El instituto público Pere Maria Orts i Bosch de Benidorm ha iniciado la cuenta atrás para saber, en muy poco tiempo, si su primera edificación tiene todavía futuro o está condenada a pasar a la historia. Una empresa especializada en patologías de la construcción contratada por la conselleria de Educación ha iniciado el estudio de la estructura del bloque más antiguo para conocer el alcance de los daños detectados en sus cimientos y poder determinar si se pueden rehabilitar o si, de lo contrario, hay que acabar derribándolo.

Los trabajos, anunciados desde hace un par de meses por el departamento del conseller Vicent Marzà, se han iniciado esta misma semana, aprovechando que ya han acabado el curso los más de 750 estudiantes matriculados en este centro de enseñanza. Fuentes consultadas explicaron que los mismos se prolongarán todavía durante unos días, de modo que los técnicos que los ejecutan puedan hacer un informe pormenorizado de la situación.

Antecedentes

Aunque es prácticamente ahora cuando se ha conocido el mal estado de los cimientos, la situación podría no ser del todo nueva. Este centro de Secundaria y Bachillerato es el primer instituto que se construyó en Benidorm y desde el año 2009 está inmerso en unas obras de ampliación y reforma que han acabado por hacerse eternas. Algo más de un año después de iniciarse el proyecto, en 2010, el antiguo edificio del Pere Maria se quedó por completo vacío y todo su alumnado se dividió entre las nuevas aulas y una veintena de barracones desplegados en el patio. Los obreros comenzaron a actuar sobre las zonas más antiguas y en 2011, cuando estaba ejecutado al 85%, abandonaron la obra por quiebra de la empresa adjudicataria. Desde entonces, en siete años nadie volvió a pisar el inmueble, hasta el pasado mes de febrero.

La mercantil a la que Educación adjudicó el contrato para finalizar la reforma, Construcciones San José, retomó los trabajos constructivos y dos meses después, coincidiendo con la Semana Santa, retiró todo el material y los trabajadores desplazados hasta Benidorm y abandonó las obras, tras detectar daños en la estructura. Al parecer, la mercantil alegó entonces que se trataba de «problemas graves» en el forjado que pondrían en peligro la estructura y que no le habían sido comunicados ni aparecían en el proyecto cuando accedieron a la licitación para terminar la reforma. De modo que, al no entrar dentro de sus competencias, la constructora no estaba dispuesta a asumirlos y no continuaría con la obra hasta que Educación se pronunciase.

¿Y ahora, qué?

La situación provocó el enfado de la comunidad escolar y también hizo que, de nuevo, cayeran en la frustración. Alumnos, profesores y padres llevaban siete años esperando el final de las obras y, cuando parecía que todo ya iba sobre ruedas, la realidad volvía a darles un palo. «¿Cómo es posible que nadie en siete años se haya dado cuenta de que había daños en la estructura?», se preguntaban.

Para calmar los ánimos, el pasado mayo, una representación de profesores, padres y alumnos del consejo escolar del centro acudió a València para reunirse con responsables de la Dirección General de Infraestructuras Educativas, que avanzó la decisión de Educación de realizar un estudio de la estructura para conocer la situación real de la misma. Y se comprometió a que este estudio se iniciaría antes de acabar el mes de junio y que el informe completo podría estar listo, como mucho, en un par de meses.

Fuentes del centro consultadas por este diario explicaron que los técnicos de la empresa contratada por Educación para escrutar la estructura del instituto han comenzado a ejecutar los trabajos sobre el terreno el pasado martes.

A partir de ahora, con lo que determine el estudio, a Educación le quedan tres posibilidades sobre la mesa: que los daños sean de poca gravedad y que el coste de su reparación no exceda de los 110.000 euros -el 10% del presupuesto por el que se adjudicó la obra-, lo que permitiría ampliar el contrato a Construcciones San José para incluir estos trabajos; que el coste sí que exceda de esa cantidad, lo que obligaría a hacer un nuevo proyecto y otra licitación; o el peor de los escenarios: que los daños sean tan graves que los expertos consideren que el bloque no ofrece las suficientes garantías para mantenerlo en pie o que requiere de una inversión muy elevada, lo que les llevaría a acordar su derribo. Las cartas están echadas.