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Callosa d'en Sarrià

El níspero cierra una de sus campañas más tardías con un 10% menos de producción

Las bajas temperaturas de abril y mayo retrasan la maduración y lastran el precio final al no haberse podido adelantar a otras frutas de temporada

Cajas de nísperos apiladas en la cooperativa agrícola de Callosa d'en Sarrià. DAVID REVENGA

Más tarde que nunca, pero con un sabor «excelente». Los productores de níspero de Callosa d'en Sarrià, donde se despliegan cerca del 80% de los cultivos de esta fruta en la Marina Baixa, han cerrado una de las campañas más tardías de los últimos años, debido a la inestabilidad meteorológica que se ha sucedido durante los meses de abril y mayo y que este año afectó al comienzo de la campaña de recolección pero, sobre todo, al final de la misma. Y no sólo eso, porque también ha acabado por reducir el volumen de la cosecha y, seguramente, también afectará al precio final.

Las bajas temperaturas de este periodo, uno de los más atípicos en una década según el Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante, han alargado el periodo de maduración del níspero en el árbol y hecho que la fruta fuera tomando peso y color muy poco a poco. Este hecho, unido a la falta de agua de lluvia y al viento registrado durante febrero y marzo, que mermó la cosecha más primeriza, también han contribuido a reducir el calibre del fruto y, en consecuencia, las cifras finales de producción. Así se extrae de los datos que maneja la Cooperativa Agraria de Callosa d'en Sarrià, Ruchey, que apuntan a un descenso de un 10 por ciento en la producción con respecto a los niveles del pasado año, cuando la misma rozó los 13 millones de kilos.

Fuentes de la cooperativa destacaron, no obstante, que frente a los datos «macro» hay que tener muy en cuenta el sabor. Y añadieron que esta maduración lenta ha contribuido a hacer que el níspero haya podido generar sin prisas su propio azúcar y haya dado como resultado una de las calidades de este fruto «más excelentes» de los últimos tiempos. Y esa es la baza que ahora quieren jugar los productores en los canales de comercialización para intentar sobreponerse al resto de adversidades.

Incertidumbre

Porque si hay una cosa que ahora siembra de incertidumbre a los agricultores de la comarca es cómo acabará la campaña de comercialización, en la que más del 80 por ciento de la cosecha viaja fuera de nuestras fronteras.

Fuentes de la cooperativa no pudieron adelantar aún estos datos económicos, pero sí explicaron que el retraso en la recolección también va a traer consecuencias a la hora de obtener buenos precios.

No en vano, una de las claves del éxito para asegurarse unos buenos ingresos es precisamente el calendario. «Cuanto más pronto viene el níspero, mejor se puede vender porque no tiene otras frutas de verano para competir. Este año ocurre todo lo contrario: el mercado está ya lleno de cerezas, albaricoques... y eso va a reducir seguro el precio del níspero. Lo que está por ver es cuánto», explicó Esteban Soler, el ingeniero agrónomo de la cooperativa callosina.

Un cultivo para supervivientes

En esta localidad de la Marina Baixa se producen anualmente entre 13 y 15 toneladas de níspero, de las cuales casi la totalidad de la cosecha va a parar a países como Italia, Alemania, Reino Unido, Bélgica, Holanda, Portugal, Estados Unidos o Canadá. El sector está conformado por más de 5.000 familias que viven directamente de este cultivo, a las que se suman cientos de jornaleros y otras muchas familias con negocios que guardan relación con la agricultura.

Todo ello, a pesar de lo trabajoso que es cultivar y recolectar nísperos, una fruta para supervivientes del campo, que requiere de gran profesionalización: por un lado, porque se trata de un fruto muy frágil, que se daña fácilmente y que se ha de manipular con extrema delicadeza; por otro, y como consecuencia de lo primero, porque todo el proceso se realiza de forma manual, sin margen para que la maquinaria pueda entrar en los bancales, lo que a su vez también reduce el rendimiento al tener que pagar más por la mano de obra. De ahí que tanto los agricultores como la cooperativa o el propio Ayuntamiento lleven años reclamando una rebaja permanente en el IRPF del níspero, que garantice la continuidad del sector sin tener que estar cada año expuesto a la voluntad del Gobierno central de turno.

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