Pasear por las calles del casco antiguo de La Vila Joiosa cobró ayer un tinte especial. Cada rincón o plaza era el escenario de una actividad cultural y las flores y la música fueron protagonistas de la jornada. Era la celebración de «La Vila Vella. La Vila Bella», una iniciativa del Espai de Debat en Positiu per la Vila «Equinocci», en la que contó con la colaboración del Ayuntamiento.

Este año, como ya ocurrió en las pasadas dos ediciones, se trabajó durante semanas para engalanar el barrio vilero. Un grupo de mujeres estuvieron realizando un taller una vez a la semana para crear los adornos que ayer se pudieron ver: un bastidor de más de 2 metros con tres colgantes de decoración. Pero eso no era todo. Las fachadas de varias viviendas se llenaron de flores como la del Ayuntamiento, la de una vivienda de la calle plaza Castelar, la única que se mantiene de piedra y sin el color característico de las casas de este barrio, y en el carrer Traveseret. También hubo tiempo para el Indie Pop, para oír a un cuarteto de cuerda o para que desde los balcones de algunas viviendas salieran notas de manos de los músicos que amenizaron la velada. Además se vieron actuaciones pictóricas con artistas locales y «street art» en el que se pintó un mural de 6 metros.

«La Vila Vella» tenía programado para los asistentes talleres infantiles, actividades tradicionales, un concurso fotográfico y otro de cortos, teatro, danza o literatura infantil. Todo ello acompañado de visitas guiadas que, según los organizadores, fueron un éxito al agotarse las plazas enseguida. Entre ellas, una a la Iglesia de la Asunción, en concreto al paseo de ronda de la iglesia-fortaleza al que pudieron acceder cerca de 400 personas para conocer la historia de este edificio.

Homenaje a los vecinos

Entre las novedades de este año, un homenaje a los vecinos del casco antiguo, «aquellos que han vivido siempre aquí y han conservado la esencia del mismo». Para ellos, un mural de tela de 7 metros con sus fotografías.

Para retratar y acordarse de su paseo por el casco histórico, Equinocci dispuso en el cruce entre la calle Costereta y María Amada el «Cantó del bes» («La esquina del beso») donde los asistentes pudieron inmortalizarse besando a quien quisieran y subirlo a las redes. Este rincón «quedará permanentemente para el pueblo», afirmaron desde la organización.

Y para terminar, ya de noche, un espectáculo de luz en la muralla con danza vertical para despedir la jornada a la que asistieron miles de personas a disfrutar de las actividades de un evento que se ha consolidado en tres años.