Colorido, música y boatos deslumbrantes. Benidorm celebró ayer su Entrada de Moros y Cristianos en la que los Reyes de ambos bandos desplegaron todo su esplendor por las calles del casco urbano ante la atenta mirada y el aplauso de miles de personas.

El desfile arrancó a las 20.00 horas desde Tomás Ortuño para recorrer la calle Venus, Ruzafa, Martínez Alejos y Gambo para terminar en el Castillo ubicado en la plaza Triangular. Por el recorrido, miles de personas esperaban de pie o sentados el paso de las filàs y los cargos de este año de Musulmanes Tagarinos, en el bando moro, y Cruzados en el cristiano.

Los primeros en marcar el paso de las huestes sarracenas fueron los Nazaríes con sus escuadras; seguidos de la filà Tuareg.

Tras ellos, la filà que ostenta el cargo desplegó todas sus tropas a la espera de la entrada del Rey Moro, Juan Ramón Molla, acompañado por su Rodella Clara Moncho, que llegó en una carroza que simulaba el esqueleto de un gran animal.

El primero en hacer su aparición fue el Embajador Moro, Manuel Palazón Speckens a caballo. Al monarca lo custodiaba el ballet de Virginia Bolufer con danzas africanas. El boato estuvo formado por escuadras moras de Villena, Benamaurel o Elda y la especial de la filà deslumbró con una capa morada con detalles como un sol.

Tras las tropas de la media luna fue el turno de la entrada de las de la cruz. Abrió el desfile la filà Cavallers de la Baronía. Al paso de éstos, a lo lejos, ya se vislumbraba la carroza del Rey Cristiano, Hugo Fuster. El Embajador Cristiano, Manuel Palazón Martí, abrió el desfile. El jefe de las tropas de la cruz hizo su entrada plantado sobre una gran espada sujetada por una enorme armadura. Con él, su dama, Helena Guirao, su Rodella, Vera Marín. El boato cristiano recordó a los aires asturianos y templarios y a la historia de los Cruzados.