Esporles. En 1997, Tàrbena se hermanó con Santa Margalida, y poco después también lo hicieron la Vall d'Ebo y Xaló, cuyos habitantes también descienden en gran medida del mismo municipio. No obstante, el punto de inflexión definitivo lo marcó el 400 aniversario de la expulsión de los moriscos y la posterior repoblación, entre 2009 y 2010.

A raíz de la efeméride se realizaron numerosas actividades culturales y divulgativas que pusieron en valor el legado mallorquín de la Marina. En Tàrbena tiene su sede el Centre d'Estudis de Repoblació Mallorquina (CERM), una entidad que canaliza todas las acciones que se realizan en torno a este asunto. Su presidente, Joan Lluís Monjo, se felicita de que son muchas las personas que «ven que éste es un tema interesante y les despierta simpatías». Él comenzó a investigar sobre el habla tarbenera hace 30 años, «primero recopilando la literatura de tradición oral, porque era un patrimonio efímero». Más tarde, el trabajo conjunto con otros dos investigadores, Antoni Mas (de Santa Margalida) y Josep Mas (de Xaló) hizo que el trabajo se potenciara. Dos de sus objetivos básicos, la promoción del dialecto «tarbener» y la creación de lazos con Mallorca, se han logrado de manera amplia.

Exaltación del «parlar de sa»

Monjo destaca muy especialmente la puesta en marcha de la «Festa des Parlar de Sa», cuya tercera edición tuvo lugar el pasado mes de junio. «Hemos conseguido que ya no se vea como un habla incorrecta y que la gente no se avergüence de utilizarla». El apoyo de la Acadèmia Valenciana de la Llengua (AVL) y el libro divulgativo «Els parlars valencians», de los profesores de la Universidad de Alicante (UA) Vicent Beltran y Carles Segura-Llopes, han contribuido mucho a que, como dice el presidente del CERM, el «tarbener» se vea «como un patrimonio de todos los valencianos». El secretario del CERM, Jacinto Molines, incide en la misma cuestión, haciendo hincapié también en el eco que el tema ha tenido en Mallorca y de la implicación de instituciones como el Govern o la Universitat de les Illes Balears, y de cómo «se ha descubierto que la repoblación fue un fenómeno muy extendido, y no un caso aislado limitado a Tàrbena, como se creía antes».

Una de las actividades promovidas por el CERM -que siempre ha contado con el apoyo de la mayoría de los vecinos y también del Ayuntamiento, sin importar los cambios de gobierno que se han sucedido- es el «Concurs Literari en Tarbener Adolf Salvà», con el objetivo de incidir en el prestigio del dialecto local. En este sentido, la entidad tiene una firme aliada en Helena Molines, la directora del colegio público de la localidad, que desde hace poco se llama Ses Escoles, como otra apuesta de dar visibilidad al artículo que caracteriza el habla local.

La docente explica que «la única maestra que habla con artículo 'salat' soy yo, e intento que en la escuela lo utilicen, porque es la forma tradicional». Añade que «es una manera de intentar recuperar el habla de Tàrbena, que ha perdido mucho uso porque hasta hace poco, los propios vecinos del pueblo se pasaban al 'la' nada más salir de aquí». Molines indica que en estos momentos está preparando una gramática con los principales rasgos del dialecto local, que incluye palabras características como «alamón» para decir «un montón», frente a «un munt» o «un muntó». Confía en que pueda ser utilizada por el resto de docentes, que al no ser de Tàrbena desconocen el «parlar de sa».

La directora del colegio ejemplifica también el cambio de percepción del habla local en los últimos tiempos para los propios vecinos. Lo corrobora Jaime Molines, de 85 años, que observa sentado en una silla en la plaza principal de Tàrbena el trasiego de una mañana de jueves, en la que se celebra el mercadillo semanal. «Antes buscábamos huir del 'parlar de sa' en cuanto nos íbamos fuera, incluso con la gente de los pueblos de al lado, porque se reían de nosotros». Sin embargo, se muestra muy satisfecho de que a día de hoy esté revalorizado y lo destaca como un rasgo genuino: «Hace falta haber nacido aquí para saber hablarlo bien».

En la misma línea se muestran Isabel Seguí y Quico Ripoll, mientras apuran sus cafés en un bar: «Hace un tiempo, fuera de Tàrbena hablábamos con 'la' porque lo veíamos como una bajeza, y ahora es al contrario». Isabel añade que «es algo único, que no tienen los pueblos de al lado, y que estimas como tuyo; yo no sé hablar de 'la', y eso que he vivido fuera». Ambos señalan también que «la relación con Santa Margalida y el resto de Mallorca nos ha dado vidilla» y aprueban el «impulso» que se quiere dar desde la escuela al «parlar de sa»: «No debemos dejar nunca que se pierda, es algo que sólo tenemos aquí».