Carreras de coches y reuniones ruidosas a altas horas de la madrugada, suciedad acumulada, puertas rotas y basura por todas partes. Esto es a lo que se enfrentan a diario los vecinos de la calle Doctor Fleming de La Vila Joiosa que comparten acera con los okupas de un edificio de viviendas de nueva construcción y que les ha llevado a pedir desesperadamente que alguien acabe con el problema de tres años de infierno.

El inmueble «okupado» es una finca nueva en la que hay diez viviendas. Sólo en una de ellas llegó a vivir una familia como propietaria que tuvo que acabar abandonando su casa al verse superada por la mala convivencia con estos okupas. Una de las vecinas de un bloque cercano explicó a este diario que la situación es «horrible» y que todos los días tienen que lidiar con estas personas que «decidieron entrar a los pisos que el banco no había vendido».

Así explica que la única vecina que vivía allí «lo pasó muy mal, tanto que incluso necesitó tratamiento psicológico», por lo que «acabó entregando su casa al banco y marchándose».

Situación inaguantable

Esa vivienda era la única que tenía dueños y «no estuvo vacía mucho tiempo» ya que «no se habían ido aún los de la mudanza cuando ya se oyeron golpes». Echaron la puerta abajo a los minutos de no tener moradores.

Los vecinos de la calle llevan tres años en esta situación. «A las cinco y las seis de la mañana la situación es inaguantable». Y es que, según los vecinos, «están toda la noche armando jaleo» al celebrar reuniones con música, carreras de coches o botellón en el exterior del edificio; la parte de atrás además la usan de vertedero y «algún día vamos a tener una desgracia».

La vía es una zona residencial donde hay un colegio y un polideportivo que también sufren las consecuencias de que las viviendas estén ocupadas. «Entran por la noche saltando la valla», afirman. Pero además, aseguran que «no podemos decirles nada porque enseguida se ponen agresivos». Los vecinos apuntan que «tenemos impotencia porque no podemos hacer nada, los que tenemos hijos o las personas mayores nos dan miedo. A nadie le importa lo que estamos pasando».

Y es que todas las noches «acabamos llamando a la Policía pero vienen y no pueden hacer más», afirman los residentes. También han acudido al Ayuntamiento de La Vila para que tome cartas en el asunto. El problema es que el bloque de viviendas pertenece a Solvia, una entidad bancaria, que es quien tiene en su mano poner un punto y seguido a esta situación.

«Si el banco no denuncia, el juzgado no puede hacer nada para desahuciar a los okupas», explicó la vecina. Por tanto, el proceso para acabar con este problema está «paralizado» mientras los vecinos siguen sufriendo las consecuencias de que los pisos estén en manos ajenas.