En pleno verano y sin agua en el grifo. Dos municipios de la Marina Baixa están viviendo episodios de restricciones de agua este mes de agosto. En Tàrbena, en el interior de la comarca, los cortes de este suministro se van a producir por las noches; mientras, en la urbanización Altea Hills, al lado de la costa, el Ayuntamiento ha prohibido el consumo y el uso del agua del grifo para cocinar hasta nuevo aviso; allí también se están produciendo los primeros cortes.

En ambos casos, los vecinos son los más afectados y, además, no es la primera vez que pasan por episodios de restricciones. En las dos localidades, la llegada del verano y el aumento de población dejan a un bien tan preciado como el agua bajo mínimos y la falta de lluvia tampoco ayuda a mejorar la situación.

Como ya publicó este diario, el pasado 5 de agosto, el Ayuntamiento de Tàrbena avisaba a través del perfil oficial de una red social de que iban a producirse restricciones de agua este verano tanto en el casco urbano como en el diseminado de viviendas por la sequía y el aumento de población. Unos cortes que este domingo serán efectivos desde las 22 a las 7 horas. La razón no es otra que el pozo que abastece al municipio no permite cubrir el consumo actual que se da en la localidad que cuando llegan los meses estivales duplica su población.

Pero a esos cortes anunciados y previstos se unió que «hubo problemas eléctricos toda la semana» en la bomba del pozo de la Murta lo que lo dejó con una capacidad de bombeo limitada, según confirmaron fuentes municipales, así que también se produjeron algunos cortes de agua días atrás y se restableció el servicio el viernes por la tarde.

No es la primera vez que los vecinos de Tàrbena pasan por esta situación. Algunos de los residentes aseguran que «está afectando a los negocios» y que no ven que haya solución a pesar de que el Ayuntamiento puso sobre la mesa hace unos meses una forma de intentar solucionar el problema: conectarse a otro pozo, el de Picassaries, ubicado a unos seis kilómetros. Así, la primera parte de esa obra ya está terminada, la de la colocación de una bomba a unos 500 metros de profundidad para poder impulsar el agua. La segunda parte está en marcha y es la de la conducción del agua hasta el casco urbano.

«Inaceptable»

La situación en una de las urbanizaciones de lujo de la comarca, Altea Hills, no es mucho mejor. Allí residen 1.300 vecinos a los que la semana pasada se les notificó un año más por medio de un bando municipal que el agua del grifo no era apta para el consumo humano ni para preparar alimentos. Esta restricción, según los residentes, se une a otras como prohibir el uso para regar o llenar las piscinas además de que «ya se han producido los primeros cortes del agua».

Los vecinos indicaron que esta situación es «inaceptable» por varias razones. Entre ellas, no entienden por qué estas restricciones sólo afectan a su urbanización y no al resto de la población, lo que supone «un agravio comparativo». Pero además aseguran que el Ayuntamiento «mira a otro lado» a pesar de ser conocedor del problema desde hace años. Incluso el Síndic de Greuges ha dado la razón a la comunidad de propietarios en su petición de que se conecte la urbanización al sistema municipal de abastecimiento de agua, un proyecto valorado en 2,7 millones de euros, que acabaría con el problema, según los vecinos. Los propietarios aseguran que también se une la «falta de medios económicos, recursos humanos y capacidad de gestión» de la empresa que suministra el agua, Apobersa, y que si «esa empresa no puede garantizar esos mínimos, otra podía hacerse cargo».

Con todo añadieron que es «incoherente» seguir dando licencias a construcciones si no se puede garantizar el suministro de agua y que, a pesar de que los propietarios de Altea Hills «contribuyen con sus impuestos», como el IBI y como hace cualquier otro vecino, «no se recibe nada o de manera insuficiente», además de que se da «una lamentable imagen» al no poder garantizar algo básico. Así concluyeron que no están pidiendo más que «abrir un grifo y que salga agua apta para el consumo» como ocurre en cualquier otro lugar de Altea.