La misa dominical del cura Miguel Ángel Schiller llenó la iglesa de San José de L'Alfàs del Pi en la mañana de ayer. Cantidad de feligreses se acercaron expectantes a escuchar el sermón del párroco, con el recuerdo todavía presente de las declaraciones realizadas en su perfil de Facebook, en las que arremetió duramente contra la Iglesia por los casos de corrupción y pederastia.

El cura iniciaba la homilía reseñando que «no entiendo tanto escándalo si digo lo mismo que el Papa», con estas palabras se llevaba las manos a la cabeza por todo el revuelo ocasionado por sus declaraciones vertidas en redes sociales la pasada semana. A su vez, indicaba que «han sido los medios de comunicación quienes han sacado el tema de contexto y lo han hecho más grande, ya que al igual que hay corrupción en otros lugares también lo hay en la Iglesia e insisto, el Papa Francisco lo lleva diciendo y denunciando mucho tiempo».

Seguidamente, Schiller pidió sinceras disculpas a los feligreses y argumentó que «todo el mundo que quiera puede acercarse para recibir un perdón por mi parte en caso de sentirse ofendidos por mis palabras».

Su argumento se centró en todo momento en igualar sus declaraciones a las ya manifestadas por su superior el Papa en otras ocasiones. El párroco indicaba, «que lo diga él está muy bien pero, porque lo haga un cura que está a pie de obra y lo ve todo hay que echarse las manos a la cabeza». Insistía en que «hay que ser conscientes que al igual que existe corrupción en otros ámbitos también lo hay en el eclesiástico, lo importante es luchar para que eso cambie». Añadía además que, «hay que cambiar y no seguir utilizando chanchullos, hay que ser valientes y no tener miedo».

Su apoyo, el Papa

Para dar más fuerza a sus palabras Schiller sacó una noticia en papel de las palabras que el Papa Francisco utilizó en su momento para hablar de estos temas y dio fuerza a algunas frases utilizadas por el Papa como «muchos Poncios Pilatos hay que viven aquí lavándose las manos», refiriéndose a la corrupción en el Vaticano. Noticia en mano terminaba la homilía instando a la audiencia, «si alguien se escandaliza de mis palabras que también lo haga de las suyas».

En el momento de la eucaristía, invitó a los niños a subir al altar e interactuó en todo momento con ellos, una acción que sorprendió a los presentes ya que no es habitual. Algunos de ellos lo relacionaban como expresión de cariño hacia los pequeños como denuncia de la pederastia.

Al final de la misa dominical, el propio Schiller declaraba a este diario que el miércoles mantendrá sus argumentos delante del obispado aunque pedirá perdón por su lenguaje e indicaba que «si se ponen en contra de mis argumentos también estarán dando la espalda a lo que el Papa dijo mucho antes que yo». Instaba a los que lo han criticado a que tras la reunión llamen al obispo para que sea él quien explique el encuentro.