Pocos minutos pasan de las once de la mañana. La orilla de la playa de Levante es un hervidero de gente que entra y sale del mar, sortea a unos niños haciendo castillos de arena, a dos jóvenes que juegan a las palas o a la señora que ha plantado su silla en primerísima primera fila para no perderse nada de lo que allí sucede. Entonces, una voz resuena sobre el resto: «A Tabarca gratis, a Tabarca gratis». Un hombre de avanzada edad reparte entre los turistas folletos donde se promociona una excursión gratuita a esta isla alicantina para el día siguiente.

Los viajeros que acudan serán agasajados, además de con el trayecto en bus desde Benidorm, con un desayuno y una comida en un bufet libre, así como una ruta por las zonas más turísticas de Tabarca: las murallas, la iglesia, la torre vigía, la Lonja, el mercado de abastos o la plaza del Calvario. A cambio, únicamente tendrán que pagar diez euros por el trayecto en barco. Porque, aunque la palabra «gratis» se repite en gran tamaño en distintas partes del folleto, la letra pequeña especifica que gratis, gratis no es. Y, además, también tendrán que regalar varias horas de su precioso tiempo escuchando una «amena demostración comercial ofrecida por nuestro patrocinador». Porque, como ya habrán imaginado, la finalidad real de esta excursión no es ofrecer ningún servicio a los turistas, sino captar más y más compradores para las empresas que realmente están detrás de estos viajes.

Una actividad sin declarar

La competencia en el negocio de las excursiones gratis a destinos como Tabarca, las fuentes del Algar o Guadalest, que en la mayoría de los casos están fuera de toda legalidad al tratarse de una actividad comercial no declarada, ha hecho que las firmas que las organizan no tengan suficiente con abordar a los viandantes junto a la puerta de su hotel o en las calles más céntricas. Además, les ha llevado a extender el reparto de folletos en plena temporada alta hasta la primera línea de playa, colocando repartidores en la propia orilla o en los accesos más concurridos de los paseos marítimos para bajar a la arena.

Prohibido en las ordenanzas

A eso se une otro dato digno de tener en cuenta. El reparto de cualquier tipo de publicidad en la vía pública es una práctica prohibida expresamente en las propias ordenanzas municipales de Benidorm. En el caso de este tipo de repartidores, la captación de clientes se agrava además porque éstos son abordados en plena calle y de malas formas. Si los agentes de la Policía Local observan estos hechos, pueden denunciar al infractor, pero saben que, tristemente, tienen las manos atadas: «Todas las personas que ponen a repartir folletos son insolventes, así que no se pueden hacer cargo de la sanción; en los anuncios nunca viene el nombre de la empresa organizadora de la excursión, de modo que no puedes localizarla, investigarla ni ir contra ella; así que, como también ocurre con los trileros o los vendedores ambulantes, por mucho que les persigas, la denuncia no va a ningún sitio», manifiestan fuentes de este cuerpo policial.

Desde la asociación de agencias de viajes de Benidorm, Avibe, llevan años denunciando la competencia desleal que para el sector representa este mercado de excursiones sin reglar. Por ello, y ante la expansión de esta práctica hasta la misma playa, el presidente de esta agrupación, Juanjo Pérez Parker, ha vuelto a exigir «mano dura. No se puede tolerar que estas personas hagan negocio a costa de engañar a los turistas y de robar clientes a guías o empresas que sí estamos legales».