«San Jaime ha desplegado su manto y la lluvia nos ha respetado». El párroco de la iglesia de San Jaime y Santa Ana, Juan Antonio González, dijo anoche en voz alta desde el púlpito lo que cientos de vecinos y devotos llevaban pensando desde hacía algo más de una hora. Porque, como no podía ser de otra manera, la lluvia registrada durante la jornada de ayer en Benidorm dio una tregua al Apóstol y, finalmente, le permitió salir a hombros de sus «Costalers» desde el templo para recorrer las principales del casco antiguo y llevar su bendición.

La procesión, cuyo inicio estaba previsto para las siete de la tarde, estuvo en el aire durante buena parte del día debido a las malas condiciones climatológicas. También se temió por ella en los momentos iniciales, pocos minutos después de que el santo hubiera abandonado la iglesia y cuando la de la patrona estaba ya por mitad de la Alameda, debido a la reaparición de una fina capa de lluvia que, por suerte, se disipó a los pocos minutos. Aunque hizo que todos los participantes en el cortejo levantaran la vista al cielo temiéndose lo peor.

Las calles más céntricas de la ciudad volvieron a llenarse de solemnidad para acompañar a San Jaime, como lo hicieron un día antes con la Virgen del Sufragio. Ayer volvió a repetirse el mismo ritual para arropar al patrón en su procesión, en la que, de nuevo, participaron los mayorales de honor junto al pregonero, Francisco de Santiago; mayoralas vestidas con mantilla; el abanderado de la Comisión, Richard Romero; las damas de honor las Fiestas y sus reinas, Beatriz Amor y Paula González de Zárate; las tres agrupaciones musicales de la ciudad y un nutrido grupo de autoridades religiosas y municipales, presididas por el alcalde Toni Pérez, que cerraron la marcha escoltando a Sant Jaume.

Sin embargo, a diferencia de la jornada anterior, hubo menos público en la calle, tanto alumbrando con sus cirios el paso del patrón como presenciando la procesión desde la zona destinada al público. La drástica bajada de las temperaturas obligó a sacar del armario abrigos, gorros y guantes para hacer más llevadera la espera, pero aún así, en buena parte del recorrido, como en algunos tramos de la Alameda o del Paseo de la Carretera, apenas hubo gente para ver pasar al Apóstol.

Lo mismo ocurrió con quienes salieron en la procesión. Aunque hubo una fila más nutrida que otra, en grandes tramos de la marcha, el cortejo se quedó vacío. De hecho, las cortes de honor recorrieron solas prácticamente todo el trayecto, desde la calle Alameda hasta que regresaron de nuevo a la iglesia por Santa Faz, al no haber apenas gente para cubrir todo el paso de la procesión.

A pesar de todo ello, la procesión discurrió sin apenas cortes y en poco más de una hora ya había cubierto todo el recorrido oficial, a cuyo término se disparó la tradicional Estampeta que tintó de rojo el cielo, antes de que se diera a conocer el listado de mayorales para las Fiestas de 2017.

Finalizada la tradición, y cuando la gente de disponía a regresar a sus casas, la lluvia de nuevo hizo acto de presencia, lo que convirtió a la expresión «Menos mal» en una de las frases más escuchadas calle Mayor abajo.