La nueva situación en la que quedan estos cuatro jóvenes tras la retirada del transporte por parte de Conselleria obligará a sus padres, sí o sí, a hacer un importante desembolso si quieren que sus hijos sigan recibiendo terapia en estos dos centros. «Y algunos podemos llegar, pero otros tienen una situación económica que lo hace totalmente inalcanzable», afirma Meli García, la madre del único chico del grupo.

Hablan con conocimiento de causa porque han hecho cuentas. En función del tipo de vehículo, los cuatro viajes que tienen que realizar al día de Benidorm a Alicante -ida y vuelta para llevarlos; ida y vuelta para traerlos- pueden costar una media de unos 400 euros mensuales, lo que sumado a los 180 que abonan por el centro, se come con creces la pensión de cerca de 550 euros que perciben los jóvenes por su discapacidad.

Para intentar reducir al máximo el coste, Carmen, la abuela de Alba, espera desde las 9 a las 17 horas en los alrededores del centro San Rafael, ubicado en la Santa Faz, hasta que salga su nieta para emprender de nuevo el camino a Benidorm. Por un lado, para ahorrarse dos viajes diarios y, con ellos, el consiguiente gasto que ello genera; por otro, porque la mujer, como ella misma reconoce, ya no tiene «edad para ir dando demasiados trotes con el coche».

La segunda alternativa es contratar ellos mismos un autobús privado para que lleve a sus hijos hasta Alicante. Las madres ya han pedido presupuesto a dos empresas que podrían realizar los viajes con el tipo de transporte que requieren los jóvenes, pero reconocen que el coste, que oscila entre los 330 y los 286 euros diarios, es «imposible de asumir». «Dividiendo por cuatro, nos saldría en el caso más barato por unos 1.400 euros al mes, así que imposible», dicen.

Por último, otra posibilidad sería que los propios centros ampliasen el radio del transporte que prestan a algunos de sus usuarios y que llega hasta El Campello. Aunque, para ello, «también hace falta voluntad».