El mar en La Vila Joiosa se convirtió en un campo de batalla la madrugada de este sábado. Las tropas sarracenas, capitaneadas por el Rey beduino Pere Miquel Marcet, se enfrentaron a los guerreros del monarca cristiano Pedro Soriano por el control de la «Villa de las Joyas». Al final la victoria fue para la Media Luna, pero sólo por unas horas.

El acto del Desembarco reunió a miles de personas en la playa Centro en una de las citas más destacadas de las Fiestas de Moros y Cristianos. Treinta cuatro barcas, entre ellas algunas llenas de componentes de la compañía «Marinos» que intentaban repeler el ataque desde el agua, surcaron la bahía durante más de dos horas para representar este acto que recuerda los hechos ocurridos en julio de 1538 cuando las huestes moras se lanzaron a conquistar la villa.

Desde las 4.30 horas, el sonido de arcabuces y cañones se podían oír en la arena. Era el intento de las tropas de la Cruz de repeler el ataque berberisco desde el mar. Aún era de noche cuando el emisario moro llegó con los ojos vendados a la playa para trasladarle un mensaje al monarca cristiano para que se rindiera. En la arena, el Rey de la compañía «Catalans» le esperaba con todos sus guerreros. El moro le explicó al cristiano las victorias de su monarca y cómo la tierra «que ocupas» fue «tierra pollosa», haciendo referencia al nombre con el que se conoce a los beduinos: «pollosos». Después de intentar que el bando cristiano se rindiera, recibió la contestación del Rey Pedro Soriano: «tengo un ejército lleno de gente luchadora» y «le dices al Rey Moro que aquí hay un pueblo valiente». El máximo representante de la Cruz fue contundente: «¡Guerra, guerra!»; por lo que el enviado sarraceno no tuvo más remedio que volver para trasladarle a su monarca la decisión cristiana.

Embajada mora

El Rey Cristiano tomó posiciones en el castillo mientras el Moro se acercaba con su embajador en un segundo intento de que la plaza se rindiera. Arrancaba así la embajada mora donde los representantes de ambos bandos intentaron llegar a un acuerdo para acabar con la batalla. Desde la arena, el embajador sarraceno, Juan Vicente Llinares, junto al monarca de la Media Luna, Pere Miquel Marcet, comenzó su parlamento describiendo las conquistas del beduino en las que «aún le falta el mejor de los brillantes, la más bella de las joyas», La Vila Joiosa, la que «griegos y fenicios escogieron por colonia», la que es la «Villa de las Joyas».

Así advirtió al bando cristiano que «tus tropas son muy pocas y, cansados por la lucha, las fuerzas no les sobran». La batalla dialéctica continuó con la petición de que «me permitas que en paz sobre esos muros ponga mis triunfantes medias lunas» y así evitar la guerra, pero las amenazas como acabar con la ciudad y arrasar con todo a su paso acabaron enfadando al bando cristiano.

Desde lo alto del castillo, el embajador de la Cruz, Luis García, no estaba dispuesto a rendir la villa. El cristiano advirtió a las huestes de la media luna que «la guarnición es corta, más el número qué importa si mis bravos son leones» y que «sin igual es el valor de los que la libertad de la patria defendemos». Los cristianos solicitaron a los moros prudencia pero la guerra fue inevitable.

Sin entendimiento, la batalla por mar se recrudece y, sobre las 6.30 horas, el Desembarco Moro está en su punto más álgido. Las compañías cristianas desde la playa intentaban repeler el ataque con sus arcabuces y cañones mientras las barcas sarracenas amenazaban con llegar a la arena y los guerreros moros empezaron a saltar de las embarcaciones. En un momento del enfrentamiento, la imagen de la patrona Santa Marta apareció iluminada recreando lo ocurrido el 29 de julio de 1538 cuando ayudó a los habitantes de La Vila contra las tropas berberiscas.

Los esfuerzos fueron muchos pero, finalmente, los cristianos tuvieron que retirarse y el Rey Moro y sus tropas se hicieron con el control del castillo, pero por poco tiempo. Los cristianos se reagruparon y solicitaron ayuda a los pueblos de la montaña para una nueva lucha. Era la Embajada Cristiana y la Reconquista celebradas en la tarde de ayer hicieron que el ejército del Rey de los «Catalans» recuperara el poder obligando al Rey Moro y su ejército a retirarse del castillo que volvió a lucir la bandera con la cruz.